*Capítulo 25

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Con Alana nos levantamos y nos dirigimos hacia los puestos. Empezamos a recorrer buscando algo que pudiéramos comer todos, queríamos algo que no hubiéramos comido en estos días. Llegamos a un puesto que tenía un horno de leña detrás, estaban sacando unos envoltorios enormes de dentro del horno; zacahuiles. Eso era lo que buscábamos; nos acercamos y pedimos dos. Como eran de dos metros pedimos solo dos, uno de pollo y uno de cerdo.

Agarramos uno cada uno y nos volvimos a la mesa. No podía dejar de notar como los demás hombres miraban a Alana con deseo y eso me estaba sacando de mis casillas. Por suerte para ellos, solo con una mirada mía se alejaban más rápido que Speedy Gonzales, si no lo hicieran las cosas habrían terminado muy mal. Estaba descubriendo que tenía un sentido de propiedad que no sabía que existía dentro de mí y, francamente, no sabía si me gustaba. Tenía una vena posesiva que empezaba a aflorar y no tenía ni idea de si era bueno que apareciera, pero ya no había marcha atrás. Estaba presente y eso era todo.

Llegamos a la mesa y nos pusimos a comer mientras que en el escenario subía una banda disfrazada de esqueletos y se ponía a tocar. Empezaron a interpretar "Mariquita" de los Caifanes. Muchos se pusieron a bailar mientras que nosotros comíamos y disfrutábamos de la cena entre charlas. Era un espectáculo interesante para la comida. Cuando terminó empezaron a tocar "La Muerte Chiquita" de Café Tacvba. Me sentía identificado con esta canción, podría decirse que fue lo que hice con Alana anoche.

Igual, era imposible que no me sintiera identificado con algunas de las canciones ¿no? Después de todo soy la muerte. La música seguía sonando mientras bailaban y nosotros cenábamos. Los zacahuiles estaban exquisitos y ya quedaba menos de la mitad de ambos. Qué bueno que habíamos decidido traer dos o no habría alcanzado. El hambre atacaba y con fuerza.

- Propongo un brindis.

- ¿Por qué hija?

- Por Brian, porque sin él, nada de esto habría sido posible.

- Estoy de acuerdo. Por Brian.

- Por Brian.

- No es necesario.

- Claro que sí, no estaríamos acá, en este momento, disfrutando de esta hermosa noche, de no ser por vos.

- Habrían descubierto la manera de venir, estoy seguro.

- Pero nos trajiste y eso es todo lo que importa.

- De parte de los tres, gracias Brian.

Brindamos mientras yo sentía que era un mezquino por dejar que hicieran eso, no me lo merecía, no después de lo que había estado a punto de hacer. Ahora que mi plan había cambiado, no me la iba a llevar pero, eso no significaba que me sintiera mejor. La banda empezó a tocar "El esqueleto" y Alana, como en el restaurante, me llevó a la pista de baile.

Nos pusimos a bailar con soltura, siguiendo el ritmo de la música. Recién habíamos comido pero eso no parecía afectarnos mucho. La música sonaba llamando a todo el mundo a la pista. A la velocidad del rayo, todo el mundo estaba bailando, hasta los padres de Alana y todas las personas a nuestro alrededor. Se podía notar el buen ambiente que reinaba en el lugar.

Pronto la canción terminó y empezó "Dios bendiga a los gusanos" de Fobia. No era una canción precisamente para comer pero, ahora que nadie estaba comiendo sino que estábamos bailando, la canción movida y graciosa sobre los que acompañaban a los muertos en las tumbas, era excelente para bailar.

Con Alana girábamos y nos movíamos al unísono, casi como si fuéramos una sola persona, era increíble lo bien sincronizados que estábamos. Miré a Virginia y Alexander, se los veía tan felices. Tan alegres mientras se divertían bailando rodeados de gente en su misma tesitura. ¿Realmente había llegado a considerar el llevarme a su hija? ¿Realmente había pensado en sacarles a aquella que adoraban con todo su corazón y por la que darían su vida?

Debí Dejarla Morir...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora