Capítulo X

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Arnold tuvo que admitir que la situación funcionaba mejor de lo que hubiese imaginado. Al regresar a la casa de huéspedes, ambos se habían sentado a charlar y Helga había reaccionado mejor de lo que hubiese esperado ¿Por qué se había imaginado lo contrario?

- Yo sé que no te importa lo que piensen las personas. Y de cierta manera, a mí tampoco. –había comenzado el rubio, después de que Helga tomase una camisa del chico como pijama y se hubiese sentado sobre la cama del mismo.

Aunque la chica bromeara constantemente de que era Gretel quien no podía estar sola, el chico había notado que Helga también estaba acostumbrada a compartir espacio con su prima y no le era fácil estar sola en ese departamento por lo que prefería pasar en el cuarto del chico.

- Ya... -la chica lucía tranquila, había llevado su laptop para ver una película antes de dormir, pero parecía que se había olvidado de la misma desde el momento en que el chico le había propuesto conversar.

- Todo este tiempo... -Arnold se sentó junto a ella, usando únicamente un holgado bóxer verde, cuadriculado, con líneas negras- Yo he disfrutado estar a tu lado. No he sentido que las cosas se fueran de lugar. Todo lo contrario, es como si... tuviese que haber sido así todo el tiempo, desde... -se encogió de hombros- Bueno, desde siempre. Aunque no te diga "mi vida" o "bonita" cuando hablamos, ni te tomo de la mano todo el tiempo. No somos ese tipo de parejas.

- ¿Te molesta que no seamos ese tipo de parejas? –consultó la chica, enmarcando una ceja.

Y Arnold entendió que sería muy difícil pedirle a ella que comenzara a decir cosas así, porque simplemente el exterior de la chica no era así. Si, en el fondo era una romántica, pero tenía otras formas de expresarlo. Para ella, las palabras dulces, los poemas de amor o cualquier forma de expresión que demostrara cuan enamorada estaba de él, era... especial. Algo único, con un lugar, un momento. Helga Pataki no iba a ir desperdiciando palabras de amor, como si fuesen comas en sus oraciones. Pero así era ella y no significaba que estuviese mal. De la misma manera que existían tipos de personas, también había diferentes formas de amar. Simplemente no podía pedirle que ella actuara de esa manera.

En realidad, no quería que cambiara. Aunque ella le mirase como si estuviese dispuesta a intentarlo. Por él.

- ¡No! –el chico negó rápidamente- No me mal interpretes. Todo lo contrario. Me gusta, pero... -él estiró su mano suavemente y entrelazó sus dedos con los de la chica- Me gustaría tenerte más tiempo cerca. –Helga abrió los ojos con sorpresa y él se sonrojó, bajando suavemente el rostro, pero sin apartar el contacto visual- Yo sé que pasamos toda la tarde juntos. Bueno, por lo menos de lunes a viernes, dado que los fines de semana se los dedicas a Phoebe y me parece bien. –él también necesitaba salir con Gerald o juntarse con el resto de chicos, era natural, no estaba pidiendo que no se separaran en ningún momento- Pero... -él usó su mano libre para llevársela a su cabello y moverlo hacia atrás, demostrando cuan nervioso estaba.

- Escúpelo de una vez, Arnoldo. –urgió la chica, pero no sonó molesta... sino con premura y la manera en que lo miraba, la hacía ver realmente necesitada de comprender qué ocurría.

- Estos últimos días he tenido el estúpido miedo de que te perdería o te haría sentir mal si te dijera como me siento...

- ¿Cómo...? –Helga abrió los ojos con sorpresa- ¿Perderme? ¿Qué...? –contuvo una carcajada- ¿Recuerdas con quien hablas? Técnicamente te he amado toda la vida ¿Y crees que me iría al primer problema?

- No entiendes... -suspiró- Tú has crecido como persona, has madurado, te has vuelto más segura de ti misma, has vivido cientos de cosas ¿Y sabes qué hice yo? No avancé casi nada, siento que crecí solo externamente. Y desde que estoy contigo siento que vas mucho más adelante que yo, que te vas a dar cuenta que no soy tan divertido, arriesgado, esporádico, aventurero como tú...

Cacería «Hey Arnold!»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora