Máximo, 26 años atrás
—Mañana será un día genial Marie.
—Sí querido, lo sé.
—¿Crees que papá irá a verme?
—No sé amor, cuando llegue puedes preguntarle, y de paso le haces acordar, tal vez se le olvidó.
Dejó de patear la pelota, y corrió a la cocina porque estaba bajando el sol y no aguantaba las ganas de preguntarle a su padre si iría.
Estaría de titular en el puesto. El entrenador le había dicho que había practicado duro todo el mes, y que merecía estar allí. Deseaba hacer un gol y que su padre lo viera. Trataba de llamar su atención de mil formas, y sabía que a él le gustaba mucho el fútbol, veía a su equipo favorito, y por supuesto Máximo también, se ponía la camiseta y se sentaba a su lado, gritaban los goles y aquel momento se volvía especial, mágico. Algo los unía y conectaba, aunque fuera un momento. Por eso anhelaba ser el mejor del equipo, que su padre estuviera muy orgulloso de él y con mucho esfuerzo lo había conseguido.
Se sentó en la sala, en el amplio sillón a esperar que apareciera por la puerta.
Ann, su madre, bajó las escaleras y lo encontró en la sala.
—Hijo, ¿qué haces?
—Estoy esperando a papá, quiero recordarle el horario del partido de mañana. ¿Irá?
—Amor... —dijo con mucho pesar y suspirando— No lo sé, apenas llegue se lo recordaremos.
Máximo asintió y Ann se dispuso hacer la comida.
Preparó la cena y llamó a su hijo a comer, pero él no quería despegarse de la sala. Estaba ansioso y nervioso de que pasaran los minutos y su padre no llegara.
—Hijo, ven a comer, después te das un baño y seguro que en ese tiempo papá estará en casa.
Máximo asintió con pocas ganas, y se sentó a la mesa a cenar. Eran las 20.23 pm y todavía no se abría la puerta de la casa. Se dio un baño y entre Marianne y su madre lo convencieron de que se recostara, pero esperó en la oscuridad y cuando sintió silencio en el pasillo, tomó un lápiz y con sus escasas habilidades de escritura por su corta edad, le escribió una nota a su padre.
"Papá mañana juego al fútbol. Ven a verme. Máximo"
La dejó en la mesa, en el lugar donde su padre se sentaba a comer.
Subió las escaleras muy despacio para que no lo escucharan, caminó por el pasillo en puntillas y en el silencio, escuchó a alguien llorar. Se paró y se quedó muy quieto, silencioso, esperando volver a oír y convencerse de que había escuchado mal. Pasaron unos segundos y un sollozo silencioso y ahogado llegó.
Sintió que su corazón se aceleraba, caminó muy despacio acercándose a la habitación? de sus padres, suavemente entre abrió la puerta y encontró a su madre sentada en la cama, la luz del velador era lo único que alumbraba, tenía la cabeza entre sus piernas y notó que su cuerpo se sacudía en un llanto profundo.
—¿Mamá?
Ann levantó la mirada y rápidamente se limpió las lágrimas tratando de que él no pudiera verlas.
—Máximo, ¿qué sucede hijo?—trató de sonreír para disimular.
—Mamá, ¿por qué estas llorando? ¿Te duele la panza?—Ann sonrió con ternura.
—Si amor, pero no te preocupes, ya se me va a pasar.
—Mami, cuando a mí me duele la panza, Marie me hace masajitos y se me pasa, ¿quieres que te haga?—Ann lo abrazó y contuvo sus lágrimas.
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Todo Fue Diseñado Antes que un Sólo Día Pasara
RomansaROMANCE CRISTIANO COMPLETA Una mujer abandonada, un hombre que no puede dormir por las noches, dos vidas que Dios se ha empeñado en unir. Es el primer libro que escribí, donde se mezcla el romance y la obra de Dios. Te invito a leerla y a disfrutarl...