Capítulo V

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Después de una nula presentación y un saludo poco emocional, que Arnold describiría por años como si fuese introducido a las tropas de una base militar en lugar de una familia, siguió una explicación de la razón por la que estaban ahí que conllevó a explicar el incidente de la goma de mascar. Lo cual hizo que Helga se ganara correr tres veces por los alrededores de la casa a primera hora del día siguiente para que aprendiera a tener más cuidado y respeto por las formas de vida conocidas como humanas. Palabras exactas del padre de Gretel.

El grupo de adolescentes se enteró que Klaus, mejor conocido como el Almirante, tenía en casa a un grupo de artistas que se especializaba en la fotografía de cuerpos pintados, una nueva moda que estaba llamando la atención de aristocráticas personas por todo el mundo.

El Almirante los escoltó hacia la puerta lateral, obligando a su hija a dejar al lagarto donde lo había encontrado pues no era de gente educada el lanzar animales a las personas. Lo cual había llevado a cinco vueltas alrededor de la casa para primera hora del día siguiente. Los castigos militares, según el hombre, eran mucho más útiles que grandes regaños y cosas absurdas como privar a alguien de su celular.

El patriarca de los von Bismarck era un hombre que casi llegaba a los setenta años aunque no lo pareciera. A pesar de su cómoda posición militar, no había descuidado su físico todos esos años y por ello su gran estatura y ancho torso le quitaba fácilmente veinte años de encima. El cabello, que en el pasado había sido rubio, ahora era completamente blanco, con ligeras entradas que solo le daban más carácter a su rostro alargado y serio. Los ojos grises espectrales parecían siempre pasar de las personas, como si no existieran y fueran simplemente aire. La piel era otra prueba de sus largas horas bajo el sol y lejos de la comodidad social, de un color tostado y curtido, demostraba con sus arrugas a los costados de sus ojos y frente, que no había hecho nada más en la vida que entrenarse ¿Para qué? Para todo, al parecer. Él era el tipo de hombres que daba la impresión que con un pulgar podía matar a alguien. No por su físico, sino por su mirada desinteresada y áspera que dedicaba a la gente que no conocía. Pero no solo era fuerza bruta y letal, también tenía porte elegante y aristocrático, demostrando su poderosa ascendencia familiar y su educación de élite. En ese momento se encontraba luciendo un traje muy costoso color azul brumoso con líneas grises, sin la chaqueta y con la camisa arremangada hasta los codos lo hacía lucir como un Dios en su reino, pero uno hogareño, con familia e hijos. El hombre tenía esa habilidad de mimetizarse con el ambiente y aun así resaltar. El Almirante era un hombre que parecía vestir correctamente a todo momento, aun en su hogar y aunque su distante actitud no lo hacía lucir como un hombre afectuoso, el brillo protector y orgulloso que le dedicaba a las dos rubias bastaba para indicar cuán importante eran ellas para él.

Por la mirada que le dedicaba al grupo, en especial a su hija y sobrina, era obvio que en su opinión ellas no estaban llevando los atuendos esperados para el tipo de reunión social que estaba teniendo. Pero aun así abrió la puerta de la cocina y murmuró un "Señoritas" mostrando su buena educación al dejarlas pasar primero.

Tal vez fuese un Dios, pero también era un caballero.

Desde la cocina se escuchó claramente la voz de una mujer que se notaba muy molesta, pero cuando la puerta se abrió todo quedó en silencio. Tanto Helga como Gretel se sorprendieron ante la visión de la joven mujer frente a ellas y casi sus mandíbulas se desencajaron.

- ¿Elizabeth? –susurró la alemana, sorprendida por lo que veía.

Y por supuesto, toda su vida se había acostumbrado a ver a la mujer vestida con traje de sirvienta y luego de ama de llaves, siempre luciendo mucho mayor de lo que realmente era, con vestidos largos y blusas de cuello cerrado. Pero en ese momento Elizabeth lucía como quien era, una mujer de veinticinco años, con un mundo por delante que había decidido enfocarse a la familia von Bismarck.

Cacería «Hey Arnold!»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora