Jungkook y el burdel

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Nos sentamos en la mesa en silencio, la señora Tata presidía la mesa y esperaba pacientemente a que Jungkook le explicara su ojo morado.

- Tata...-empezó a hablar en un murmullo- lo siento, tuve una pelea.

- ¿Por qué?- se limitó a decir mientras bebía una lata de cerveza.

- Insultaron a hyung, dijeron cosas horribles- su tono de voz se fue elevando.

- Jungkook no debes hacer caso a esa gente, te estas rebajando a su nivel- contesté enfadado.

-...no lo volveré a hacer- Jungkook no se veía muy arrepentido.

Comimos callados el resto de la cena hasta que Tata decidió romper el silencio.

- ¿Le entregaste lo que te pedí a Suga?- mierda.

- Lo siento, con el tema de la pelea se me había olvidado. De todas maneras me voy ya, pasaré por su casa.

- El recital de Jungkook es el lunes a las 6.

- ¿Vendrás?- Kookie tenía una gran sonrisa de conejo y sus ojos brillaban de ilusión.

- Por supuesto hermanito- removí su pelo y me fui.

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Caminar por las calles a esas horas y en ese barrio parecía un suicidio, pero yo me había criado aquí. Llevaba mi navaja en el bolsillo delantero por si acaso y estaba atento al sonido, el barrio rojo era un paraíso de luces led pero la frontera era cada vez más oscura. Empecé a hacer un horario mental de trabajo, deberes y Jungkook para intentar respirar de vez en cuando.

Yo no quería ser una puta y las palabras del chico me habían marcado. Pero en situación tenía sus ventajas, el burdel parecía más bien un refugio de gente como yo que un prostíbulo.

House of cards era una casa gigante, la planta baja se dividía en dos partes: el bar con sillones y butacas donde encontrabas a la prostituta deseada y la cocina/lavandería donde las prostitutas comían, cocinaban, limpiaban la ropa o las sábanas. Éramos como una familia, todos hacían lo de todos, por esta misma razón la ropa era para a quien le cupiera y la comida se compraba en grandes cantidades una vez al mes. El piso de arriba eran dormitorios y baños comunes.

Puede que fuera una puta pero tenía comida, ropa y un poco de dinero al mes.

Llegué a la casa de Suga y toqué la puerta, su padre me recibió:

- Buenas noches Jin, ¿te quedas a dormir?

- No, gracias. Vengo por un recado de la señora Tata, aquí esta el dinero y el nuevo número de demanda en tabaco- el señor cogió el sobre y lo guardó en su bolsillo.

- ¿A qué viene la mayor demanda?

- House of cards es cada vez más famoso, supongo que porque es mixto- dije desinteresadamente.

- Entiendo... Cuidate Jin, da igual lo mucho que insistan, siempre preservativo y nada de alcohol, drogas o tabaco- lo dice un camello.

- No se preocupe, no tengo ganas de contraer enfermedades o caer en caros vicios- le di un abrazo y me fui.

Caminando de vuelta estuve un poco más relajado, hasta que escuche pasos. Caminé un poco más rápido pero la persona siguió mi ritmo, hasta el punto en el que empecé a correr. Sin tener otra salida agarré la navaja y me di la vuelta.

- ¿Quien coño eres?- me sorprendí bastante al ver a Hobi.

- Tranquilo, animal- dijo asustado- ¿Vas a casa, no? Vayamos juntos- retire la navaja y suspire más relajado.

- Eres un idiota.

Llegamos al burdel y cada uno se fue a su habitación, me senté en el escritorio y empecé las tareas del instituto. Cuando termine caí en la cama y en menos de cinco segundos me dormí. Estaba agotado.

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Era sábado por la noche, iba contoneando mis caderas con una mini falda de lentejuelas y un top verde, las lentejuelas sonaban a cada paso y los clientes me miraban como si fuese un trozo de carne.

¿Por que no se acercaban? Pregunta fácil, los sábados por la noche de las diez a las tres de la mañana era de él.

- Gatita, te he echado de menos- unas manos se posaron en mi cintura- vamos ya a la habitación, no me gusta perder el tiempo- la voz grave lo llevó por las escaleras subiendo al segundo piso.

El mafioso Kim era respetado por cualquier persona que supiera mínimamente de la vida ilegal. Era alto, robusto y guapo. Con diez anillos en las manos y un puro en los labios, a él le gustaba que lo compartieramos, yo odiaba el tabaco. Gracias a él un futuro para Kookie era posible en mi mente.

Cogí su cubano y me lo puse en los labios, absorbí el humo y con un beso lo compartimos. En pocos minutos no tenía nada de ropa y mi respiración estaba agitada. Cinco horas después estaba tumbado en la cama con él a mi lado,  tocando mi cara y dibujando líneas invisibles.

- Eres hermoso- ya empezamos - te daría una vida llena de lujos si estuvieras conmigo.

- Por favor, no empieces- tape mis ojos con mi antebrazo.

- ¿Es por que te pegué? Simplemente no era un buen momento, no se repetirá- mentiras y mas mentiras.

- Por favor, vete- rogué.

Kim se rindió y se fue, cogí unos papeles del escritorio y empecé a rasgarlos con frustración mientras lloraba. Kim no solo me golpeaba cada vez que venía un poco borracho, él me había violado varias veces. Kim no entendía un no por respuesta y además yo no podía decírselo a alguien, realmente necesitaba el dinero. Era una situación estresante por que sabía que en algún momento dejaría de intentarlo por las buenas. Y verle cada semana era repugnante.

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Al día siguiente tenía unas grandes ojeras, las hojas que había roto resultaron ser mis apuntes y tuve que hacerlos de nuevo.

- Jin, te buscan- me dijo Lisa al entrar en la cocina.

- ¿Quién?- pregunté al terminar de hacer la comida mientras me lavaba las manos.

- No le reconozco, pero es muy joven para ser cliente. Aunque nunca se sabe...

- Son las tres de la tarde, no creo que sea un cliente- me sequé las manos en el delantal y me dirigí a lo que llamábamos el salón.

Namjoon estaba en la puerta ojeando el  "catálogo".

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𝐄𝐋 𝐀𝐍𝐆𝐄𝐋 𝐘 𝐄𝐋 𝐃𝐄𝐌𝐎𝐍𝐈𝐎 [Namjin/Taekook/Yoonmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora