Capítulo 27 || La realidad y el comienzo de la revelación de un nuevo secreto

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Encerrados en su habitación, más precisamente en el cuarto de baño, Milo seguía refunfuñando entre dientes e ignoraba de manera terrible a Camus, a pesar de que el pelirrojo le acariciaba la parte interna de los muslos, con toda la suavidad que pudiera proveerle con la punta de sus pies, pero ni así podía sacarlo de su enojo, y aunque lo comprendía, que ni el agua caliente de la bañera pudiera poner las cosas calmas entre ambos y darle un momento más íntimo, que hace bastante tiempo no podían tener por obvias circunstancias, era toda una mezcla de situaciones que ponían a Camus de un mal humor mucho más grande que aquel que podía llevar el rubio.

Pero ese poco de mal humor terminó por completarse, cuando Milo sostuvo el tobillo contrario y mirándolo frío y fijo solo dejó salir un simple "no tengo ganas", y eso solo hizo que el galo se enfadara mucho más de lo que su novio podía estar y sin que ninguno dijera ni media palabra, Camus salió del agua, tomando una de las toallas que había sobre uno de los asientos frente al espejo del tocador, y poniéndosela apurado alrededor de la cintura, solo tomó algo de la ropa que antes había usado, porque no quería quedarse a buscar algo nuevo que usar, salió de la habitación con mucho enfado, hasta casi exagerando, él lo sabía, pero se sentía tan mal con toda la situación que estaba ocurriendo, que esperaba que lo único que no le hiciera enfadar fuera su pareja, pero allí estaba, Milo deteniendo todos sus intentos de ponerse un poco más íntimos, y él comportándose como un chiquillo berrinchudo que creía que con enojarse le darían todo lo que quisiera con tal de que dejara su enojo a un lado.

-Hey, cuidado, hermanito.

Tal era el apuro que llevaba en sus pasos, que no vio al sueco y acabó chocando con él, pero eso no fue lo que le hizo molestarse más, si no que, al contrario, las palabras que usó para hablarle, le dejo más confundido que otra cosa.

-Estas algo, por no decir completamente lento, en este último tiempo, Cam, pero no te culpo. Quien puede estar con la cabeza clara después de todo lo que ha pasado.- Le comentó casi entre sonrisas antes de responderle lo que exactamente le había preguntado momentos atrás. -¿De verdad es que no te habías dado cuenta de como mi padre mira al tuyo? Y si llega el momento en que Degel le corresponda a esa miradita de imbécil, entonces tu y yo seremos hermanos.

-¿¡Cómo dices!?

-Ay vamos, no te enojes tanto, piensa que es mejor así,.

-¿Y en que forma es mejor?- Dejó salir con bastante molestia mientras se cruzaba de brazos.

-Degel y Kardia podrían arreglarse y entonces los que acabarían siendo hermanos, serían tu y Milo.

La mueca de fastidio que en un comienzo llevaba, muto a una de espanto total al darse cuenta de que Dite tenía razón. Si Kardia y su padre se disponían y lograban superar todos sus problemas, dejando el pasado en el pasado, y se enfocaban en reiniciar sus vidas uno al lado del otro, cabría la posibilidad de que él y Milo acabarán siendo hermanos a los ojos de algunos, ya que los verían como una familia si Diamonds y Mettaxas se casaban.

-Igual, no te preocupes.- Usando un tono calmo, volvió a llevar la atención del pelirrojo hacía él. -Albafica está empecinado en tener el corazón de tu padre, quien sabes que está en una situación en que cualquiera le puede influir con facilidad, y Kardia, bueno, tu viste lo que pasó allá, se dijeron de todo menos que se querían, si sumamos el hecho de que Milo nunca más volverá a ver a Mettaxas como su padre... Creo que ya debes de entender mí punto.

Aunque la mirada de Camus se había puesto tranquila nuevamente, algo en su interior seguía removiendose y haciéndole sentir muchas cosas a las que jamás podría ponerles algún nombre o siquiera poder describirlas, por lo que no se dio cuenta de cuando Dite lo tomó de la mano y lo llevó hasta su habitación, en donde, apenas si entró, cerro la puerta con llave y, luego de extenderle algo de ropa limpia para que se vistiera de una vez, ya que durante toda esa conversación, se dió con el galo casi desnudo, solo cubierto por una toalla que apenas si le tapaba hasta la parte baja de los muslos, los dos jóvenes se miraron y simplemente dieron paso a lo que querían decirse, más que nada, lo que el sueco quería decirle al contrario.

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