• EXTRA •

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• DEMASIADO JÓVENES PARA EL MATRIMONIO •

—Creo que voy a vomitar. —masculló al frente de la casa.

—Todo saldrá bien. —me anima y propina un golpe en mi brazo.

—No, en serio, voy a vomitar.

Extiende la bolsa frente a mis ojos y las arcadas se encargan de soltar lo poco que logre ingerir en el desayuno, por culpa de los nervios. Keydan desliza su mano por mi espalda en apoyo moral y de hermano de vientre. Vomito mis propias tripas con cada fuerte arcada en medio de una acera, con autos pasando al frente, algunas personas transitando, también cabe la mínima posibilidad de que los habitantes de la casa de en frente salgan sin previo aviso y se encuentren con un patético chico que lo único que puede hacer es vomitar sin parar.

Keydan le hace un nudo a la bolsa plástica y la lanza a la canasta de al lado, me tiende un pañuelo y me encargó de limpiar mi boca con un poco de enojo. Esto no debía de salir así.

—Lo harás bien. Tan sólo... dilo. —me anima con un ligero empujón hacia adelante.

Me tambaleo un poco a causa de la repentina acción, al recuperar mi equilibrio lo miro mal.

—Necesito lavar mis dientes. —informo plantando mis pies en modo "no me moveré de aquí sin el aliento fresco".

—Puede que Kate tenga algo para ayudar con eso. Vamos. —comienza a caminar a la derecha.

Le sigo de cerca a la casa vecina, caminamos por un corto trecho hasta el porche y Keydan le propina dos golpes a la puerta. Esperamos y puedo escuchar como la fuerte música se detiene de golpe.

—¿Quién podrá ser a estas horas de la mañana? —por el tono de Kate distingo que ella no parece tener idea de que hora era, porque eran pasadas de las 11—. Espero que no sean esos vendedores ambulantes. No tengo dinero, ni interés y mucho menos tiempo. —se queja frente a la puerta o eso deduzco al poder escuchar su voz con mayor claridad—. Vamos Kate, una bonita sonrisa y buen humor, fácil, fácil. —Keydan suelta una risilla a mi lado y sonríe.

La puerta se abre y el rostro de la novia de mi mejor amigo pasa por dos reacciones: la primera es felicidad al ver a su novio y la segunda he de suponer que es de preocupación o algo similar, porque en lugar de ir directo a los brazos del amor de su vida, sus manos vuelan a mi rostro y lo mueven de izquierda a derecha. Frunce su ceño, me suelta y golpea el pecho de Key. Que mujer más bipolar.

—¿Por qué lo traes medio moribundo a mi casa? ¿quieres que Arya me asesine cuando se entere de que su amorcito se murió? ¿estás loco? ¡No pienso formar parte de esta locura! —le dice con enfado a Keydan, luego me señala con su dedo—. Pobre de ti que te pase algo, porque soy capaz de revivirte y obligarte a pagar por el daño que le hagas al lindo corazón de mi unicornio. —para finalizar se acerca a Keydan—. Te amo, pero quedas solo en esto bonito. —bromea y le da un suave beso a Key.

Camina a la puerta y la cierra frente a nuestras caras. ¿Y ahora qué? Miro a Keydan a la espera de alguna respuesta, pero permanece en silencio. Pareciera que la señal Wi-Fi de su cerebro desapareció y no sabe cómo continuar sin ella, pero yo sí o por lo menos debía de intentarlo. El tiempo se acaba y en cuestión de minutos debía de estar tocando la puerta de la casa de Arya para una cena familiar. Una de las muchas cenas familiares que organiza su madre cuando los visito los días libres de la universidad.

Golpeó la puerta, Keydan me mira como si estuviera loco y Kate abre con una mueca de enfado. La ignoro y me adentro a la casa haciéndola a un lado con delicadeza, escucho su fuerte respiración y me volteó para darle una mirada severa. Ella transforma al instante su mueca en una fina línea y me mira atenta.

Kate y KeyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora