La risa de Gerald resonó con fuerza por el parlante del celular y Arnold soltó un pequeño suspiro, inclinándose para revisar la grifería.
- No sé porque te conté todo esto. –se lamentó, dejando el celular en el suelo y apartando los productos de limpieza que estaban abajo del lavavajilla.
- Joven Shortman... -rogó una de las sirvientas, nerviosa- Si la señorita von Bismarck se entera...
- Usted tranquila, Marinette. –pidió, mirando a la mujer sobre su hombro, ya se había cansado de insistir en que lo llamara "Arnold"- En la Casa de Huéspedes, donde vivo, yo me encargo de todas estas cosas.
- Pero... la casa tiene una lista de personas capacitadas a las que llamar... -la mujer abrió los ojos con sorpresa y agitó sus manos- No es que yo crea que usted no este capacitado...
- Por favor, permítame ayudar. –miró hacia su celular cuando Gerald se volvió a reír- ¿Y tú...?
- Oh, hermano... es que tú no puedes dejar de ayudar. Aun al otro lado del mundo ¿No se supone que eres un invitado? Ni siquiera sé qué estás haciendo pero estoy seguro que es algo que ni siquiera deberías haberte enterado que estaba mal.
Y Arnold juró que su amigo estaba negando en silencio.
- No veo la razón por la que tendrían que llamar a alguien... -el rubio pasó del sermón que Gerald le dio y clavó su mirada en Marinette mientras se arremangaba más la camisa y tomaba de la caja de herramientas lo que necesitaba- cuando solo necesita un ajuste. Uno menor, no está nada roto ni necesita repuestos. –razonó.
- Yo creo que te estás escondiendo de ya-sabes-quien. –bromeó Gerald.
Claro, Scott... Obviamente su amigo no se estaba refiriendo a Lord Voldemort, eso estaba claro. Y toda esa burla y risas se debían a que Arnold le había contado sobre lo ocurrido. La verdadera pregunta era: ¿Por qué lo había hecho? No había obtenido consuelo ni ánimo. Bien... tampoco había esperado eso, no era ingenuo. No tanto, por lo menos. Pero desde la conversación, el chico, al otro lado del mundo, no había parado de reírse.
- No lo hago por eso. –gruñó, revisando qué parte de la grifería estaba suelta.
- Joven Shortman...
- Marinette, por favor, siga haciendo sus tareas. No se preocupe por mí. –Arnold le sonrió amigablemente aunque en el fondo necesitaba prestar toda su atención a su trabajo y no a calmar a la mujer.
- Pero...
- Si le soy sincero, me pone algo nervioso tenerla sobre mi hombro.
- Oh... lo lamento tanto. –la mujer miró a un lado y a otro- Yo... voy a limpiar las chimeneas, entonces...
- Por favor, dígame si necesita ayuda con eso ¿Si? –Arnold levantó la mirada, clavándola sobre la mujer para que quedara absolutamente claro lo que le diría- Will y yo estaremos encantados de ayudarlas con las tareas pesadas.
- Usted es muy amable y el joven William también, pero le aseguro que todo está en orden. –Marinette inclinó la cabeza- Por favor, si necesita algo, no dude en llamarme.
- Igualmente. –bromeó el chico, notando como la mujer se iba, no muy segura de estar haciendo lo correcto- Bien, puedes hablar con libertad.
- ¿Ves? Un buen amigo protege tu honor. –comentó Gerald.
- Burlándose indirectamente, por supuesto. –Arnold rodó los ojos y encontró la parte de la grifería que se había aflojado ligeramente.
No sería nada, solo tomó la herramienta necesaria y con un trapo, comenzó a dar los ajustes necesarios.
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Cacería «Hey Arnold!»
Fanfic[Todos los capítulos subidos a la vez] Instinto de Caza. Segunda Parte. Secuela de "Cómame señor lobo" 1/4/2014 Instinto de Caza. Continuación de "Cómame señor lobo". No basta con conocer el aroma de su presa ni tener en el paladar su exótico sabor...