Capítulo 47: Ailín en este mundo

148 6 7
                                    

Mi pequeña hija de tan sólo tres años yacía junto a mí en el auto, regresábamos a casa finalmente. Eran sus primeros meses yendo al colegio y según su maestra, no le quedaban dudas de que estaría dentro del cuadro de honor. Sin embargo, yo tenía otras cosas de las cuales preocuparme. Ella es muy pequeña todavía y quizás no deba estar exagerando tanto pero...

—Ailín—la llamo deteniéndome frente a un semáforo—, ¿qué tal tu día? ¿Tenés nuevos amigos?—le pregunté, sabiendo con anticipación que no habla mucho. Incluso conmigo, suele ser más introvertida. Y especial.

—Bien—rió observándome—, mi maestra nos dejó de tarea dibujar a nuestra familia, ¿me ayudas?—consultó ella haciéndome dudar. ¿Necesita ayuda? Siento hasta como si Ailín fuera más inteligente que yo a su corta edad.

—¿Cómo sería?—interrogué prestándole atención—. Ni yo a tu edad era tan listo así que...—ella volvió a reír. Echándole un viztazo a las calles venezolanas.

Decidimos mudarnos aquí cuando nació nuestro segundo hijo, debido a la extrema inseguridad que sufriríamos allá en Buenos Aires. Apenas pasaron unos años desde aquella última amenaza que tuvimos y queremos protegerlos. Ailín, quien espero que no se haya dado cuenta, realmente es argentina de nacimiento. Aunque por ahora preferimos hacerle creer que no.

—Quiero que pintes conmigo, ¿puedes?—pidió sonriente y entusiasmada. Jamás rechazo una oportunidad de pasar tiempo juntos, aprendí a apreciar cada momento. Ella me lo enseñó antes de nacer—. También necesitaré a mamá y a mi hermano.

—Claro que sí, Ailín—afirmé dedicándole otra sonrisa causando que aplaudiera satisfecha. Adora dibujar, de eso nos dimos cuenta fácilmente—. Te gusta dibujar, ¿no?

—El arte es mi pasión, papi—afianzó aferrándose a esa hoja que había sacado de su mochila.

Tiene tres años, ¿y ya sabe qué significan sus palabras? Está bastante decidida, quiere dibujar. No cabe duda de que fuimos bendecidos por el universo. Y debo cuidarla.

—Entonces jamás lo dejes—recomendé tras unos segundos que pasé pensando. Ailín es muy buena hermana mayor, siempre cuidándolo y mostrándose responsable siendo pequeña aún—. Y dudo que puedas, te ves feliz cuando hacés algo que amas.

—Espero que le guste a la maestra—deseó haciendo referencia al dibujo, sonriendo nerviosa—. Me gusta tu acento
—comentó mirándome. Esos ojos cafés provocan muchas emociones si se quedan viéndote así, son hermosos.

—Argentina por siempre, hija—aseguré golpeando mi pecho. Extraño estar allí, quizás podamos ir pronto y sin necesidad de quedarnos varias semanas.

—Nunca hemos ido, ¿por qué no conozco Buenos Aires?—preguntó curiosa. Esas ganas de aprender viven dentro suyo, imposible sería que un día la abandonen.

—Porque no sabemos si a Álex le asustan los aviones—ella ladeó la cabeza confundida. Primera excusa que tuve en mente, ojalá sirva durante un tiempo—. Además, son muchas horas de viaje.

—Pero, ¿me prometes que algún día vamos a ir?—cuestionó parpadeando. No sé si hace eso por mera casualidad o porque sabe que así jamás podré negarme.

—Prometido—suspiré asustado. Tendré que cumplir tarde o temprano y regresar ocasiona cierto pánico en mí.

Argentina, espero que hayas cambiado. Y rezo por que al regresar, nada malo vuelva a suceder.

***
FRANCO POV

Azul salió hace un rato con Luz, anoche dormimos mejor que la vez pasada pues Dante despertó llorando menos veces. Sin embargo, nos levantamos temprano debido al bullicio que se originó abajo. Daimon está en el hospital con Gala y Valentina, su hija nace hoy.

Aliados 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora