1. El Reencarnado

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Ahí estaban de nuevo, Mixcoatl se recargo de la pared de un palacio cerca del Templo Mayor, cubriéndose sus heridas, y hacia él iba Metzi, tal y como la primera ves que se vieron, cuando se conocieron. Las palabras sobraron, Metzi comenzó a sonreír con lagrimas resbalando por sus mejillas, y Mixcoatl la miro con admiración, culminando aquel momento de ensueño en un fuerte y cálido abrazo. - Me hiciste tanta falta....- dijo Mixcoatl al oído de Metzi.

El Ejercito Conquistador, o bueno, lo que quedo de ellos, escapaba por el oeste, camino a Tlacopan, donde los guerreros de la zona continuaron dando bajas a las fuerzas restantes enemigas. Mientras tanto, en Tenochtitlan se llevaban a civiles y guerreros heridos al palacio herbolario donde eran atendidos y curados, llegaban y llegaban heridos, incluso desde la calzada occidente. Los guerreros sanos y en función llegaban con españoles y tlaxcaltecas prisioneros o heridos, los encerraban en las celdas al suburbio de la ciudad. Algunos servidores y laborales limpiaban las casas y calles que estaban teñidas de sangre. La gente volvía a sus hogares a tranquilizarce, otros reparaban los daños recibidos.

-Mi tio esta muerto... y todo por culpa tuya ¡Incompetente!- grito Cuauhtemoc a Itzel, que se abalanzo sobre ella, y estuvo cerca de empezar un conflicto entre ambos hasta que Cuitlahuiac intervino y lo alejo.

-El Emperador no sabia lo que hacia, mira como termino todo ¡Nos entrego! Era hora de acabar con su absurdo pensamiento, ellos no eran dioses, tu lo viste aquella vez. ¿Cómo querías que reaccionara si seguía defendiéndolos? Mucha gente murió gracias a las prestaciones que le dio el Emperador a Cortes, si no entendió viendo la masacre que ocasiono su "invitado" era mejor que no estorbara- grito Itzel.

-Tu no tenias derecho, no debiste hacerlo, nos quedamos sin emperador, me quede sin mi tío... todo gracias a ti- dijo Cuauhtemoc molesto. Itzel solo contesto con un gesto de ignorancia.

-Fue lo correcto. No hay tiempo, Cuitlahuiac debe ser Emperador ahora, ya que su hermano murio... Itzel, no habrá ningún cargo sobre ti, pero pierdes tu derecho ante las decisiones del Imperio- dijeron los Sacerdotes de Tenochtitlan.

-Tenemos que movilizar las defensas de Tenochtitlan, los terrenos imperiales y la restauración de nuestra ciudad... Pero antes, Conmemoraremos la muerte de mi hermano Moctezuma con el sacrificio de todos los prisioneros conquistadores.- declaro Cuitlahuac. La gente que se encontraba alrededor en la plaza mayor grito de jubilo, todos querían ver sufrir a los caídos, saciaría su hambre de justicia y furia.

Mixcoatl no le parecía eso, sin embargo no podía abogar por ellos. Antes de presentarse de nuevo frente a los funcionarios y la nobleza de Tenochtitlan, se llevo al ejercito a su Palacio, aquella unión de guerreros Mixtecas, Purepechas, Zapotecas, Mayas y unos cuantos españoles. Con la ayuda de Lázaro volvió a la plaza central, donde observo como eran llevados los prisioneros a las jaulas. Eran cientos de sobrevivientes que no pudieron escapar de las lanzas aztecas. Busco en las cámaras bajas del Templo Mayor a su madre, desesperado entre los nobles y sacerdotes que se encontraban ahí escucho una voz -¿Mixcoatl?...-aquella voz era Yetzalin quien estaba atrás de él acompañada del Sacerdote Tlazopilli.

-Nantli...- dijo Mixcoatl después de voltear y correr a los brazos de su madre. Las lagrimas de ambos no soportaron el sentimiento del momento y cayeron en sus rostros acompañadas de una sonrisa.

-Cuando escuche que el dios Quetzalcóatl se hizo presente en la batalla, supe que eras tu... Gracias al dios Mictlantecuhtli por darte la vida de nuevo...- dijo Yetzalin mientras abrazaba a su hijo y acariciaba su nuca.

-Nunca morí, me mantuvieron encerrado este tiempo, es mucho lo que debo contarles... pero gracias a Lázaro pude escapar... Es un amigo, sabe todo de nosotros y podría confiar mi vida en él otra vez...- dijo Mixcoatl que presento a Lázaro, quien no se sentía cómodo al tener la mirada de desprecio de todos los tenochcas sobre él.

Mixcoatl - Heredero PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora