Cacería «Hey Arnold!»

Capítulo XXI

Arnold sintió escalofríos, mientras cruzaba miradas con Lila. Ella se mordió el labio inferior, aferrándose a la mano de Will, pero con valentía, retomó su atención hacia Scott. Alguien debía darle crédito por mantenerse firme.

- ¿Qué tanto coraje tienes, dulce princesa? Ahí, sentada, entre tu reina defensora y tu rey protector ¿Qué vas a arriesgar? –Scott se movió hacia Lila, sobre las cartas, tomando el vaso de la chica y guiándolo a sus labios- Anda, bebe y decide. Yo espero por ti.

Lila tomó el vaso, aunque Scott lo mantuvo sostenido por su base con dos dedos y ella bebió lentamente el contenido dulce y embriagador. En ningún momento los oscuros ojos la dejaron de mirar y ella sintió sus mejillas calientes al ser objeto de tal intenso escrutinio.

- ¿Qué tanto valor? –continuó el gitano, hilando su voz con curiosa inocencia y una sonrisa cruel en su boca- ¿Una segura verdad o un arriesgado reto? Muy seguramente escogerás verdad. –Scott miró a Gretel, quien lo observaba analíticamente y a Will, quien tenía su fría mirada sobre él como una latente advertencia. Pero el chico se mantuvo, golpeando su mentón en teatral curiosidad- Tal vez... ¿Quieres consultar con ellos, temerosa pero dulce princesa o quieres jugar directamente conmigo? –su mirada centelló- ¿Recuerdas una de las reglas? Debes confiar en el juicio del juez. Entonces... ¿Quieres hacer el trato solamente conmigo? –consultó, extendiendo su mano hacia ella- ¿O vas a esconderte?

Lila parpadeó un par de veces y cerró su puño, suspirando decidida.

- Reto. –sentenció, estrechando la mano del chico, con solemnidad.

Y Scott sonrió ampliamente. Arnold supo que ese había sido su plan desde el inicio, presionarla lo suficiente para que hiciera exactamente lo que él encontraba divertido. Gretel negó ligeramente, porque posiblemente había notado cuál sería el curso de acontecimientos desde el inicio, pero había dejado a su novia seguir su propio camino, tal vez esperando que aprendiera a medir a su enemigo antes de caer en sus trampas.

- Retiro lo dicho con gusto, preciosa princesa, no eres temerosa. –el chico movió las cartas, de forma distraída- Entonces, ve y siéntate en el regazo de tu buen amigo Arnold y hazle una marca en el cuello como la que él se la hizo a Helga con la ingenua idea de que eso me apartaría de ella si, claro, ella hubiese sido mi objetivo. –miró al chico- Buenos tiempos ¿No crees, Dios del Sol? –retomó su atención a la pelirroja y su sonrisa se hizo más dulce, más peligrosa- Un reto simple ¿No crees? –susurró, la observó por sobre las cartas, con un resplandor en sus ojos- Ante todas las cosas que pude hacer... ante todas las dudas que pude despertar en ti. –lanzó una larga y significativa mirada hacia Will- Ante todo el posible dolor que pude ocasionar, decidí algo más inocente. –su voz sonó hechizante, como un encantamiento que caía sobre los oídos de la pelirroja- Un reto simple para darte iniciación. Un reto divertido, para entretener a mi amada anfitriona.

- Oh... no me uses de excusa para tus juegos. –bromeó la alemana.

- Pero, los gitanos entregamos regalos simbólicos a nuestros anfitriones. Así que espero entretenerte con esto.

- Eres un bastardo. –halagó Gretel, sin poder evitarlo- Enviar al antiguo interés amoroso a hacer algo que el señor lobito hizo a su novia. Astuto.

- Lo sé. Y sabía que te gustaría. Aunque admito que no sabía ese jugoso detalle. El primer amor no se olvida. –el gitano miró a su víctima- ¿Qué esperas, preciosa? Entre más rápido lo hagas... más rápido volverás a la seguridad. La noche es larga... y preferiría no centrar mi atención en la dulce novia de mi venerada propietaria de este lugar.

Lila lo fulminó con la mirada, para sorpresa de todos. La bondadosa chica parecía francamente ofendida y eso pareció solo animar más a Scott, que siguió sonriendo, de costado, divertido. Peligrosamente divertido. La pelirroja observó a Gretel pero la alemana estaba tranquila y le dio una palmada sobre su cabeza, de forma afectuosa.