Capítulo 13

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Sonó el móvil, era su llamada.

— ¿Qué estás haciendo?, ¿no me digas que durmiendo con el calor imposible que está haciendo?

—No, solo recostada descansando y disfrutando la habitación.

—Pues te espero en 15 minutos en la piscina. Supongo que trajiste un traje de baño. No puedes venir a Santa Mónica sin uno.

—Si traje pero creo que no será buena idea Máximo. Mejor me quedo aquí y descanso un poco.

— ¡Vamos! Anímate. No todo en la vida es trabajo y obligaciones, te va hacer bien y la vista desde la piscina es hermosa.

—No, creo que no...

—Vamos, es una orden  Martin. —dijo en tono burlón y sin darle tiempo  a reprochar nada, colgó.

Daniela resopló, miró su maleta. Había traído un traje de baño porque Clara había insistido en que no era algo coherente hacer un viaje allí y no llevar uno aunque sea para caminar por la playa y asolearse un poco. Si no lo hubiera traído sería la excusa perfecta para evitar bajar. De mala gana se cambió, se puso su sombrero de playa con un lazo negro, su enteriza azul, una camisa blanca anudada en el ombligo y un short vaquero. Tomó el libro que estaba leyendo y bajó.

Cuando llegó, estaba atestado de gente, algunos tirados al sol, disfrutando del agua, conversando mientras tomaban algo fresco. Se sentó en una reposera y buscaba a Máximo pero no lo veía por ningún lado.

Pasados ya unos minutos, cansada de esperarlo tomó su libro y comenzó a leer, al poco tiempo él se paró frente a ella cubriendo un poco el sol. Estaba tan guapo, no podía dejar de notar sus músculos. Llevaba un short de baño azul marino, lentes de sol y una gorra negra.

Lo miró y él le sonrió con aquella boca perfecta, sus labios, todo era tan masculino que Dani suspiró y trató de pensar en otra cosa mientras él se sentaba a su lado.

—Así me gusta  Martin, que cumpla con su trabajo como debe ser. —Dani lo miró con sonrisa irónica y puso sus ojos en blanco. Él sonrió y su risa parecía como una canción preciosa a sus oídos.

—Señor Reed creo yo que usted se está aprovechando de su autoridad aquí. —dijo siguiendo aquel juego de jefe-empleada que él había comenzado. Inmediatamente, Máximo giró apoyando sus antebrazos sobre las rodillas y con su cuerpo hacia adelante, muy cerca de ella volvió a sonreír.

— ¿Le parece a usted eso señorita? Deberá presentar una carta formal en la oficina de personal. —Estaba muy cerca, sintió su perfume una vez más y su piel se erizó,  se puso tan nerviosa que no supo que contestar. Ese segundo en que se miraron pareció una eternidad. —Como no contesta nada, mejor vamos a la piscina y no quiero reproches Martin. —Se puso de pie sonriendo, dejó los anteojos y la gorra en la reposera y sin más, hizo un clavado perfecto en el agua. Dani lo siguió con la mirada sin creer todo lo que su presencia despertaba en ella. Cuando emergió su cabeza del agua cristalina, la miró y volvió a sonreírle. — ¿qué estas esperando?

—Gracias, pero prefiero quedarme aquí si al señor no le molesta. —Tomó su libro tratando de concentrarse en alguna palabra, pero él se acercó y apoyó los brazos en el borde de la piscina.

—Vamos Dani, ven a meterte, esta deliciosa el agua.

—Es que... prefiero quedarme a leer. —estaba nerviosa y él lo notó.

—¿Leer? ¡Vamos! Hace mucho calor... ¿Cómo puedes concentrarte en cualquier cosa que no sea en refrescarte?

Lo miró entrecerrando los ojos.

—No te preocupes por mí, disfruta del agua, yo estoy bien aquí en mi reposera. —sonrió levemente y trató de enfocar su mirada en las letras del libro, intentando dar por concluido el tema.

A los pocos segundos, él estaba parado frente a ella tapando el sol nuevamente, su cuerpo estaba mojado y las gotas corrían por su pecho y sus brazos.

Máximo tomó el libro y cerrándolo lo puso al costado, ella trató de protestar pero él no dio marcha atrás.

—No sé nadar... —Se sonrojó al decirlo, siempre le había dado vergüenza no saber nadar, es que todos sabían a su edad o al menos eso era lo que ella creía. Volvió acomodarse en la reposera y Máximo la miró sonriendo con ternura.

—Está bien, vamos y te voy a enseñar.

—No, de ninguna manera, me moriría de la vergüenza. — la tomó de los brazos y de un tirón la puso de pie. Ella quedó frente a él. Le sacó el sombrero suavemente y sin dejar de mirarla lo dejó al costado. —Por favor no, es que me muero de vergüenza.

—Dani nunca te avergüences de nada conmigo.

La miraba fijamente con esos ojos avellana que resaltaban más con sus pestañas mojadas, por un segundo le pareció que podía ver en ellos unas pequeñas y sutiles líneas verdes. Estaba serio aquellos cristales avellana se posaban en  sus labios, el calor que sintió con su presencia y su mirada, se depositó en sus mejillas y él sonrió.

—Me encanta cuando te sonrojas. —Lo miró y sus mejillas se pusieron más coloradas aún por sentirse descubierta, lo empujó levemente con mirada pícara.

—Deje de hacerse el galán señor Reed sino me veré realmente obligada a denunciarlo por acoso laboral. — Máximo  rió con una carcajada y esperó que ella se sacara la camisa y el short. Se veía preciosa con aquel traje de baño, resaltaba su cuerpo, era una mujer hermosa y alteraba en él cada sentido, corrió su mirada para contenerse.

Entraron en el agua y Dani estaba rígida. Él la tomó de la mano y despacio fueron avanzando hacia la profundidad mientras fijaba sus ojos en los suyos.

—No tengas miedo, no voy a soltarte. —Ella confió. Tomó su mano con las suyas y cuando el agua llegaba a su mentón sin pensarlo, le rodeó el cuello con su brazo aferrándose a él y acercó su cuerpo abrazándolo fuertemente. Él se sorprendió y al mismo tiempo la tomó de la cintura, notando que su cuerpo no soportaba tanta cercanía. Trató de quitar aquellos pensamientos de su mente.

—No debes tener miedo, el agua te levantará siempre que te relajes. Debes mover los pies y las manos como apoyándote en el agua, mientras lo hagas no vas a hundirte. —la separó lentamente de su cuerpo y ella comenzó a moverse despacio siguiendo sus indicaciones.

Él no soltaba su mano lo que le daba seguridad. El agua se sentía tan bien, estaba cálida y refrescante al mismo tiempo, era tan clara que veía todo a través de ella. Sonrió complacida. Él soltó su mano suavemente y pudo mantenerse flotando unos segundos. Ambos sonrieron y cuando se cansó, el volvió a tomarla acercándola. 

—No es tan difícil. Cuando te sientas cansada y no puedas seguir flotando solo sumérgete y dirígete hasta la orilla.

—Si... —dijo con tono burlón— es fácil decirlo...

El sol se fue poniendo, la piscina fue aquietando sus aguas a medida que las personas se retiraban y ellos seguían en allí riendo, disfrutando la presencia el uno del otro.

—Muero de hambre, ¿qué hora es?

—Las 7.43 pm.

—Es mejor que subamos así comemos algo y descansamos. Mañana es un día largo y el agua me ha dejado agotada. —Máximo asintió, juntaron sus cosas y subieron.

Cuando llegaron a la puerta de la habitación de Dani, se sonrieron y cada uno entró a la suya. Se tumbó sobre la cama y dio un profundo suspiro.

¿Qué estoy sintiendo Dios? ¿Por qué mueve tanto mi mundo este hombre? Estoy tan confundida... Señor, protege mi corazón por favor. Tú me conoces y sabes que no podría resistir otra vez. Es un hombre magnífico, me siento abrumada por sus atenciones, sus miradas, sus palabras, pero para él no debo ser más que una mujer más. Cuida mi corazón.

Estaba feliz recostada allí mirando a la nada. 

Todo Fue Diseñado Antes que un Sólo Día PasaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora