S I X T H E E N

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Las personas que caminaban por las calles giraban su cabeza en dirección de la bruja, por su ropa negra y apariencia malvada les producía curiosidad

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Las personas que caminaban por las calles giraban su cabeza en dirección de la bruja, por su ropa negra y apariencia malvada les producía curiosidad.

El graznido de un tedioso cuervo la seguía desde unas cuadras antes, alertando a los humanos de algo macabro.

Sin tomar mucha importancia siguió con su arduo camino hacia las inexorables condiciones del lugar. De pie frente al edificio sus ojos lo escanearon, era un buen lugar y se preguntó como Michael llegó hasta ahí.

Iba decidida a todo, inclusive matar a quien se cruzara por su camino en un tonto afán de detenerla.
Entrando en la mente de las personas que transitaban el edificio, los controló y pasó de largo junto a ellos.

Esperó a que la caja mecánica se detuviera y las puertas se abrieran para continuar con su búsqueda del rubio. Según lo que había visto entre visiones, él estaba con ahí buscando ayuda para causar caos.

Aquello le pareció tonto y un poco bizarro. Michael era el maldito anticristo, podía hacer lo que se le viniera en gana, a excepción de buscar ayuda en dos tontos drogadictos de cabello ridículo.

Movió su mano abriendo las puertas de cristal y el sonido de sus tacos impactando contra el cristal, llamó la atención del par.

—¿Quién te crees que eres?–bramo Jeff con la rabia recorriendo sus venas.—No puedes entrar aquí, perra.

Raven alzó una ceja y levantó su mano haciendo levitar el cuerpo del rubio. Su cara se estaba poniendo morada por falta de oxígeno.

—Mierda.–gritó su acompañante con miedo.

Sin embargo la Suprema no daba indicios de dejarlo vivir. Repudiaba a los humanos y sobre todo los de ese tipo.

—Raven.–la dura voz a sus espaldas la hizo desconcentrarse dejando en libertad el cuerpo del genio que yó al suelo recibiendo un estrepitoso golpe.

Se giró encontrando a Michael. Su precioso rubio la miraba con devoción, pero lo que más la asombró fue encontrar a Miriam a su lado.

—¿Cómo lo has hecho?–exigió una respuesta mientras señalaba a la mujer.

—Ha sido gracias a ellos. Cordelia fue una perra y su hechizo es inquebrantable.

La bruja rodó sus ojos y comenzó a caminar hacia la salida.

—Nos vamos.–dijo tomándole su brazo como a un niño pequeño, y al igual que uno, el rubio se soltó manteniéndose fijo en su lugar.

—No.–pronunció cambiando su semblante.

Raven lo miró desafiante, ahora tenía coraje y valentía al igual que grandes poderes gracias a su antigua naturaleza, aunque el odio y resentimiento también habían influido.

C H A O SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora