Capítulo 15

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Máximo, 23 años atrás


Máximo corrió escaleras abajo con la ropa a medio colocar, Marianne  seguía llamándolo con la zapatilla en la mano.

—¡Máximo! ¡Ven aquí, espera un momento!

—¡Espera Marie!

Corrió por la cocina buscando la puerta trasera de la casa y salió a la máxima velocidad que sus piernas podían, corrió y corrió hasta la casa de Tomas, su vecino. Golpeó insistentemente la puerta, pero nadie abrió, asomó sus ojos por la mirilla de la puerta y trató de ver por el pequeño agujerito si había alguien dentro, pero nada.

Se dio media vuelta para volver a casa, pero inmediatamente se le ocurrió y colocó la pequeña invitación por debajo de la puerta de su amigo. Sonrió y retomó el camino a su casa donde Marie lo esperaba con los brazos en jarra y la zapatilla que le faltaba en una de sus manos. Máximo sonrió y ella no se resistió devolviéndole la sonrisa.

—Me faltaba Tomas... es importante que venga Marie.

—Si querido, lo sé. Pero ahora debes tomar la leche, tu madre fue a comprar los últimos detalles que faltan y enseguida regresará, no querrás que vea que a esta hora todavía no tomaste el desayuno.

Se puso la zapatilla y caminó a casa de la mano de Marie.

— ¿Crees que esta vez papá vendrá?

—No lo sé hijo...

Pateó una piedrecita que había en la acera. Una parte de sí quería que su padre estuviera en el festejo de su cumpleaños, lo deseaba y anhelaba, pero otra parte estaba convencido que no sería así, y de seguro su madre sufriría por ello y estaba harto de escucharla llorar.

Ann llegaba en el auto al momento que ingresaban a la casa, Máximo corrió abrazarla y ella lo llenó de besos.

— ¡Feliz cumpleaños amor!... Déjame verte...— lo alejó un poco y lo miró detenidamente frunciendo el ceño. —mmm sí, definitivamente estás más grande.

Sonrió ilusionado y se miró el mismo.

— ¿De verdad lo crees?

— ¡Claro! — acarició su cabello y le besó la frente.

Entraron a la casa y mientras él tomaba el desayuno Marie y Ann  preparaban los deliciosos bocadillos para la fiesta.

Entre preparaciones y acomodar cosas, se hizo el horario y los invitados empezaron a llegar.

Su madre estaba muy nerviosa y Máximo lo notaba, a cada instante miraba su reloj y la puerta de ingreso, pero ni señas de su padre. Notó aquel rostro que ponía su madre cuando iba a llorar y se le estrujó el corazón, pero Marie apoyó la mano sobre su hombro.

—Ven, tus amigos quieren disfrazarse.

Caminaron hacia el patio de atrás, mientras él se volvió y contempló a su madre que ya había tomado el teléfono y comenzaba la discusión.

Jugaron a los disfraces, bailaron, disfrutaron el show de los payasos y llegó la hora de soplar las velas de la torta.

Se acercó a la mesa, Marie y Ann estaban a su lado, todos sus amigos alrededor y comenzaron a cantar el cumpleaños feliz, debía soplar y pedir los deseos. Tomó la mano de su madre, miró sus ojos claros que habían estado llorando y sin dudarlo sopló las velas. Sólo pidió un deseo, sólo uno esperando que sirviera, que su madre fuera feliz.

Los invitados se fueron uno a uno y Ann volvió al teléfono y continuó la discusión, Marie acompaño a Máximo a su habitación y trataba de distraerlo rememorando todo lo que habían hecho en la tarde.

Todo Fue Diseñado Antes que un Sólo Día PasaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora