9. Cólera Mortal

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Dos meses después, en Tenochtitlan, el temor consumía a los pobladores...

-¿A donde vas?- pregunto Metzi a Mixcoatl, quien estaba tomando provisiones para un largo viaje.

-Debo encontrar Aztlan, hay un mapa y varios documentos que explican como llegar- respondio Mixcoatl apresurado.

-¿Y que hay allá?- volvió a preguntar Metzi molesta.

-Con suerte puedo encontrar a los Sabios mas viejos, aun viven ahí, quiero que me aconsejen- contesto Mixcoatl nervioso, aun mas.

Metzi no le creyó, tiro sus cosas y volvió a preguntar -¿A que vas? Quiero la verdad-.

Mixcoatl comenzó a sudar, y miro al balcón de su palacio, hacia el centro de Tenochtitlan -Quiero encontrar Aztlan, como refugio. El Sacerdote Tlazopilli me dijo que podría ir a pedir ayuda a los sabios, pero también quiero saber donde esta para llevar al pueblo, que se proteja y se oculte de Tezcatlipoca-.

-Tu plan es huir. Eso quieres hacer.- Exclamo Metzi decepcionada.

-No se trata de huir. Podremos contra Cortes y sus pocos españoles, tal vez también contra Maxixcatzin y su ejercito, pero Tezcatlipoca es impredecible, no sabemos si vendrá a desatar su furia contra ustedes o peor aun, venga acompañado. Dare mi vida si es necesario, pero si todo resulta en vano ¿A donde irán? ¿Donde se cubrirán?- dijo Mixcoatl preocupado.

-Estas perdiendo la fe, y no te culpo. Estos días han sido difíciles, ya casi un mes después de la toma de Tenochtitlan, y aun no terminamos de contar el numero de bajas. Sin embargo llegaste con un ejercito no tan numeroso pero fuerte, se te ocurrió la idea de crear nuevas armas, te dedicaste a fortificar aun mas la ciudad, y explotaste tu potencial divino ¿Y enserio piensas que no resultara?- Metzi lo abrazo -Tranquilo, todo saldrá bien, parece el fin del mundo pero no lo es, hemos caído y nos hemos levantado. No dejare que te vuelvan a separar de mi, ademas eres un dios, tu tienes que venir a mi, si no lo haces sabes que conmigo ya estas muerto- termino diciendo a Mixcoatl con risas, ambos se calmaron y contemplaron la vista.

-No importa si Cortes viene con sus artefactos ruidosos o si mueve sus montañas flotantes desde el otro lado, nosotros lo detendremos juntos.- dijo Metzi. Mixcoatl se quedo pensando por un momento -Eso es. Mi cihuatzin, eres increíble, Cortes ha probado de todo, menos sus barcos aquí en el lago.- exclamo sorprendido Mixcoatl.

-Pero no me refería a que en verdad lo hiciera, es imposible que los mueva hasta aquí- dijo Metzi absurda.

-Pero si puede construirlos. Tengo que hablar con Cuitlahuac, el Emperador- dijo Mixcoatl mientras se fue corriendo de su alcoba, dejando sola a Metzi. Ella se quedo desconcertada, ya que la abandono después de haberlo calmado.

-Lo olvidaba...- regreso Mixcoatl con Metzi y la beso -Eres la mejor mi cihuatzin, te debo todo- dicho eso se retiro y Metzi se quedo en su alcoba sonriendo. -¿Que esperas?- pregunto a lo lejos, esperando que Metzi lo acompañara a hablar con el Emperador. Ella acudió a su llamado.

Mientras iban camino al palacio del Emperador, conversando de las reparaciones y futuros proyectos defensivos de la zona, llego agitado y corriendo Tonauac. El emperador estaba cerca de fallecer, la enfermedad traída por los invasores, la colera del dios Tezcatlipoca lo ha consumido.

Mixcoatl y Metzi corrieron a ver al Emperador, su amigo. Estaban los funcionarios altos, los sacerdotes superiores, parte del Tlatocan y sus pocos familiares a las puertas del Palacio. Solo entraban los solicitados por Cuitlahuac.

-Emperador, estamos a su servicio. Nos a solicitado y estamos aqui.- se reportaron Metzi y Mixcoatl.

-Dejen las formalidades, somos amigos- dijo el Emperador Cuitlahuac entre tos.

-¿Como te sientes?- pregunto Mixcoatl preocupado.

-Desesperado. Todo esto es demasiado...- contesto Cuitlahuac con un poco de presión en sus palabras.

-Todo esta bien, ya tengo nuevas ideas, he planteado mejores estrategias para la guerra y...- decía Mixcoatl pero fue interrumpido por su amigo.

-No. No lo entiendes. Se que lo harás bien. Hablo de que ya me canse de sufrir, de estar así, quiero descansar. Estaré esperando por mi gran lucha en el Mictlan cuando liberes nuestro reino de Tezcatlipoca- exclamo Cuitlahuac débil.

-¿Que locuras dices tio? Eres nuestro emperador, debes cumplir tu deber, debes llevarnos a la victoria contra los Conquistadores...- dijo Cuauhtemoc desconcertado.

-No. Él es la esperanza para esta guerra. Amigo, Mixcoatl, ayúdame a levantarme y llévame a la Azotea- le dijo Cuitlahuac. -Estas muy frágil, no lo haré- contradijo Mixcoalt.

-¡Es una orden!- grito Cuitlahuac, a lo que Mixcoatl accedió a ayudarlo.

Cuando llegaron a la azotea del palacio, Cuitlahuac se solto de Mixcoatl y con el pueblo al frente hablo -¡Hermanos! Su emperador los necesita mas que nunca, estamos en la crisis mas peligrosa de nuestro reinado, y lo peor en que ya no cuento lo que me queda de vida, mi enfermedad me ha consumido, y antes de partir quiero dejar mi poder, el poder del Imperio en manos de quien ha demostrado cuidarnos bien, como lo hace un protector... Mixcoatl debe ser su emperador, él debe...- decía Cuitlahuac hasta que se debilitó por la intensidad del momento y cayo al suelo, Mixcoatl corrió a sostenerlo -¿Pero que locuras dices? No puedo ser emperador, no puedes hacer algo asi-

-Debes hacerlo Mixcoatl, por el bien de nuestro pueblo, de los futuros frutos, para seguir viendo el sol de este lado del mundo...- respondio Cuitlahuac segundos antes de fallecer. El pueblo contemplando aquel acto inesperado, reacciono con desesperación y tristeza, gritaron en nombre del Emperador, Cuahutemoc corrio a ver a su tío, los sacerdotes mandaron a llamar a los sirvientes y medicos para auxilio. Sin embargo, ya era tarde.

Mixcoatl - Heredero PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora