14. Nuevo Enemigo

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Dos dias despues, en Tenochtitlan, el Emperador Mixcoatl inspeccionaba las nuevas armas aztecas terminadas, calificando su balance y filo, además de su resistencia y diseño. Mostró a los guerreros como usarlas y portarlas. Tlazopilli también mostraba a los sacerdotes y monjes como dominar los encantamientos y los hechizos en la batalla.

Practicaron una y otra vez la formación y las estrategias, se tenia a disposición de Tenochtitlan 300 mil guerreros aztecas en el Ejercito Imperial, entre ellos los Guerreros Aguila, los Guerreros Jaguar, los Rapados, la Milicia Azteca y los Arqueros de Obsidiana. También se tenían a 450 monjes y sacerdotes aztecas listos para ayudar al Ejercito Imperial. Sin contar al Ejercito Emplumado, compuesto de guerreros zapotecos, mixtecos, de Tzitzutzan, mayas, y soldados españoles. Aparte, los ejércitos de pueblos aliados, que en conjunto formaban 100 mil guerreros, y se contaba con las bestias de Alcoman, 80 jaguares enormes. Sin embargo, no sabían que sus fuerzas serian suficientes para enfrentar al Ejercito Conquistador.

-Este dia sera distinto... Algo no esta bien- dijo Tlazopilli al resto de monjes durante la práctica. Al mirar al cielo, una mancha grisasea cubría una parte pequeña del cielo.

Mientras tanto, en Alcoman, los habitantes recolectaban mercancía para la familia y el hogar, tomando las mismas medidas recomendadas en Tenochtitlan frente a la guerra. Todos se movilizaban, del mercado del pueblo a sus casas, de los talleres a los hogares. Los guerreros y guerreras Alcomanes resguardaban las fortificaciones del pueblo, no mantenían una postura firme ya que el dia era muy tranquilo y normal.

De pronto, todo se oscureció. El sol estaba detrás de la luna, un eclipse se presento al medio dia, y todo se silenció. Los habitantes de todo el valle, de todos los pueblos, se detuvieron a ver el eclipse, considerado un presagio malo, avisando un peligro inminente. Esperaron que pasara despues de un rato, pero el momento se hacia eterno, y lo unico que se podía apresiar era la melodia de la selva, y las aguas del lago. Sin embargo, esas melodias cesaron, y a lo lejos se escucho partir la tierra. Fue después de ese sonido que el Sol volvió a aparecer.

-¿Un eclipse? Eso es señal de algo malo...- dijo Xicotencatl... Que se encontraba a las faldas del volcán Popocatépetl junto al Ejercito Conquistador.

Al norteste del lago, entre la espesura de la selva, un estruendo se escuchaba, unos gritos se alzaban, las aves volaron para alejarse del terror que se aproximaba. -Haz sonar la concha de guerra ¡Rapido!- grito un guerrero alcoman a otro.

-¿Los españoles?- le pregunto.

Rápidamente se acerco un numeroso grupo a Alcoman -No, mucho peor-.

Las Tzintzimimes comenzaron a atacar con sus macanas, lanzas y dagas a los habitantes de Alcoman, asesinando a niños, mujeres y hombres que encuentren, despellejando sus pieles, comiendo su carne. Los guerreros y guerreras corrieron a atacarlos, comenzaron a responder los mas aproximados a ellas y cortaban sus cabezas, una forma efectiva de matar a una Tzinzimime.

-¡Rápido! Mujeres y niños adelante, corran a Texcoco, resguardense. Que los guerreros protejan la retaguardia de la huida- grito Itzel a los sargentos alcomanes.

Las Tzintzimimes eran miles, millones. Los guerreros no tardaron mucho en empezar a caer, apenas habían matado a 100 de esas bestias. Pasaban dos horas y la gente ya se había alejado a Texcoco, pero la mitad de las fuerzas de Alcoman ya habían caído, y el pueblo estaba rodeado, algunos guerreros estaban dentro junto con Itzel, quien es la Tlatoani del pueblo.

-Escuchen. Es nuestra obligación mantener a la Tlatoani a salvo, así que hay que atravesar la barrera de Tzintzimimes ¡Todos protejanla!- dijo un sargento alcoman.

-¡No permitiere que se sacrifiquen por mi! No iremos todos ¡Juntos!- Grito Itzel a los guerreros, pero estos hicieron como no escucharla y sin pensarlo comenzaron a atacar a las Tzitzimimes rápidamente, abriéndole paso a Itzel. Aunque parecía que todos saldrían de ahí, en un instante mataron a mas guerreros de loas que se podía imaginar. No eran guerreras del inframundo, eras bestias devoradoras de hombres.

Se aproximo un grupo de guerreros de Texcoco dirigidos por Tonauac, y estos ayudaron a Itzel y sus guerreros a salir del sitio, pero mas Tzitzimimes se aproximaron y la brecha que separaba a Itzel de los guerreros de Texcoco era mas grande. Entonces un guerrero alcoman tomo a Itzel y la lanzo hacia los guerreros texcocanos.

-¡No! No los dejare- grito Itzel enfurecida, pero los guerreros texcocanos la pasaron a Tonauac y rápidamente se la llevaron, solo un puñado se quedo a para el avance de las bestias. -Proteganla, y tomen venganza por nosotros...- grito un guerrero alcoman. Estos siguieron luchando y causando numerosas bajas a las Tzitzimimes, pero no pasaron un par de horas para que los exterminaran, y también a los texcocanos que se quedaron en el lugar.

Itzel iba llorando, marchando a Texcoco a lado de Tonauac y el grupo de guerreros. Cuando llegaron, los pobladores iban de salida, la mayoría se encontraba ya lejos del pueblo, caminando al sur. Los guerreros texcocanos se dirigieron al norte del pueblo para enfrentar la amenaza, frenar su ataque y no lleguen al sur. -Quiero que te vayas a Tenochtitlan junto con la gente ¡Ahora!- dijo Tonauac a Itzel.

-No huire otra vez...- le respondió. Comenzaron a discutir, hasta que aparecieron las Tzitzimimes como hambrientas voraces.

Esta vez, con una estrategia planteada, los guerreros atacaron a las bestias de forma que la aniquilación de las mismas comenzó a aumentar mientras se acercaban mas a sus posiciones. Los guerreros se separaban por un momento, atacaban con maniobras evasivas, aplicaban las técnicas de puma, y se reagrupaban para cubrirse los laterales y daban una ofensiva en conjunto con sus lanzas.

-No es suficiente, seguirán llegando mas y mas- dijo Tonauac a Itzel.

Ya estaba cerca el atardecer, y las bajas de guerreros comenzaron a hacerse notar, los cuerpos ingeridos por las Tzitzimimes eran mas y mas, el olor a cuerpos destripados era mucho que afectaba la condición de los guerreros, los desconcentraba y por consecuencia perdían el sentido frente la batalla, y eran derribados por las bestias.

Ya no había mas gente en Texcoco, pero los guerreros no podían bajar la guardia, la cual comenzó a ser inútil con los pocos guerreros que iban quedando. Inesperadamente, llego Itzpapalozotl, la Tzitzimime madre. Una mujer de aspecto putrefacto, con manos cubiertas de llamas humeantes, enorme, y de color rojo, portando un collar de corazones y ojos humanos.

Itzpapalozotl ataco a los pocos guerreros texcocanos con sus llamas, y aunque estos pocos con vida la trataban de atacar, no podían hacerle algo a alguien muerto. Sus hijas la defendían, mataron a todos los guerreros.

-Vete ahora Itzel ¡Ya!- le grito Tonauac, antes de que Itzpapalozotl lo tomara del cuello y se lo quemara, separando su cabeza del cuerpo. Itzel se quedo con horror, inmóvil, iba a ser la siguiente.

Frente a ella apareció Mixcoatl y una lluvia de flechas mojadas de agua mágica, quemaban el cuerpo de las Tzitzimimes. Mixcoatl aterrizo con una onda expansiva, la cual destruyo las bestias mas cercanas y las alejadas eran empujadas bruscamente. Luego se enfrento a Itzpapalozotl, esta le lanzaba llamas de fuego que quemaban al primer contacto, Mixcoatl las esquivaba y con un fuerte ataque la golpeo en la cara. Este ataque noqueo a Itzpapalozotl, y después de un grito intimidante se alejo con sus hijas al norte, mas no desapareció. "Volveré".

Mixcoatl - Heredero PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora