6. Mareo.

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−A la pelotita... −fue lo primero que dijo Peter apenas cruzó la puerta inmensa y blanca de la casa familiar de Lali.

−Estás diciendo eso desde que pasamos la reja de la calle y todavía no viste nada –Lali lo acusó tomando la delantera y dejando las llaves en un recipiente ubicado en una mesita de madera que estaba debajo de un espejo.

−Es que nunca vi un jardín tan bien podado –y la hizo reír.

−Bueno, bienvenido a mi humilde morada –le comentó estirando los brazos hacia los costados. Él la miró después de hacer una panorámica y enarcó una ceja– lo de humilde fue irónico.

−Ya me estabas asustando.

−Vení –le estiró la mano y él le entrelazó un par de dedos– bueno, esto es el living y acá... −lo tironea hasta la otra punta de la casa– está la cocina.

−Está bien que no tengo tu mismo poder adquisitivo pero por ahora sé lo que es un living y una cocina, niña –la burló porque pudo y ella le respondió con un fuck you.

−¿Querés tomar algo? –le consultó con medio cuerpo en el interior de la heladera gris que ocupaba toda una esquina.

−Lo que vos tomes. ¿En ésta casa todos los muebles y las entradas tienen doble puerta? –le preguntó con el cuerpo apoyado sobre la isla que ocupaba el medio de la cocina haciendo referencia al tamaño del refrigerador.

−Es que todo en ésta casa es grande.

−¿Incluídos quienes los habitan? –ella asintió mientras tomaba jugo y con una sonrisa particular– interesante... −y agarró el vaso que le arrastró por la isla.

−Hola –y las risas se vieron interrumpidas por Camila que traspasó la puerta corrediza con el pelo arrodetado, en maya y con un toallón colgado del brazo.

−Ay, no sabía que estabas –Lali se acercó a saludarla con un beso y un abrazo cortito.

−Aproveché para tomar un poco de sol –le contó con el mentón apoyado en su hombro y desde ahí también espió a Peter– hola, ¿cómo estás? –cordial.

−Un gusto –él se acercó a saludarla.

−Ella es Camila, mi hermana mayor. Y él es Peter, Cami... un amigo.

−Con derecho a más de un roce –acotó él y fue la primera vez que hizo reír a Camila.

−Bueno, me alegra que mi hermana disfrute de todo tipo de roce.

−Ya –y Lali la retó después de mirarla de reojo manteniendo su seriedad– ¿Cande?

−En clase de inglés. Hoy tenía un exámen y qué suerte que no estuviste acá soportando toda su histeria. A veces me dan ganas de darla en adopción –agregó de camino a la alacena en donde sacó un tarrón de porcelana– ¿Ya merendaron? ¿Quieren cereales con leche?

−No, gracias –respondieron casi al mismo tiempo– no sabía que los millonarios también comían cereales con leche –comentó él en un susurro que en realidad no lo fue.

−Ah, mira, te lo conseguiste gracioso –dijo Camila dándoles la espalda porque estaba volcando los cereales de una caja en el tarrón– ¿Hace cuánto están saliendo?

−Un tiempo. En realidad fue casi sin querer...

−¿Cómo empezas a salir con una persona sin querer? –la cuestionó Camila con caja de leche en mano.

−A lo que voy es que no estaba en nuestros planes porque nos llevábamos mal. ¿Acaso no escuchaste el chiste que acaba de hacer? –y la hizo reír.

DESPUÉS DE AMARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora