Capitulo 24

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RECUERDOS

Abro los ojos al notar la desaparición de la presencia de Luka. Me encuentro en lo que parece ser un antiguo templo, ahora en ruinas, completamente blanco, puro, inocente.

Camino por entre las ruinas observando los trozos de piedra blanca. Me paro al sentirme observada. Miro hacia la fuente y me encuentro con un chico joven, de vestimenta blanca, ojos azules y una sonrisa cariñosa.

- Hola Kira, por fin podemos conocernos como es debido

Me acerco al chico, quien coloca sus manos para que coloque mi cabeza. No lo dudo y dejo que me acaricie. Al principio no me doy cuenta, pero poco a poco, se que el chico que me está acariciando es Vaélico, mi Dios.

Ronroneo ante sus caricias, pero alzo la mirada al notar unas frías gotas caer sobre mi cabeza. Vaélico está llorando. Mi Dios está llorando, y yo no se el motivo. Me aparto preocupada y acerco mi hocico a sus mejillas. Le lamo el rostro para hacer desaparecer sus lágrimas.

- Por favor... no llores... haces que me sienta culpable

Vaélico me rodea el cuello y hunde su rostro en mi pelaje. Dejo que llore en mi, es mi Dios, es el único que nunca me dejó sola.

Cuando se aparta, puedo ver como la tristeza y el arrepentimiento se reflejan en sus hermosos ojos. Veo que alza la cabeza para mirar mas allá de mi. Me giro en su dirección y puedo ver como un espejo se ha formado y se ve la escena en la que yo estaba tumbada en la nieve, cansada, desorientada y sola.

Puedo ver todo lo que sucede después de caer inconsciente. En total puedo ver a tres personas acercarse, o al menos intentarlo, a mi. El primero se acerca sin miedo alguno y parece ser como si tocara mi rostro, el segundo no llega a acercarse ya que el tercero llega enseguida y es entonces cuando me trasladan.

Cuando la escena finaliza, me giro hacia Vaélico. 

- No entiendo lo que intentas decirme

- Yo fui el primero en ir a por ti... pero no pude salvarte de tu destino ni tampoco pude salvar a tu familia... solo pude dejarte parte de mi alma para que concluyeras la parte que ya tenías y así obtener la mitad entera de mi.

Le miro sin entender. En cierto modo, ahora mismo quiero acabar con todo a mi alrededor, pero por otra parte... me siento aliviada.

Me acerco a Vaélico y le rodeo con mi cuerpo.

- Vaélico... yo siempre te he sentido cerca de mi, mi fe en ti nunca ha dudado... por lo que no tienes que disculparte. Yo siempre confiaré en ti.

Le veo sonreír y abrazarme. Esta calidez... nunca podré encontrarla en ningún otro lugar.

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