A la mañana siguiente, me despierto sintiendo el cuerpo de Amaia junto al mío, lo cual es el cielo... Pero el sonido de su teléfono sonando no lo es tanto. Amaia lo coge al cabo de unos segundos que tarda en reaccionar.
-Sí, mamá. Cuando quiera –le responde a Javiera.
Entonces abro los ojos y caigo en la cuenta. Estamos en el hotel de Olave... Y ya es el día. El corazón se me acelera en una milésima de segundo. Pero entonces veo a Amaia repanchingada todavía en la cama junto a mí y se me pasa todo. No necesito nada más...
No vas a salir huyendo en el último momento. ¿Verdad que no, cuquita?
Me río de mi propia ocurrencia.
-Buenos días, mi amor –me susurra ella entonces.
¡Yuhu! ¡Está melosa! Esto es muy buena señal.
No puedo evitar sonreír de la emoción, mientras respondo al beso que me da.
-Buenoh diah, bebé –le respondo.
Y continuamos la rutina de despertarnos entre besos y abrazos. Pero por fin veo que Amaia se levanta, con esfuerzo.
-Era mi madre. Mi padre ya estará de camino y es probable que incluso ya haya llegado... Y no quiero que a mi madre le dé un infarto porque me retrase –bromea mi cuquita, dándome explicaciones de por qué se va de mi lado.
Pero bueno, Amaix, si hoy es tu día para llegar tarde.
Me sonrío mientras la veo rebuscar entre el montón de ropa y acaba cogiendo lo que tenía más a mano, que resulta ser lo mismo que llevó ayer para comer con la familia. También se arregla un poco el pelo para que no parezca tan desaliñado. Pero entonces, cuando ya parece lista para salir... Vuelve a lanzarse a la cama, sobre mí.
-¿Te quieres levantar ya? –me pregunta, pero yo niego con la cabeza. Hasta la una de la tarde que es la boda...-. Claro, ni que te hiciera falta –añade, con un poco de enfado.
Entonces nuestros ojos se cruzan.
No es mi culpa que hayas escogido un recogido complicado o lo que sea, cuquita. Por mí, me casaría contigo tal y como vas ahora mismo.
Pero acaba sonriendo, y comprendo que quiere estar lo más guapa posible en el día de hoy.
-Bueno, le diré a tus padres antes de salir que estén atentos –añade, mientras me da un último beso de despedida.
Y hoy sí que es el último, cuquita. El último sin ser marido y mujer.
Quizás es por eso, pero los dos tratamos de prolongarlo lo máximo posible.
-Te amo –me susurra Amaia y, como si esas palabras le hubieran dado la fuerza que necesitaba, hace amago de levantarse.
-Io másss –le respondo, pero soy rápido y alargo la mano a su cintura, para hacerle cosquillas.
Amaia se retuerce y me mira, con un dedo en alto, mientras se ríe, quizás por la S tan pronunciada que me ha salido esta vez. Entonces por fin sale del cuarto, con una última mirada de ojos y mejillas encendidas.
Vas a ser la novia más guapa del mundo, Amaia. No me cabe la menor duda...
No puedo dejar de pensar en Amaia el resto de la mañana, y la verdad es que me voy sintiendo más nervioso a cada rato que pasa, a pesar de que intento entretenerme para no obsesionarme. Después de tomarme un café y unas galletas, practico los ejercicios del logopeda con mi madre y trato de sentarme a componer un rato. Pero es inútil.

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El camino a casa
Fanfiction"¿Te imaginas abrir los ojos y descubrir que ya nada es como antes, que estás perdido en tu propio cuerpo, que tienes que empezar de cero? Pero entonces encontré sus ojos frente a los míos, dispuestos a enseñarme... el camino a casa". En "Te presto...