Secuestrado

Capitulo 16 || Reencuentros.

La gala de la Compañía Poisson-Rose era el evento que cada año se esperaba con más ansias. Si tenías la fortuna de que una invitación llegara a tus manos, podías estar seguro de que, a partir de esa noche, formabas parte oficial de la alta sociedad europea y tenías oportunidad ilimitada de negocios con todos los personajes importantes de cualquier medio.

Todos en París estaban totalmente alborotados frente a la puerta del elegante hotel Ritz, donde cada año se celebraba dicha cena, aunque la prensa estaba en total control detrás del cordón de seguridad, tomando fotos y buscando alguna que otra entrevista a algún personaje habitual o nuevo que por allí se presentaba.

Todo estaba en calma, pero repentinamente todo se volvió un descontrol total cuando vieron llegar a Albafica Poison, acompañado de su hijo menor, Cardinale, y saludar amablemente a todos los presentes que fueron a cubrir un año más aquel importante evento, pero todo se volvió un total caos cuando, de la nada, vieron como el "desaparecido" Dite Poisson se acoplaba a su padre y su hermano para las cámaras y sonreía con naturalidad pero siempre acompañado con su usual descaro. Todos estaban en total shock, ya que, a pesar de que la desaparición del sueco estaba arreglada ante la justicia, ante la prensa jamás se aclaró nada y todos estaban incrédulos ante lo que veían. Mas aumentaba su desconcierto cuando notaron que el rubio no se separaba del brazo de cierto peliplata con cara de pocos amigos, pero de muy buen porte y bien vestido, que, si bien miraba con desdén a todos los que tenía frente suyo, cada que volteaba la mirada al heredero, su mirada se volvía blanda y tierna.

Rápidamente se dieron cuenta de que estaban enamorados y que seguramente, Dite presentaría a ese extraño personaje a la alta sociedad europea. Tal vez por eso reaparecía nuevamente esa noche en particular y no antes.

-Si todos estos imbéciles supieran quién eres. Estas mucho más arriba que todos ellos.- Le comento por lo bajo al italiano, cuando les llego de lejos la pregunta de "¿Dónde sacaste a ese muchacho?" -La sorpresa que se llevaran todos cuando les diga tu apellido.

-Yo solo deseo ver la cara de una sola persona cuando digas que soy un Acubens.

-Hablando de eso.- Albafica se les acercó por detrás y trató de que solo ellos escucharan lo que tenía para decirles. Quería dejar al pequeño Cardinale fuera del asunto a como diera lugar. -Me acaban de avisar que Diamonds llegó hace casi media hora y que ya está en el salón.

-Entonces no esperemos más. Que comience la función.

La sonrisa de Dite contagio a su padre y también a su novio. Desde afuera, todo parecía que estaban felices y sonrientes porque finalmente podían compartir un momento tan importante después de la desesperante desaparición del sueco menor, pero entre esos tres, sabían bien que de lo que se reían, era de la pronta y muy merecida caída de aquel bastardo francés.

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Si nada había cambiado, algo que consideraba altamente probable, a esa hora no debía de haber nadie en la cocina. Se rió casi sin hacer ningún ruido al recordar la forma en la que se dio cuenta de eso, ya que, en los últimos años, después de volver de un largo día de clases, dejaba todos sus libros tirados al lado de la escalera y utilizaba su mochila para llenar de comida y luego encerrarse en su habitación.

Siempre creyó que nunca había tenido actitudes típicas de un adolescente, pero ahora, viendo todo desde una luz muy diferente, se dio cuenta de que si las había tenido y que eran más tontas de lo que creyó, pero estaba agradecido de haber tenido, aunque sea, esa inconsciente normalidad entre todo lo que le había tocado vivir.

Aunque estaba seguro de que no habría nadie, entro con calma y sigiloso para evitar hacer algún ruido que lo delatara y acabara siendo visto pero por suerte eso no sucedió y pudo entrar a la cocina, por la puerta de servicio de esta sin levantar ninguna sospecha. Se asomó fuera de aquella habitación y cuando vio que nadie estaba cerca, abrió del todo las dos puertas de servicio, que era la señal que necesitaban los otros tres jóvenes para correr hasta allí y entrar con él.