Sus ojos se movían de deracha a izquierda, miraba asombrada desde su ventana los tenues colores del cielo.
—Raven, cariño.–la llamó su madre asomando su cabeza en la puerta.
Soltando un suspiro la peli negra de alejó de la ventana y caminó hacia la puerta.
—¿Sí, madre?–respondió haciendo una seña para que entrara.
—Las chicas han llegado, es hora de bajar.–dijo mientras le acariciaba la mejilla.
Raven asintió y caminó detrás de su madre. Se quedó parada a un metro de distancia de las mujeres, mantenía la cabeza hacia abajo y sus brazos cruzados en la espalda.
—Acercate.–la animaron repartiendo sonrisas cálidas.
Con pasos torpes se acercó y fue acogida entre las demás.
—Vamos a empezar.–sentenció Kristen deteniendo los abrazos.
La Suprema era una mujer de carácter duro. Debía serlo para mantener al aquelarre bajo control y a salvo.
Diana fue la primera en pasar el cuchillo por la palma de su mano, dejando caer la espesa sustancia sobre la copa de oro.
Todas repitieron el procedimiento hasta llegar a la suprema.Raven miraba desde el sillón como las mujeres cerraban sus ojos y se sentaban alrededor del pentagrama. Aquello le daba miedo, pero era necesario para toda bruja y debía presenciarlo, sus poderes estaban a punto de desarrollarse.
El lugar estaba en silencio, salvo por el sonido de la voz de Kristen, que leía en latín las palabras del viejo libro.
La paz fue interrumpida por gritos y golpes fuera de la casa. El bullicio de las personas se incrementó.
—¿Qué sucede?–preguntó Emily alarmada, era la más joven y por ende la más nueva en el aquelarre.
Diana a levantó y asomó su cabeza por la ventana.
—¡Es una multitud! Traen antorchas.–dijo alarmada y corrió hacia el centro del grupo, buscando refugio.
—Esas personas no se cansan de venir a buscar problemas.–murmuró Kristen cerrando el libro de golpe.
El hechizo estaba a medio terminar, sus poderes depositados en la rebosante copa. Requería tiempo y silencio para culminar.
—Es el fin.–susurró Marie, aquellas palabras que todas sabían, pero no querían decir.
La suprema lo sabía, el aquelarre estaba a un paso de desaparecer. Miró a su hija, quien asustada miraba a las demás.
—Levantate.–le ordenó tomandola con fuerza de los brazos.—No hay tiempo para llorar.
Sin embargo ya era tarde, las lágrimas corrían por su rostro.
—Bebe.–le ordenó acercándo la copa a sus labios.
Obediente Raven dejó que el espeso líquido recorriera su garganta, el sabor a óxido le hizo dar arcadas.
Kristen colocó el libro en una mochila y la puso sobre la espalda de su hija. Le tomó la cara entre sus manos, con la voz quebrada y las pocas fuerzas le habló.
—Cuando pregunten qué pasó dirás que tus padres han muerto en un accidente automovilístico.–murmuró soltando un largo suspiro.—Ahora corre, corre y no y detengas hasta que lo creas necesario.
Y depositando un beso en su frente la dejó ir. Mirando como la esperanza de verla convertirse en Suprema se iba con ella.
La puerta cedió y la multitud entró enfurecida. Las llamas rodearon la casa y los alarmantes gritos del aquelarre fueron horrorizantes.
Corría como se le había dicho, con la lluvia cayendo sobre su cuerpo. Lloraba y no sabía porque. Aquella parte de su mente había sido bloqueada.
Los coches pasaban cerca de ella, incluso las personas la miraban alarmados, pero no se detenía. La torrencial lluvia estaba mojándola.
En medio de la calle sus pies se detuvieron, su cabeza miró a la derecha y se acercó a tocar la puerta con mucha insistencia.
—Ya voy, ya voy.–repetía Constante cada vez más enfadada.
Abrió la puerta y miró a la joven empapada por la fuerte lluvia.
—Oh, cariño, mírate estas chorreando de agua.–dijo y miró detrás de ella buscando a un adulto.—¿Dónde están tus padres?
—Muertos.–respondió como si de un robot de tratara.—Murieron en un accidente automovilístico.
Constance la miró. Su corazón se ablando y con darle una última mirada la dejó entrar.
—Pasa, tengo un lugar para ti.–dijo haciendo una mueca.
Miró una vez más hacia la calle antes de que la puerta se cerrara.
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C H A O S
Fanfiction❝ Son almas gemelas, es su destino estar juntos. Ella resurgió después de tantos años sólo para estar con él. Es complicado de explicar, simplemente se necesitan, es como el Ying y Yang, nada puede separlos, sin embargo debemos hacerlo porque juntos...