Corrí. Pero no corría frustrada, tampoco enojada, corría como si fuera una hoja llevada por el viento entre los árboles de aquel lugar.
De repente sentí mis pies… ¿mojados?
Estaba parada. En medio de un lago.
¿Cómo eso era posible?
Di unos pasos en el agua, me empecé a deslizar como si caminara sobre hielo, gire sobre el agua.
Se arremolino a mí alrededor y cayo como si la hubiera echado el agua con la mano y la hubiera tirado de nuevo.
Toque el agua se elevo hasta mi mano.
Lo hice una vez y me rodeo un sector de agua, lo hice mas veces, el agua giraba como torbellino a mi alrededor elevándome en la punta.
Estaba muy alto, yo reía, aunque en mi interior no entendía que estaba pasando.
Estaba tan alto que sentí que podía tocar el cielo. Desde allí, pude ver mi reflejo en el agua.
Mis ojos brillaban nuevamente.
Y de pronto deje de hacer los torbellinos y caí de la torre que se desarmo como torre de bloques, grite del susto.
Caer en el agua fue como un golpe duro, primero me hundía, después se volvió todo negro y una luz en el fondo del lago me atraía como a un imán.
Caí sobre un piso de piedra, me pare frotándome la cabeza.
El piso era de piedra azulada, las paredes de mármol blanco, con torres con enredaderas y flores rosadas en cada una de ellas, estaba en un pasillo, al final, había dos puertas grandes de madera.
Camine por el pasillo y abrí las puertas de un empujón.
Era una sala, el piso y las paredes era iguales a las del pasillo, solo que había una alfombra blanca que daba a un trono plateado con espirales de cristal muy hermoso.
Sentado en el había una mujer, llevaba un vestido dorado largo hasta sus pies, tenia una corona de cristal, los ojos rasgados y era muy blanca, al lado de ella había dos chicas, una de cada lado del trono, llevaban un vestido blanco hasta los pies, con un lazo plateado en la cintura y una corona de flores blancas en la cabeza.
-Aline Evans.-dijo la mujer
Trague saliva.
-¿Quién eres tu? ¿com sabes mi nombre?
Sonrío- soy Anna, la reina de las Cuizas.
-¿cuizas? ¿Qué es eso?
-las cuizas somos llamadas de muchas formas, ay seres que nos llaman Ángeles renegados, somos seres que querían vivir en la tierra y cambio de eso tenemos misiones que debemos cumplir. Somos seres mitad hada mitad ángel, cada cuiza tiene una parte de su cuerpo subdesarrollada. Cada cuiza tiene una misión.
-¿somos?
-creí que querías saber tu origen.
Me sorprendí- ¿mi origen? ¿Quiere decir que soy una…?
-si. Eres una cuiza. Y deberías vestirte como tal- me señalo y de un chispazo mi ropa cambio. Ahora llevaba un vestido blanco y una corona de flores blanca, también llevaba unos zapatos hechos de cristal.
-como veras, yo tengo mi poder en las manos. Y tú lo tienes en tus ojos.
-mis ojos lo único que hacen es brillar.
-no. Tus ojos tienen que ver con tu misión. Eres una cuiza de justicia. Tus ojos pueden matar a un pecador con solo mirarlo simplemente a los ojos.
-pero entre aquí. Usando mis manos y…
-no puedes tener dos poderes, eso es físicamente imposible, lo de tus manos lo puede hacer cualquier cuiza que quiera entrar a la fortaleza. Tu propio instinto te guío hasta aquí.
-¿mi madre era cuiza?
-eso lo tendrás que resolver tu. Ahora vete, he dicho todo lo que tenia que decirte, pero antes de eso toma-dijo, me dio un collar con una perla verde agua en el centro, cuando nos necesites, llámanos.
-pero…
-eh dicho que te fueras-y chasqueo los dedos y yo ya me encontraba sentada a orillas del río completamente confundida.