Capítulo 22

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Fueron al parque  y subieron al carrusel gigante. Mientras daban vueltas Máximo le explicó que  giraba gracias a la luz solar y Dani lo escuchaba fascinada por la vista en lo alto de la rueda y por lo interesantes que eran las conversaciones con él, sabía tanto de todo, conocía el mundo al derecho y al revés y sentía que las horas a su lado pasaban sin si quiera darse cuenta. Subieron a otras atracciones y luego se acercaron a la playa, se sacaron el calzado de los pies, Máximo arremangó su pantalón y caminaron un largo trecho por la arena mojando sus pies con la espuma del mar.

Dani estaba callada, mirando todo a su alrededor.

—¿Pasa algo? Dímelo por favor, estas muy callada.

—No, no me pasa nada— sonrió bajando la mirada.

Se acercó a ella poniéndose al frente, una brisa nocturna movía sus cabellos al viento, tomó su rostro con ambas manos levantándolo para encontrar su mirada. Sus ojos se veían oscuros y misteriosos. Estaba tan cerca que ella sintió cómo sus nervios le enfriaban las manos.

—Puedes decirme cualquier cosa y lo sabes. No me ocultes nada por favor. Si te pasa algo, si necesitas de mí, no dudes en pedirme lo que sea. No quiero que estés callada, distante. Quiero que estés siempre cerca de mí.

Lo miraba sumamente conmovida por sus palabras y su corazón quería perderse en esos brazos y en esos labios, besarlo hasta agotarse. Él la quería cerca, lo estaba diciendo y se sentía tan especial en ese momento, tanto que temía por la vuelta a casa, por romper esos segundos interminables donde él, sólo le daba sus sonrisas a ella y sus atenciones. Temía por lo que sucediera al volver. Quería detener el tiempo en esa playa con ese cielo estrellado, con esos ojos mirándola directo al corazón, para siempre.

—No me pasa nada, de verdad. —sonrió. —Sólo pensaba en lo hermoso que ha sido este viaje, en tantos momentos vividos y en todo lo que aprendí. —Sonrió recordando la piscina y él lo entendió a la perfección. Soltó su rostro sonriendo y tomó su mano.

—Este lugar también estará siempre en mí,  Dani...

Continuaron caminando y él no soltaba su mano,  rieron con melancolía mientras ella se estremecía ante aquella sensación de pertenecerle. 

Volvieron en el coche al hotel. Cuando subieron a las habitaciones, Máximo la siguió hasta la puerta de la suya y le dio las buenas noches, cuando se volvió para irse, Dani lo llamó.

—Máximo espera, quiero darte algo.

Él se sorprendió por su llamado y se quedó esperando. Cuando volvió, le entregó un libro con tapas gastadas. Sorprendido lo tomó y se dio cuenta que era su biblia.

—Quiero que la tengas. Es muy especial para mí, le eh leído innumerables veces, en momentos tristes y alegres, siempre encontré en ella el consejo de Dios. Quiero entregártela y que sepas que es un tesoro especial para mí. —Máximo la tomó en sus manos apretándola contra su corazón.

—Gracias...  Es muy especial que me hagas este regalo... —Cuando la hojeo al pasar, vio algo dentro que parecía una fotografía. Cuando quiso sacarla, Dani se percató que la había olvidado allí dentro.

—Por favor devuélvemela — le suplicó. Él sonreía muy intrigado por verla, y más por el hecho de que la quería ocultar. Dani intentó quitársela, pero él la escondió detrás de su espalda con sonrisa burlona.

Alargó su mano para quitársela, pero con un movimiento rápido, le rodeó la cintura con un brazo mientras que con el otro, ponía la fotografía nuevamente detrás de su espalda.

—¿Qué ocultas Martin?, déjame verla —dijo con mirada suplicante y sonrisa burlona.

—No oculto nada... es que... 

Todo Fue Diseñado Antes que un Sólo Día PasaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora