Capítulo 28

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Dani corrió bajo la lluvia sin siquiera abrir su paraguas, dejó que el agua cayera sobre su rostro y arrastrara su vergüenza y su dolor. Se volvió a mirar la casa, pero nadie venía tras ella. Lloró por la realidad que la golpeaba y la estrellaba. Corrió lo más que pudo hasta vislumbrar un taxi que se acercaba, se subió y huyo de ese lugar. Su corazón estaba hecho añicos. Se había hecho ilusiones y castillos en el aire por sonrisas y besos que habían conmovido todo en ella y en él no habían sido nada. Se volvió a sentir tonta por no darse cuenta.

Tonta, mil veces tonta...

No era normal que no contestara sus mensajes, sus llamadas... Apretó sus dientes queriendo desaparecer, apoyó su cabeza en el vidrio del coche y deseó despertar de ese mal sueño.

Llegó a su casa empapada de agua y de lágrimas. Se dio un baño caliente y se encerró en su cuarto esperando  que Clara no se acercara. No tenía ganas de explicar algo que ni ella entendía, no era enojo con él, después de todo nunca le prometió nada, estaba enojada consigo misma por creer en la posibilidad de que fuera amor. Rozó con su mano los labios que él había besado, cerró sus ojos y trató de no llorar, estaba cansada de todo. Las lágrimas se escurrían silenciosas. Pensó cómo seguiría su vida... cómo haría para verlo, para estar a su lado aguantando su presencia y supo que no podía volver a la empresa.

El martes por la mañana Máximo fue a RedDesign, reincorporándose luego de que su padre se había estabilizado. Notó el escritorio de Dani vacío. Frunció el ceño mientras miraba su reloj. Entró en la oficina y se sentó en su sillón. Se estiró hacia atrás. Había estado ese día anterior pensando cómo actuaría con ella, qué le diría... y no encontrarla había cambiado sus esquemas. Miró por el cristal y su silla seguía vacía. Llamó a Joanna Todd.

—Señor Reed, ¿qué necesita?

— ¿Daniela Martin no ha llegado?

—No señor, ayer pasó por recursos humanos... pensé que le habían informado. —Máximo se incorporó frunciendo el ceño sin entender.

— ¿Recursos humanos?

—Sí señor...

—Pero ¿dejó razón?

—No sabría informarle, pero enseguida me comunico con la oficina y le informo.

Se retiró y él estaba incrédulo. No entendía por qué se había ido, sabía que le encantaba el diseño y estaba feliz con el proyecto de los londinenses. Si ese tipo tenía culpa de que tomara esa decisión, lo mataría. Tomó el móvil pensando en llamarla, pero lo paseó de una mano a la otra y Joanna volvió a entrar.

—Permiso señor...

—Sí... dime.

—Señor, no especificó, sólo razones personales.

—Gracias. Es todo... —Ella salió de la oficina y Máximo quedó ensimismado. No podía hacer nada con los contratos, el teléfono no dejaba de sonar y no quería tomar ninguna llamada. Estaba confundido, herido y extrañándola. El hecho de saber que no la vería más, que no habría nada que los uniera, que le permitiera estar cerca de ella, se había clavado en el cuerpo y se sentía hasta enfermo. Tomó sus cosas y salió para su casa.

Marianne se sorprendió de verlo tan temprano. Entró y cerró de un golpe la puerta. Tiró el maletín en el sillón y se fue a su habitación encerrándose allí, deseando alejarse de todo y de todos.

Se acercó a la puerta dudando si debía golpear, preocupada por su actitud, pero finalmente se alejó dejándolo hasta que se calmara, sabía que en el estado en que se encontraba no lograría mucho.

Dani estuvo buscando trabajo, marcó dos lugares donde podría tener oportunidad, más aún con la referencia de RedDesign. Resopló. Pensó en Máximo, en cómo se habían conocido, en cómo Dios había mezclado sus vidas con algún propósito especial, y agradecía eso porque le había dado la oportunidad de crecer, aunque ahora doliera tanto. Cerró sus ojos y se concentró en su respiración cercana, su perfume, sus labios...

—Dani, ¿qué haces? —se sobresaltó por el llamado de Clara.

—Nada tía, revisando en el computador para ver que puedo conseguir...

— ¿No piensas contarme que pasó? —se sentó a su lado esperando una respuesta. Dani suspiró.

—Nada pasó... es solo que ya no me sentía cómoda trabajando allí.

—Dani... —Clara enarcó sus cejas.

—Es la verdad... No sé qué esperas que te diga.

—Quisiera que me cuentes qué fue lo que pasó para que dejaras de sentirte cómoda.

Resopló con fastidio.

—No quiero hablar de eso... Mientras más lo cuente o piense, más duele.

Clara notó sus ojos brillantes de lágrimas que amenazaban con salir y sólo se inclinó a ella y le besó en la cabeza dándole un abrazo por la espalda.

—Dani, sabes que te amo y que estaré para lo que necesites...

—Lo sé... Gracias.

En soledad,  caminó hasta el ventanal de la cocina mirando la calle, lamentó cada uno de sus besos porque tal vez si eso no hubiera sucedido, sería más fuerte para olvidarse de él, en cambio, sentía que sus labios ardían aún. Los tocó con sus dedos y cerró sus ojos que derramaron una lágrima amarga.

Todo Fue Diseñado Antes que un Sólo Día PasaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora