- ¡Gretel von Bismarck! –rugió Arnold, saliendo de la habitación con una toalla rodeando sus caderas y otra colgando sobre sus hombros.
Todo su cabello estaba desordenado, pues parecía que había estado secándoselo justo antes de encontrar un buen motivo para aporrear la puerta donde había visto meterse a la alemana por última vez.
- ¿Si...? –la chica abrió un poco la puerta, con una ladeada sonrisa y fingió ver un imaginario reloj de muñeca- Tres horas en el baño ¿Eh? Realmente debieron estar muy sucios, señor lobito.
Arnold controló su sonrojo y empujó la puerta para abrirla por completo y revelar una habitación tan grande como la de Helga pero decorada con estanterías llenas de cómics, cajas varias que seguramente contenían videojuegos para diferentes consolas y películas. En este caso la cama estaba contra la pared izquierda y frente a la misma un amplio mueble con un gran televisor y diferentes consolas junto con sus controles bien guardados atrás de puertas de cristal. Pero a pesar de la gran curiosidad que movía a Arnold, en ese momento estaba centrado en su cuñada. Esta ya se había cambiado de ropa y el diferente estilo le sorprendió a pesar de su enojo.
- ¿Vestido...? –fue lo primero que se le ocurrió decir al rubio.
Y no era para menos. No recordaba haberla visto con un vestido en todo el tiempo que la conocía. La alemana llevaba delicadas sandalias cafés que se amarraban a sus tobillos y hacían a juego con el vestido color chocolate que se amarraba a su cuello, mostrando un escote ovalado que dejaba ligeramente a la vista sus pequeños senos y tenía un cinturón con hebilla del mismo color de las sandalias; el largo del vestido apenas cubría el tatuaje que tenía en la cara interna de su muslo, muy cerca de su cadera, así que era muy corto. Después de algunos meses, el cabello natural de Gretel había crecido hasta debajo de sus hombros pero aun usaba cintillos para apartarlo de su rostro, en esa ocasión café.
- Así me visto aquí. –la alemana sonrió de costado- ¿A qué debo la vista de tu ligeramente pero tierno torso desnudo y lampiño?
Arnold se agarró con más fuerza a su toalla y el impulso que tuvo de irse desapareció cuando notó la cruel sonrisa de Gretel.
- ¿Y Will...?
- Me pidió una habitación para él. No quiso compartirla con nosotras. –la chica se cruzó de brazos, visiblemente frustrada- Así que está en el cuarto de alado. Lila se está bañando. Por lo que debo informarte que estás semidesnudo en mi habitación y nosotros estamos solos, eso es desconcertante.
- No te hagas la inocente. –Arnold frunció el ceño- No planeo ponerme la ropa que está en el armario.
- Walk in closet. –corrió la alemana- Por mí no hay problema si quieres ir desnudo, tienes tu encanto. No sé qué opine el resto.
- Como sea. –el rubio frunció el ceño- ¿Se puede saber dónde está mi ropa?
- ¿Tu ropa...? –la chica abrió los ojos con inocencia- ¿Qué ropa?
- Mis camisetas, mis jeans y mis convers ¿Dónde están, Gretel? –y dio un paso más hacia ella.
Obviamente la chica no se movió.
- ¿Esa ropa que cuando te vi guardándola te dije que no la llevaras? –parpadeó varias veces- ¿La ropa que dije explícitamente que no quería que usaras? También recuerdo que te dije que no iba a dejar que estuvieras todo deportivo ¿Me preguntas por la ropa que te dije que no iría con muchas de las cosas que haríamos aquí? –parpadeó un par de veces más- ¿Esa ropa?
- Si... -el chico gruñó y la tomó por las caderas para que no se alejara- Mi ropa.
- Oh... cuando la vi en tu maleta pensé que te habías olvidado de quitarla. –la rubia acarició despreocupadamente el brazo del chico- Así que la saqué. Realmente me sorprendió la poca ropa que has traído, después de quitar la que no debías traer, claro está. Y dado que tenías tanto espacio.... guardé mis videojuegos y cómics ahí para traerlos. –le dio una palmadita en su hombro- Estoy segura que no te molesta.
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Cacería «Hey Arnold!»
Fanfiction[Todos los capítulos subidos a la vez] Instinto de Caza. Segunda Parte. Secuela de "Cómame señor lobo" 1/4/2014 Instinto de Caza. Continuación de "Cómame señor lobo". No basta con conocer el aroma de su presa ni tener en el paladar su exótico sabor...