Todo Fue Diseñado Antes que un Sólo Día Pasara

Epílogo

El sol estaba a pleno y la playa repleta de personas. Dani miraba al horizonte, aquel mar, testigo de un amor que se unía al cielo y se convertían en uno. Sonrió dejando que el sol acariciara su piel dándole ese color rosado. Máximo la sorprendió abrazándola por la espalda, acarició su vientre con cariño y amor.

—Se está moviendo. ¿Puedes sentirlo?

—No... no puedo. —dijo fastidiado.

Se arrodillo y hablándole a la panza de Dani frunció el ceño.

—Pequeñín, tienes que patear fuerte, como todo un macho, así puedo sentirte...

—Amor, todavía no sabemos qué es. ¿Y si es niña?

Se quedó pensativo.

—Bueno princesa, entonces tienes que crecer tan hermosa y bella como tu mami, y espero que tengas esas mejillas sonrojadas que tanto amo. —Enarcó las cejas y miró a Dani que le clavó sus ojos escuchando sus palabras con el ceño fruncido. — pero... no salgas tan enojosa, mejor con la simpatía de papi. —Sonrió y Dani se cruzó de brazos. Dio un beso al vientre y se puso de pie abrazándola. —Amor no te enojes vida, era una broma.

—Te dije que son las hormonas, que yo no soy enojosa. —Máximo sonrió y la abrazó besando sus labios fruncidos.

Caminaron por la playa de Santa Mónica como lo había hecho dos años atrás. Cumplían aniversario de bodas y habían escogido la playa que los enamoró.

Santiago había muerto ya, pero dejó a Máximo la idea clara de que lo amaba. Y eso llenaba su corazón, le había contado del bebe en camino y se mostró tan contento, que los llenó de felicidad.

Marianne y Clara se habían hecho muy buenas amigas, se juntaban a tomar té y a pelear por quien sería la abuela más querida. Máximo y Dani reían sin parar.

Acudían regularmente a la Iglesia y participaban de las actividades con jóvenes, el Señor siempre estaba entre ellos, había sido tan bueno y realmente había guiado todo para su bien. Todo había sido agradable y perfecto.