*Capítulo 18

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Me vestí lo más rápido que pude mientras mi mente iba a toda velocidad. Tenía que pensar en algo, un plan, lo que fuera, que me sacara de esto lo mejor parado posible. Y, por otro lado, tenía que cumplir con lo que me había prometido a mí mismo, de hacer que Alana disfrutara al máximo su último día.

Miré una vez más al horizonte, el día realmente estaba precioso y con clima ideal. Y ahí se me prendió el foco. Playa, los llevaría a la costa que estaba detrás de la casa y pasaríamos el día ahí. La carpa y la parrilla estaban en el galpón, era cuestión de caminar unos cuantos metros nada más.

Bajé las escaleras rápidamente y me encontré con los tres esperándome. A todos se los notaba descansados y relajados, felices. Alana tenía un brillo especial en los ojos y estaba ligeramente ruborizada. Sus labios todavía guardaban un mínimo de la hinchazón por los besos. Estaba hermosa, tan dulce e inocente que robaba el aliento.

Me senté a su lado y los tres me saludaron con ánimo. Si evitaba pensar en el final que le esperaba al atardecer, y en la catástrofe que estaba pasando del otro lado, se podía creer que sería un día magnífico. Lástima que olvidarse deliberadamente de eso no era tan sencillo, sino imposible. Eso me hizo sentir miserable, la tristeza y la preocupación me inundaron nuevamente, pero tenía que disimular. Que Alana y su familia se enteraran de lo que iba a pasar no entraba en los planes. De ninguna manera.

Charlamos tranquilamente mientras las bromas y el buen ambiente reinante ayudaban a relajarme, hasta que estuve lo suficientemente tranquilo como para hablar de lo que quería proponer para el día, sin que se notara la tensión o el temblor en mi voz del estrés integral que me inundaba el cuerpo. Aun así era una tarea difícil, no imposible. Lo lograría. Reto aceptado.

Respirando un par de veces bien hondo, de manera disimulada para que no se notara, me preparé para poder iniciar la primera parte del plan "Último día", que consistía en tres fases: primero, un día tranquilo en la playa con juegos, andar en moto de agua y divertirse, para después comer un asado ahí mismo. Segundo, una tarde tranquila de descanso y spa para Alana y Virginia y unos masajes para Alexander y para mí (realmente lo necesitaría para sacarme toda la tensión que se acumulaba en mis hombros paulatinamente a medida que el tiempo pasaba). Y como fase final, una noche de carnaval perfecta para terminar el día de la mejor manera. Lo que iba a pasar después... bueno, eso ya era otra cosa y no lo podía cambiar; aunque Destino no había tejido los acontecimientos que estaban teniendo lugar en estos momentos, lo que iba a pasar estaba escrito y no podría modificarse, no importa cuántas veces desafiara a mi madre.

-Les tengo una propuesta para el día de hoy, ¿qué les parece pasar el día en la playa? Nos relajamos y divertimos; tengo un par de motos de agua, un cuatriciclo, un juego de paletas, sombrilla, carpa, una parrilla portátil, un velero, una lancha a motor, ¿qué opinan?

Enseguida todos estuvieron de acuerdo, muy entusiasmados de una tarde como la que asomaba. Alexander también preguntó si contaba con una caña de pescar, ya que le gustaba y quería hacerlo. Le dije que sí, que no habría ningún problema. Estaba tan tranquilo y satisfecho...

-Para cuando volvamos, Rosé tendrá una sorpresa para las damas.

Les sonreí a ambas y les guiñe un ojo como cómplice. Las dos empezaron a bombardearme y a acribillarme a preguntas sobre lo que tenía planeado, a las que por supuesto no contesté. Mi respuesta era simple: "es una sorpresa".

Aún impacientes y con protestas por mi silencio, terminamos de desayunar animadamente, entre risas y chistes. Por ahora todo iba excelente, aunque no quería alardear, estaba colgando de un hilo, caminando sobre la cuerda floja. No me dejaba engañar ni por un segundo por el buen ambiente a mí alrededor. Era solo la calma que precede a la tormenta, la tranquilidad antes de huracán y el tornado. De un momento a otro todo explotaría en miles de pedazos y no había nada que pudiera hacer para evitarlo. Esperar y rezar, eso era todo.

Debí Dejarla Morir...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora