Buddha era ese tipo de bares que realmente funcionaba más como una discoteca. El lugar estaba dividido en amplias habitaciones que se conectaban entre sí por individuales arcos sin puertas. También, pegados a las paredes había mesas con largos sillones y luces azules apuntando a los mismos, mientras que las amplias pistas de bailar se iluminaban por reflectores que cambian de amarillo a violeta y luego a rosa. Cada habitación tenía un pequeño bar que solo vendía cervezas a los mayores de edad.
La música era extremadamente variada y las personas lucían completamente libres de bailar a su propio gusto y estilo. La regla general era ser uno mismo.
El objetivo principal era la música estruendosa y los esperados momentos en donde todas las luces se apagaban por completo en los gloriosos tres minutos en el cielo donde estaba prohibido iluminar el lugar pero todo era permitido.
Al cabo de unos minutos, lo que había parecido como una locura completa, había sido realmente una idea divertida. Y ni la más temerosa alma se libró de la diversión que Buddha ofrecía. No fue necesario ningún juego ni exceso de alcohol para provocar a los jóvenes a dejarse llevar. En la seguridad del grupo y en la libertad del ambiente, se dejaron llevar estrafalariamente con la música y en más de una ocasión cantaron las antiguas canciones que se escuchaba como si ellos hubiesen nacido en la época de los sesenta y setenta.
Aun si todo había nacido como una trampa, la idea de que Lila se sintiera cómoda en el bar había funcionado perfectamente. La pelirroja, abrazada íntimamente a Gretel, se dejaba llevar por su artística alma, sin los nervios que en otros lugares le hacían lucir como una pésima bailarina, ella se dejaba llevar en extraños pasos de baile y se escabullía entre la multitud, en una mezcla de ballet y rock and roll. Pero eso no llamaba la atención en un lugar en donde el juicio y el pre-juicio eran poco apreciados y hasta deplorados.
No costó demasiado a las chicas para animar a Arnold y Gerald que bailaran juntos. Nada romántico ni tonto, simplemente que se unieran a la masa que disfrutaba el hip hop como si no hubiese mañana. Los chicos se conocían desde niños y hacía que lucieran increíblemente bien y sincronizados.
Después de una hora de haber arribado, Helga y Lila estaban tiradas en el sillón de su mesa, completamente agotadas, embriagadas por la emoción y la felicidad, olvidándose de con quien compartían mesa o de las reglas de una sincera alma. La droga de la euforia natural era mil veces más poderosa que litros de alcohol.
- ¿Siempre es así...? –preguntó la pelirroja, bebiendo un poco de gaseosa, mientras miraba a una pareja de chicos imitar perfectamente los pasos de los Backstreet Boys.
- Casi siempre... -Helga bebía de la cerveza de Will, sonriendo misteriosamente- Una vez una chica le pidió matrimonio a su novia.
- Oh... ¡Qué dulce! –aseguró Lila, sin darse cuenta de la sonrisa cruel en los labios de Helga.
- Oh si, solo que su novia le dijo que era heterosexual y ya estaba casada. –el rostro de la pelirroja se nubló por la noticia, ligeramente triste y Helga dejó la botella en la mesa, sorprendida- Hey... bromeaba, la chica dijo que si e invitaron cerveza para todos.
- Para ser una chica tan romántica, a veces actúas como si estuvieras decepcionada del amor. –susurró Lila, recuperándose- Pero... si te soy sincera, me encantan esas escenas románticas de película, aunque se que Gretel nunca haría algo así, no es su estilo. –abrió ligeramente los ojos- Mira... eso es nuevo.
Gretel estaba bailando hombro con hombro junto a Arnold, quien la celebraba los movimientos que compartían mientras sonaba la canción "Baby one more time" de Britney Spears y parecían estarse divirtiendo... juntos. Imitando el paso de uno con el otro, con las mejillas sonrojadas y cantando en voz alta el pegajoso ritmo como si estuviesen solos en todo el lugar.
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Cacería «Hey Arnold!»
Fanfiction[Todos los capítulos subidos a la vez] Instinto de Caza. Segunda Parte. Secuela de "Cómame señor lobo" 1/4/2014 Instinto de Caza. Continuación de "Cómame señor lobo". No basta con conocer el aroma de su presa ni tener en el paladar su exótico sabor...