Capítulo I

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Helga le observaba con cierta frustración y resignación. Después del desmayo que había sufrido Arnold, en medio de la cena, había despertado a la hora, murmurando con una sonrisa "Voy a tener un hermano". Stella le había administrado una infusión de hierbas que lo hizo volver a dormir hasta el día siguiente. Y si bien solo había sido una baja de presión y un exceso de emociones, el chico lucía ligeramente más pálido, acostado en su cama, observando el cielo a través de la pérgola de su habitación.

- Creo que hoy deberías quedarte descansando.

- Creo que exageras. –el chico se sentó, observando hacia su escritorio, donde estaba un plato lleno de algo similar a pan tostado aunque definitivamente no lo era- ¿Y eso...?

- Lo hizo Will, es pain perdu un desayuno típico en Nueva Orleans. –explicó, acercándose a la mesa y tomando el plato, mientras se sentaba junto a él- Algo así como tostadas francesas. –le lanzó una mirada de advertencia- Me preocupaste, cabeza de balón.

- Lo lamento... -tomó el plato entre sus manos y probó una de las delgadas tostadas, una sensación a vino y miel le invadió el paladar- Esto esta delicioso.

- Pocas madres enseñan a sus hijos a cocinar. Pero que Dios bendiga a Marie por enseñarle tan bien al zanahoria ese ¿No? –comentó con una sonrisa que no llegó hasta su mirada- Tu madre está más tranquila al saber que te gusta la idea de tener un hermano o hermana.

- Lo sé... solo me impresioné. –le dio otra mordida a la tostada y notó como Helga seguía observándole fijamente- Va en serio, me gusta la idea. Por años siempre desee tener alguien a mi lado, un vínculo que me uniera más a mis padres, alguien de mi edad. Ahora... -sonrió con diversión, al notar la ironía- este lugar esta infestado por gente de mi edad. Ya no solo somos Gerald y yo. –explicó.

- Perdón por infestarte la casa. –comentó la chica, cruzándose de brazos- Si quieres me voy, hay un lujoso departamento esperándome ¿Sabes? Esperándonos, porque obviamente me voy con Gretel.

- Todo lo contrario, gracias Helga. –dejo el plato a un lado y la atrajo a él, abrazándola con fuerza- Por años estuve muy solo, pero ahora cada día es una locura y te lo agradezco.

- Tonto... -murmuró, empujándolo, apartando la mirada para que no notara el sonrojo en sus mejillas, aunque ella podía jurar que el latir de su corazón era al mismo ritmo que una danza india- ¡Tienes las manos pegajosas! –gruñó, intentando ocultar la sonrisa de sus labios.

- No es mi culpa, ese pan pain... pan...

- Pain perdu

- Eso. –se rio- Esta absolutamente delicioso.

- Mejor... -la chica se deslizó de entre sus brazos y con agilidad salió de la cama, parándose- Si vas a ir a clases, deberías prepararte.

- Oh, verdad... -se comió la última tostada en un solo mordisco y buscó en su armario ropa- ¿Cuánto tiempo tengo?

- Unos... quince minutos.

- ¡Eso es muy poco tiempo! –el chico se detuvo y la regreso a ver, Helga enmarcó una ceja, cínicamente- Mira, que tú puedas prepararte en ese tiempo...

- Tic... tac...

- ¡Debiste avisarme antes! –el chico tomó lo primero que encontró y salió fuera de su habitación- ¡Hola Gretel! –saltó los escalones, pasando junto a la chica, quien solo tuvo tiempo de encogerse en sí misma y lo siguiente que se escuchó fue el portazo del baño.

- Veo que no está molesto. –comentó la alemana, acomodándose mejor en las escaleras de madera que llevaban a la habitación del chico.

- ¿Por qué estaría molesto contigo? –preguntó Helga, sorprendida, pasando junto a su prima y apoyándose en la entrada de su departamento- Sin contar las miles de razones por las que debería y nunca lo hace.

Cacería «Hey Arnold!»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora