21. Primavera 0.

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−Feliz primavera –Eugenia está parada en la entrada de la sala de terapia ocupacional con un ramillete de flores que le entrega a cada uno de los pacientes que hacen cola para ingresar– feliz primavera... feliz primavera –y sonríe mucho cuando quien agarra la flor roja se acerca a darle un beso– hola, Nati, feliz primavera –y le entrega una flor naranja.

−Feliz primavera para vos también, doc –le dice con una sonrisa, achinando los ojos azules y entregándole una caja de caramelos– los hizo mi mamá.

−Ay, muchas gracias. Ojalá todos los pacientes sean como vos... feliz primavera –y continúa regalando sus flores después de acomodarse la caja bajo el brazo– hola, colega. Feliz primavera –le dice a Lali cuando ésta también hizo la cola detrás de los chicos esperando su turno.

−Gracias –agarra la flor y la huele– es de plástico.

−Es lo que me daba el presupuesto –y la hace reír– además son criaturas, ¿cuánto tiempo puede durarle una flor con vida? A mí no me duran diez minutos.

−Buen punto. Feliz día –y la abraza– ¿Ya llegaron todos?

−Sí, las chicas ya están adentro –e ingresan a la sala después de cerrar la puerta– hoy al mediodía tengo turno con el plástico así que te voy a derivar a un paciente.

−No hay problema –antes de entrar a la sala privada de los terapistas, Lali saluda con una mano a las demás colegas que están en la sala de enfrente ya acomodando a los pequeños pacientes más algún que otro adulto– traje témperas y botellas para trabajar con Silvia y Fausto.

−Buenísimo porque me había olvidado de hacerte acordar –Eugenia se saca el delantal blanco y lo cuelga en el perchero dejando lucir su ambo violeta– Eleonora me contó que tuvo una reunión con los directivos y aprovechó para exigirles más presupuesto para nuestro departamento porque nos hacen falta más elementos lúdicos para que interactúen los pacientes, le dieron el visto bueno así que dentro de poco tendremos más materiales.

−Qué bueno –responde mirando el celular para después bloquear la pantalla y guardarlo en el bolsillo de su ambo– ¿Ese es tu bolso para irnos de viaje un fin de semana? –le pregunta cuando la ve agachada buscando un desodorante a bolilla.

−Sí, ¿por qué? ¿Decís que es un montón?

−Nos vamos hoy y volvemos el domingo, Euge –le dice riendo– ¿Cuántas cosas podes llevar por dos noche?

−Bueno, yo vivo en un «por las dudas» constante. ¿A qué hora te dijo Jula que partimos?

−Cuando las cuatro terminemos nuestros turnos.

−Entonces me voy a tener que bañar acá –piensa en voz alta mirando cualquier punto– ¿Le preguntaste a Peter si podes traer a Alu?

−No... no sé, me da un poco de vergüenza –y levanta un hombro.

−Lalo, ese hombre te conoce hasta los pelos encarnados así que anda y preguntale antes de que organice otra cosa.

−Bueno, después lo busco. Y ésta Lali no sabía que me conoce hasta los pelos encarnados así que no hacía falta ser tan específica –le dice al abrir la puerta para cruzar a la sala aledaña donde las están esperando.

−Claro, porque a Allegra la trajo Papa Noel en uno de los camellos que le prestó Melchor –comenta al pasar frente a ella, pero Lali carcajea y la empuja un poco contagiándola de risa.

El día de la primavera comienza con lluvia pero dos días después del fallecimiento de Miguel, Julieta hace una reunión de mujeres en su casa y en medio de la picada propone viajar juntas a la casa quinta que tienen sus tíos en Tandil. Todas aceptan con emoción y también acuerdan que aunque el pronóstico no acompañe, lo harán de todas formas. Por eso es que éste viernes, Eugenia llegó casi arrastrando su bolso grandilocuentes, Lali simplemente lo hizo con una mochila, Julieta dejó su valija pequeña en el baúl del auto que estacionó en el garaje del hospital y Rocío elige un bolso veraniego que usó en más de una oportunidad para ir a la playa en sus quincenas en la costa. Su alegría de saber que después del trabajo subiría a un auto para embarcarse en un viaje de un par de horas con amigas, música y mates, la arrastra hasta kinesiología en el que todos sus compañeros de trabajo la reciben con sonrisas pero también con un poco de envidia.

DESPUÉS DE AMARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora