−¿Y? –Lali se levanta como si tuviese un resorte en la cola apenas Agustín sale de la sala de reuniones.
−Todo solucionado.
−¿Qué pasó? ¿Qué te dijeron? –habla rápido y lo sigue cuando él encara hacia la salida. Están con sus ambos calzados al cuerpo porque el día laboral debe continuar.
−Que no lo vuelva a hacer –responde pero ella enarca una ceja porque no entiende– me culpabilicé yo.
−¿Estás loco? –levanta la voz y le da un golpe en el brazo– no tenías que hacer eso. ¿Por qué?
−¿Acaso querías perder el trabajo por casi matar a un paciente? –pero Lali sube los hombros porque a esta altura ya no sabe qué tiene más peso en la balanza– le conté a mi jefe lo que pasó, le pedí que todos los cargos me los adjudique mí y él se encargó de dominar la reunión para que no me sancionen. Privilegios de ser el preferido.
−O sea que no te van a hacer nada. No te van a echar, nada...
−Tengo que hacer un estilo de probation. Pagaré el delito con extensas guardias en internación.
−Agus... −exhala, como con molestia por no ser quién está pagando los platos que rompió.
−No me molesta hacerlo. Agradecé que no pasó a mayores y no se murió... y también agradecé que no te haya buchoneado. Bastante bien se comportó a pesar de ser un psicópata –comenta y también saluda a un colega que les sonríe al cruzarlos.
−Te juro que no lo medí. Si hubieras escuchado todo lo que empezó a decirme de Eugenia supongo que hubieras reaccionado igual.
−No lo dudo. Pero acá no soy solo Agustín, acá soy médico y como tal debo accionar por oficio, La –la mira y ella asiente, aunque ya lo sabe– entiendo el por qué lo hiciste... más de uno habrá querido hacerlo y no te voy a mentir al decir que no me hubiese encantado romperle alguna que otra costilla... pero no solo no puedo hacerlo afuera porque sino voy en cana, sino que tampoco puedo hacerlo acá adentro porque está en juego mi profesión, la cual es mucho más linda que esa clase de gente.
−Lo sé –susurra. Salen del hospital a la par y bajan las escaleras– pero en ese momento no lo pensé. Pero si te pones a pensar un segundo por todo lo que tuvo que pasar Euge...
−Estamos de acuerdo –saca la caja de cigarrillos del bolsillo del ambo y le convida uno. Ella niega– pero el oficio siempre antes que la persona, recordalo. ¿Euge hoy viene?
−No. Le dieron un par de días para descansar, aunque tampoco creo que pueda mucho teniendo en cuenta que a éste infeliz le dieron prisión domiciliaria por supuestos daños psicológicos –y exhala un montón de aire. Todo ese que las leyes y los jueces les quitan a las mujeres oprimidas por el mismo sistema.
−Increíble, uno peor que el otro –dice y deja salir el humo de lo que fumó– ¿Te diste cuenta que a veces morimos por negligencia institucional? Es todo un círculo: políticas mal llevadas derivan a una desigualdad social que de ahí encamina a que una persona salga a robar o matar, cuando lo hace hay una víctima que lo sufre, que debe caer en un hospital público que a veces no está apto con las herramientas necesarias para salvarle la vida por ese mismo asunto de la mala distribución política y económica. Entonces se muere... ¿y de quién es la culpa? ¿De quién no la supo atender, de quién la mató o de quién dejó que todos éstos factores anteriores actúen de esa manera hasta que esa persona murió?
−O de todos –agrega.
−Acá funciona igual, La. Hubo negligencia institucional cuando la policía no se hizo cargo.
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DESPUÉS DE AMAR
FanfictionUn accidente se convierte en el factor desencadenante que traslada a un grupo de amigos a un viaje interno al pasado para hallar la receta sobre la existencia del amor después del amor.