• TREINTA Y CUATRO •

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El reloj de la cocina marcaba las diez de la mañana y justo a esa hora, la chica de la cabellera negra bajaba por su merecido desayuno entre bostezos y eufóricos ladridos del perro

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El reloj de la cocina marcaba las diez de la mañana y justo a esa hora, la chica de la cabellera negra bajaba por su merecido desayuno entre bostezos y eufóricos ladridos del perro.


Su madre la miro con molestia al verla con el pijama puesto, pero río al ver la torpeza de la chica al tomar asiento.

— Buenos días amor — le dijo su madre antes de dejar el plato con tostadas en frente suyo e ir a la sala de estar

— Buenos días ma — le respondió.

El timbre resonó por todas la paredes y el grito de su madre al informar que ella abriría la puerta.

— Buenos días señora, vengo a solicitarle su permiso para salir con su hija.

"Dos Iris Azules"

Moví mis caderas como una loca al ritmo de We Are

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Moví mis caderas como una loca al ritmo de We Are. Si señores y señoras, Kate Winslet estaba bailando en la intimidad de su hogar con su sensual acompañante, la escoba. Grité como loca cada profunda palabra que marcaban esos increíbles chicos y salte a mi cama dejando la escoba en el suelo, sacudí mi cabello en todas las direcciones posibles y use mi mano como micrófono.


— Oh mi Dios — susurre bajo mi agitado aliento —. ¡WE ARE! ¡WE ARE! — canté a todo pulmón.

Imaginándome en el concierto, saltando entre la multitud, cantando hasta quedar ronca, gritando hasta perder el aliento y llorar cuando cantasen Worldwide y mi mente divagara en los profundos lagos de mis recuerdos del episodio donde la cantaron y las circunstancias en las que sucedió. Dios, mi pequeño y delicado corazón no pudo con ello.

Baje de un salto fuera de mi desordenada cama, la canción acabó y los segundos en los que pasaba a la siguiente canción distinguí los fuertes golpes en la puerta principal. Acabe de ordenar mi cama, recogí la escoba y corrí a atender la persona detrás de la puerta principal.

Kate y KeyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora