Capítulo 40: Segundo nombre

198 6 1
                                    


—Fijate que ahora estoy muy ocupado, debo atender a mi novia porque recién salió hoy del hospital—¿estaba hablando en serio o era una excusa? Sonaba más la segunda, Daimon oculta algo.

—¿Entonces no podés responderme...?—negó rápidamente confirmando mis sospechas. Sí, Valentina puede ser alguien diferente a quien creo y nadie quiere darme explicaciones.

—Quisiera pero ya será luego—rechazó callándose de inmediato.

Volteé al verla, Valen está detrás mío. Ni imagina qué pueden estar ocultándole.
¿Sabrá? No lo creo, ¿cómo reaccionará? Aunque desconozco de qué magnitud sea tal secreto guardado bajo infinitas llaves.

Tiene los ojos rojos y habló poco, sólo pasó cerca a nosotros soltando algunas palabras nada agresivas, cosa rara de su parte. ¿Daniel habrá vuelto a ocupar sus pensamientos?

—Olvidalo, tengo que ir...—no terminé la oración. Algo me dijo que debía ir tras ella, necesitaba alguien pese a que odie admitirlo.

—Sí, andá—escuché decir.

Nada importó al llegar hasta el patio, Valentina parecía estar en otra.

Ojos idos, mirada perdida, ¿qué le pasaba? Quería y necesitaba averiguarlo pronto. Puede tratarme mal, mandarme a la mierda, entre otras cosas más. El resultado es que sigue importándome, continúo buscándola, persiguiéndola y yendo hacia donde nunca me llama.

***
Azul POV

No dejo de acariciarlo porque tengo miedo, temo nunca más sentirlo al tocar mi vientre. Me aterra ser incapaz de percibir sus movimientos suaves y delicados, esta es la mejor oportunidad que pude haber tenido y no pienso perderlo.

Franco está conmigo, se mantiene en silencio. No pronuncia ninguna palabra también almacena temor, puedo notarlo. Aquellas pupilas cafés lo reflejan bastante bien.

—Vamos a salir juntos, los tres—afirma pensativo, volteando hacia mí. Estoy sobre una camilla fría, aferrándome a uno de mis mayores deseos—. Quiero que sepas algo que te estuve ocultando, prometeme que no vas a enojarte.

Entonces siento un escalofrío recorrerme completamente. Él me observa callado, ¿tendrá que ver con Dante? Los asuntos serios, vengo detestándolos y seguiré haciéndolo.

—No puedo prometerte eso, en cambio, vos sí prometiste hace tiempo que jamás volverías a mentirme—le recordé, ¿dudo de Franco? Sí, justo ahora. Inseguridades internas que ni yo conocía crecen, que una vida dependa de mi fortaleza tampoco ayuda—. ¿Estás engañándonos?

—No sé si pueda considerarse como mentira esto pero tuve uno de esos sueños extraños que te dejan pensando bastante—respondió nervioso, aunque sabiendo que solamente soñó y nada pasó, puedo mostrarme menos intranquila—. Creo que era hija nuestra, esa niña de ojos verdes y cabello castaño se parecía a vos.

Van dos veces, ¿acaso nuestro subconsciente intenta advertirnos sobre algo malo? Yo tuve pesadillas similares, y sí, las llamo así debido a que me provocan un dolor increíble.

—¿Será el futuro?—Franco suspiró ido. Por su expresión deduzco que ha sentido lo mismo que sentí al tener ese sueño, o si quiera uno parecido—. Adivino, estaba sola caminando por la calle, tenía apariencia descuidada y... ¿trabajaba?

—Sí, lo raro es que no era Argentina ese lugar—este detalle desconocía, ¿qué quería decir? Quizás debamos hablar con Daimon o alguno de los seres de luz—. Sin embargo, las calles eran o lucían peligrosas.

—¿Crees que pueda tener más hijos?—inquirí observando mi vientre, además del gran tesoro que resguardaba todavía. Pronto tendré que cuidarlo yo—. Quisiera darles hermanos.

Aliados 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora