Capítulo 21

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Máximo se secaba en su habitación el cabello mientras la luz de los últimos rayos de sol se colaba por su ventana. ¿Su amigo?, ¿eso era todo? Tenerla allí, tan cerca de su boca, había deseado besarla con tal intensidad que apenas había podido soportarla. Sabía que si lo hacía, sería el final de lo que fuera que había entre ellos, porque si probaba la suavidad de sus labios, nunca más podría apartarse de ellos. Nunca había tenido tanta intimidad con una mujer, compartir un atardecer, contarle sus pensamientos y dolores más íntimos. Su alma, su corazón siempre habían estado lejos, distantes, callados, pero cerca de ella, quería salirse del pecho, y su alma abrazar la de ella con una intensidad que apenas podía contener. Se había enamorado por primera vez.

Se sentó en suelo, tomó sus rodillas, cerró sus ojos y lo único que tenía allí en su mente era el rostro de ella, su cabello, su sonrisa, sus ojos verdes, su piel, su timidez, su ternura y suavidad. Estaba enamorado y era una realidad que no podía seguir ocultando. Había tratado de pensar que era sólo el anhelo de algo distinto, que era una amistad especial, en fin, cualquier cosa que evitara asumir que ese corazón fuerte que siempre creyó tener, era tan débil frente al amor como cualquier otro.

Dios, ¿qué voy hacer? es la mujer que elegí, la que quiero sólo para mí

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Dios, ¿qué voy hacer? es la mujer que elegí, la que quiero sólo para mí... y ella está enamorada de otro...

Sus celos se apoderaron de su mente y sintió unas ganas incontrolables de partirle el rostro al infeliz... 

Se durmió con el pesar de sus palabras  pegadas en sus oídos y en su corazón, clavándose en ellos y creando una incertidumbre que no sabía cómo podría sortear.    

Dani estaba en su habitación, se había dado un baño para relajarse del paseo y se recostó en su cama, prendió el televisor tratando de distraer su mente, pero una y otra vez se descubría pensando en esos ojos que habían traspasado  su corazón y habían dejado una marca en él para siempre. "¿Qué significo para ti?" Esa pregunta volvía una y otra vez a su mente turbando sus pensamientos. Cerró sus ojos tratando de averiguar que era realmente lo que significaba él en su vida, quería encontrar la respuesta correcta. ¿Eran amigos? ¿Era su amigo?

Pensó en él, en su sonrisa, sus miradas,  sus juegos y en la forma en que siempre la hacía reír, en ese hombre exitoso y elegante que despertaba suspiros por doquier y que en esos días había estado sólo con ella,  sin mirar a nadie más, que se había preocupado de que disfrutara cada experiencia nueva, que la alentaba y resaltaba sus cualidades, que la había abrazado,  cuidado en su momento más difícil y que había despertado en ella una necesidad de estar siempre pegada a él, sintiendo su respiración, con sus manos fuertes rodeándola y atrayéndola a él, aquel el deseo de besarlo intensamente... Su corazón se aceleró ante esos pensamientos...

Abrió sus ojos, se incorporó en la cama, mordió su labio preocupada y dio un suspiro.

— Estoy enamorada... no puede ser... —dio  vueltas por la habitación, se acercó a la ventana, miró hacia la playa donde ya no quedaban rastros del sol, y miró hacia la pared que la separaba de su habitación.

¿Cómo lo miraría de nuevo? No podría, no quería que se diera cuenta de sus sentimientos, no quería perder su amistad y quedar expuesta. Si Máximo la lastimaba estaba segura que no volvería amar nunca más. ¿Y qué sentía él por ella?, se le hacía imposible imaginarlo. Por momentos parecía mirarla con intensidad, hasta con amor. Esa tarde en la playa había notado algo triste en sus ojos cuando respondió a su pregunta, tal vez el esperaba que ella dijera algo más... La incertidumbre la invadió. Estaba esa mujer... esa llamada... Él era un hombre experimentado en todo, conocía de todo,  tantos lugares, había vivido tantas cosas en su vida, que le resultaba imposible que tuviera interés en ella, que tenía una vida de lo más simple, lo que la hacía más complicada a la vez... Claudia era hermosa,  tenían muchas cosas en común e incluso parecían compartir el mismo estilo de vida. Había algo entre ellos y sea lo que fuera, ella había marcado el territorio ese día en el parque y se lo había recordado al ver su llamada.

¿Por qué Señor todo es tan difícil y complicado? No quería  enamorarme ahora, no de él...

Miró el reloj y se apuró a preparase, Máximo la había invitado a cenar y al parque. Se puso un vestido corto azul, sin mangas, que lucía hermoso sobre su piel dorada del sol de esos días,  unas sandalias con tiros hacia la pantorrilla, dejó su cabello suelto, delineó sus ojos y se puso lipgloss. Golpearon su puerta y sabiendo que era él, los nervios la invadieron. Cerró sus ojos aquietando sus pensamientos, porque ahora que había asumido lo que sentía por él, lo que menos quería era que él lo notara. Cuando se sintió lista, abrió la puerta, él estaba de espaldas y giró sobre sus pies al escuchar la puerta. Sus ojos se posaron en ella sorprendido por lo bella que se veía.

—Estas hermosa Martin. — dijo tomando su mano y  Dani estaba completamente roja. —¿Ya te has sonrojado? No puede ser...—ambos sonrieron teniendo sus corazones estrujados.

Le ofreció su mano  y salieron del hotel en busca del carro.

La noche estaba hermosa, la luna  y las estrellas brillaban más que nunca. Máximo se veía muy bien, llevaba una camisa blanca, abierta en el escote, un saco y pantalón marrón que lo hacían ver tan masculino y sexi que Dani no quería siquiera mirarlo por temor a que descubriera los sentimientos que la ahogaban desde hacía tiempo, pero que esa noche se habían hecho presentes en su mente y le salían por los poros de su piel. Miraba por la ventanilla del carro las estrellas, el mar, la playa hermosa y las luces de la ciudad y del parque, que brillaban moviéndose entre la oscuridad.

— ¿Sucede algo Dani?— ella giró su cabeza hacia él y él se distrajo brevemente del camino para mirarla esperando una respuesta.

—No, no sucede nada. — le sonrió y ella le devolvió la sonrisa tímidamente.

Llegaron a un restaurante muy bonito, se sentaron  fuera debajo de  una pérgola de enredaderas verdes que ocultaban parcialmente el cielo nocturno y proyectaban sombras dispersas sobre las mesas caoba. En cada una, la tenue luz de una vela, que daba al ambiente ese tono de intimidad y romanticismo.

Máximo corrió la silla delante de ella para que pudiera sentarse y cuando lo hizo, desde atrás le acercó un lirio blanco que la sorprendió muy cerca de su rostro.

—Gracias. — tomó la flor y acarició sus pétalos acercándolos a su rostro. —Esta bellísimo. Son mis...

—Tus favoritas... ya lo sé. —dijo sonriendo sin quitar sus ojos de los de ella. Se miraron allí en silencio un segundo eterno.

Él se sentó frente a ella y disfrutaron de la comida exquisita, sabiendo que era la última noche que estarían allí.


Todo Fue Diseñado Antes que un Sólo Día PasaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora