Secuestrado

Capítulo 24 || Enfrentamiento prematuro. El derrumbe de la mentira más grande

Se miró al espejo y una pequeña lágrima recorrió su mejilla. Estiró su mano y tocó su reflejo mientras maldecía internamente el haber caído tan bajo. ¿Cómo había sido posible que lo convencieran de comerse su orgullo y, por primera vez en su vida, estar bajo las órdenes de alguien que no era ni la mitad de listo y calculador como él mismo lo era? Pero allí estaba, maldiciendo haber sido tan débil aquella vez y haberse desprendido de todo cuanto amaba.

Sabía que se hacía un poco tarde, por lo que tratando de recuperar un poco la compostura y luego de juntar del suelo el poco orgullo que le quedaba sano, recogió con algunas pinzas su, ahora corto y azabache, cabello y tomando su saco, se dirigió hasta la salida de la casa, donde los otros tres lo esperaban con impaciencia.

Al verlos directo a la cara, quiso golpearlos, pero detuvo sus ansias porque no quería que nadie más saliera lastimado, tanto o más como él lo estuvo durante los últimos años, mientras se arrepentía de cuanta cosa recordara y mientras subía al auto, para emprender el viaje a París y enfrentar de una buena vez a su miedo más grande, se hizo una última vez, la misma pregunta que a otra alma lejana también atormentaba.

-¿Cómo hubiera resultado todo si te hubieras dado vuelta aquella mañana?

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Todos estaban realmente sorprendidos con lo que acababan de descubrir, ¿Y cómo no estarlo? Si durante varios meses, lo único que deseaban era tener la cabeza de Degel Diamonds en una bandeja y ahora resultaba que ese pobre infeliz era la víctima principal de todo este juego.

Pero la pregunta que los mortificaba era ¿Por qué?

¿Por qué Degel hizo lo que hizo? ¿Qué fue lo que lo orilló a actuar así? ¿Por qué había decidido guardar silencio tantos años y actuar de perpetrador cuando no era así? ¿Por qué se había orillado a ser llamado "culpable" de algo que no hizo?

Esas preguntas daban vueltas en la cabeza de todos y no estaban ni cerca de responderlas por sí mismo, a menos que aquel responsable indirecto se apareciera y les diera explicaciones, pero parecia que eso no sucedería pronto, ya que había transcurrido un día y medio completo y de Degel o Camus no había señal alguna y eso solo lograba que todos se pusieran aún más y más nerviosos, pero el que sin dudas estaba mucho más alterado que sus compañeros, era el propio Milo, ya que traspasó su terror de que Degel le hiciera algo a Camus, a pensar que Shijima podría hacer algo para retenerlo a su lado a cualquier precio, y de solo imaginar que su cubito podría, y esta vez de verdad, estar secuestrado, era algo con lo que no podía vivir.

-¿Qué se supone que están haciendo aquí?

Todos se dieron la vuelta y miraron entre confundidos y preocupados a Shion, que les devolvía una mirada aún cargada de enojo por no haberse dado cuenta antes de la situación que tenían delante.

-Tu padre te hizo una pregunta, Mu. Ten el respeto de contestarle.

-Tú también eres mi padre.- Respondió casi murmurando el menor.

-No quieras pasarte de listo, niño, que sigo de muy mal humor. Así que ahora mismo me responden a lo que pregunté.

-Estamos esperando que Camus regrese, solo eso, My Lord.- Dijo calmado Aioria.

-Ya se me hacía que era eso y no otra cosa.- Dejó salir entre suspiros mientras dirigía su mirar al castaño, quien solo frunció sus labios y negó con la cabeza, en remarcado silencio. -¿Saben que porque estén aquí afuera desde temprano, no hará que el tiempo se mueva más rápido, no?

-Lo sabemos, así como usted también sabe que no vamos a permanecer calmados ante todo este cambio de situación.- La atención de todos viajó directamente al pequeño escorpión, quien no sacaba sus ojos de la gran verja de entrada, ya que sentía que en cualquier momento, Camus o Degel o los dos podrían aparecerse por allí y él no dudaría un segundo en correr hasta ellos. También sabía que cabía la pequeña, pero existente posibilidad de que sea Shijima quien finalmente se decidiera dar la cara, y entonces también correría hasta él, pero para darle un golpe directo en el rostro, del cual jamás se olvidaría. -Todos los planes se nos dieron vuelta en menos de veinticuatro horas, ¿Cómo es siquiera posible que nos pida mantener la calma?