F I F T H E E N

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Las ramas de los árboles se mecieron con fuerza despeinado el lacio cabello de Zoe

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Las ramas de los árboles se mecieron con fuerza despeinado el lacio cabello de Zoe. Con miedo se acercó hasta la silueta que estaba recargada sobre el tronco de un viejo roble.

—Raven.–pronunció con miedo el nombre de la joven. La sola presencia de la chica le causaba escalofríos.

Se acercó un poco más y observó que ésta tenía los ojos hacia arriba y completamente blancos. Temblaba frenéticamente.

Zoe preocupada comenzó a moverla sacándola de la visión y funcionó, haciendo que ella recobrara el aire con fuerza.

—¿Estás bien?–cuestionó alterada.

—Es Michael.–susurró con dificultad.—Irá por Dinah, debemos detenerlo.

—Iré a decirle a Cordelia.–habló la chica ayudandola a levantarse.

—No lo entiendes. No hay tiempo.–reclamó temblando.—No importa si no quieres acompañarme. Iré sola.

Sus pies avanzaron adentrándose en la parte trasera de la mansión para cortar camino hacia el bosque.

Zoe miró hacia la construcción y luego hacia la bruja que no se detenía. Maldijo antes de seguirla, no la dejaría sola con ese monstruo buscándola.

El camino era largo y empezaba a cansarse. Sus pies dolían causa de los tacones golpeando contra las piedras y su piel ardía por el impacto de la maleza en su rostro y brazos.

—¿Sabes a dónde vamos?–preguntó tratando de no resbalar.

—Es por aquí, lo he visto.–respondió aminorando el paso hasta detenerse.

Zoe se giró al no sentir la presencia detrás de ella y descubrió a Raven parada como una estatua.

—¿Qué sucede?–se acercó con cuidado.—Debemos apurarnos.

Estiró su mano para alcanzar la de la peli negra y guiarla, sin embargo ésta fue más rápida y atrapó su muñeca entre los dedos fríos. La presión que ejercía comenzó a doler y sintió un líquido espeso resbalar de sus fosas nasales. Los dedos de su mano libre se dirigieron a la zona descubriendo el color carmín.

El cuerpo de Zoe se debilitó y antes de impactar en las piedras, Raven la sostuvo y se sentó con ella en su regazo.

—Ustedes son demasiado ingenuas.–comenzó a decir quitándole el cabello de la cara.—¿De verdad creyeron que traicionaría a Michael?

Se rió a la vez que negaba. Su plan había salido a la perfección, la ingenua bruja cayó entre sus mentiras.

—Son demasiado estúpidas. Nunca dejaría al anticristo, soy su cuervo del apocalipsis.

Zoe intentó decir algo sin embargo su garganta estaba cellada cualquier sonido. Movió sus ojos con desesperación.

—No te esfuerces, he puesto un hechizo sobre ti. Es demasiado antiguo y dudo que lo conozcas. Vas a presenciar todo, pero no podrás hacer nada para evitarlo.

Se levantó y la tomó de los pies arrastrandola hacia el corazón del bosque.
La soltó con brusquedad y comenzó a trazar un pentagrama con ayuda de una rama.

Tomó el cuchillo que escondía entre su vestido y lo pasó por su mano haciendo una mueca por el dolor.

Caminó alrededor del círculo dejando que las gotas que salían de su mano, cayeran sobre las líneas trazadas. El cuerpo de Zoé había quedado en medio y desde su posición observaba lo que la chica hacía.

Raven se despojó de sus ropas y entró en el improvisado pentagrama. El viento se arremolino y el lugar guardó silencio. Hasta los animales tenían miedo de ella.

—Et offer commutationem pro vobis est animam meam in potestate (te ofrezco esta alma a cambio de mis poderes).–pronunció en su lengua natal.

Había memorizado las palabras, esperando ansiosa el momento perfecto para poner en marcha su plan.

Alzó sus brazos empuñando el filoso instrumento y con fuerza lo clavó en el pecho de la chica. Como lo había dicho, Zoé no podía reaccionar, sin embargo sentía y las lágrimas se escurrieron por sus pómulos hasta perderse en el suelo, mezclándose con su propia sangre que se desplazaba con lentitud por su espesura.

Las manos de Raven se adentraron en el pecho de Zoé en busca de su ansiado corazón. Al sentirlo entre sus dedos lo presionó y de un tirón lo jaló con fuerza. La última lagrima resbaló por la mejilla de la castaña y sus ojos quedaron inertes llenos de dolor mirando hacia el cielo.

El corazón era apretado entre los dedos de la peli negra y con rapidez lo acercó hacia sus labios para después saborear el férreo sabor del órgano.

—Pater, te, qui me servavit, da mihi potestatem in me auxilium tuum puero et reduxi eum. Da mihi fortitudinem opus esse Summa Ego semper fuisse. ( padre, tú que me salvaste, devuelveme mis poderes para poder ayudar a tu hijo y guiarlo. Dame la fuerza que necesito para ser la Suprema que siempre fui.)

Las gotas de sangre cayeron hacia su pecho mientras sus largos cabellos negros comenzaron a perder color y se volvieron blancos, esos bellos ojos cafés verdosos perdieron su brillo y se tornaron de un rojo casi negro, de las manos salieron garras, negras y filosas.

Su delgado cuerpo se elevó a casi tres metros del suelo, las cosas a su alrededor levitaron siendo parte de la telequinesis. Raven carcajeo sintiendo el poder a través de sus venas. Aquello que le habían arrebatado siglos atrás, hoy lo recuperaba.

Miró con desdén el cuerpo de la bruja a sus pies. Los ojos vacío a y fríos que una vez transmitieron paz.

—Creiste que realmente podrían destruir a Michael.–se burló mirándola con una sonrisa malvada dibujada en su rostro.—Es una lástima que no puedas ver como tus hermanas son destruidas.

Sus ojos se volvieron a tornar rojos y las flamantes llamas se apoderaron del cuerpo de la joven castaña siendo parte del nuevo poder la suprema; piroquinesis.

Tomó su ropa y con rapidez se la colocó. Estaba ansiosa de regresar con Michael antes de lo previsto. No podía contener la emoción, por lo cual realizó una transmutación para llegar hacia la carretera, el inicio de la civilización.

Los resplandecientes faros de los autos chocaron contra su rostro y utilizando el poder de controlar las mentes, ordenó a un conductor a detenerse.

—Llévame hasta Nueva Orleans.–dijo a penas se acomodó en el asiento del copiloto.

Miró las luces que iluminaban la ciudad y recordó como eran las cosas en 1962. Todo era demasiado distinto a sus ojos y un terrible odio la invadió. Los humanos le habían quitado la posibilidad de vivir una vida de tranquilidad y ahora debía hacerlos pagar por ello. Acabaría con cada ser que habitara en el mundo y les provocaría dolor en venganza.

No se detendría hasta que sólo la soledad y la inmundicia abarcara cada recóndito lugar de la Tierra.

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C H A O SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora