"La paz eterna tan solo dura un instante cuando eres un dios." Esas fueron las palabras de Odín justo antes de desaparecer.
Las manos de Baldr estaban cubiertas de sangre. Arrodillado lloraba con el cuerpo inerte de su padre. De pronto el cuerpo desapareció, sin dejar rastro, entraron Thor y las Valkyrias rápidamente para ayudar a su hermano Baldr que parecía que iba a morir entre las llamas que salían de aquella extraña habitación dorada.
Thor agarró a su hermano y le exigió una respuesta de porqué el padre de todos no estaba ahí. Porqué tenía las manos llenas de sangre y los ojos cubiertos de lágrimas. Pero Baldr solo acertó a decir una palabra antes de desmayarse, un nombre que hizo que Thor se quedara atónito y las Valkyrias retrocedieran con temor. "Hades".
Tiempo después del ataque en Asgard, Baldr, totalmente recuperado y con la misma ropa andrajosa que llevaba el día del incidente, practicaba en el patio junto con su hermano Loki.
- Deberías quitarte esa ropa ya, no es digna para el Inmortal Baldr – le decía Loki mientras trataba de asestarle un golpe con su lanza.
- No puedo quitármela, sería deshonroso para padre y madre, además, hermano, si hubieras estado... probablemente no dirías lo mismo.
En ese momento, Frigg, la madre de todos, entró corriendo y paró el entrenamiento de ambos dioses. Apartó a Baldr asustada y cuando estaba a punto de abrir la boca una explosión infernal se escuchó en las bodegas donde se encontraba Thor.
Baldr y Loki llamaron a las Valkyrias que estaban esparcidas por Asgard y acudieron inmediatamente donde se encontraba su hermano menor. Ahí vieron algo que jamás podrían olvidar.
El cuerpo de Thor suspendido en el aire, inmóvil y justo enfrente suyo, Leviatán junto a Hela. Ambos sonrieron al ver a los dioses junto a las Valkyrias entrar y quedarse paralizados. Leviatán se levantó y agarró fuertemente a Thor que emitió un sonido gutural como indicando que estaba vivo, pero no le quedaban fuerzas para continuar.
- Queridos dioses del norte, la paz se acabó, es hora de que los dioses infernales tomemos el mando. Es tiempo de que los pactos creados por dioses estúpidos, que solo ansiaban mantenerse en el poder para ser adorados, sin combatir, sin aparecer, sin ser reales, desaparezcan de verdad – gritó Leviatán alzando el puño y golpeando el suelo envolviéndolo todo en llamas y evitando que los presentes escaparan.
Justo a tiempo, como si lo hubieran medido, a Baldr le envolvió un torbellino que salió de la nada, salvándolo de las llamas una vez más y desapareció del lugar, dejando a Loki junto a las Valkyrias a merced de Leviatán y Hela.
Baldr golpeaba las paredes que generaba ese torbellino, gritaba y maldecía por no poder salir y ayudar a sus hermanos y hermanas. De pronto, la voz de Frigg y Hera resonaron en el turbulento torbellino y le hablaron de una profecía en la que él, primogénito del padre de todos los nórdicos y verdadero heredero al trono de Asgard, podría unir a todos los dioses en la gran guerra que se avecinaba. Sin embargo, iba a necesitar la ayuda de su primer hijo, de otra forma el mundo celestial quedaría sumido en las llamas infernales de los dioses del submundo.
Cuando desapareció el torbellino, Baldr se encontraba en un lugar verde, un bosque. Frondoso, florecido, con el piar de los pájaros y el correteo de los animales que lo habitaban. Ante él aparecieron su madre y una hermosa mujer de pelo largo plateado y los ojos grandes con un color que recordaba a la miel. El pelo le cubría todo el cuerpo de una forma muy sugerente, dando la sensación de ir completamente desnuda.
- Supongo, hijo mío, sabrás quién es, ¿no? – le sonrió Frigg mientras desaparecía.
- Selene... yo... – se ruborizó inmediatamente Baldr, con los ojos llenos de lágrimas al verla.
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La caída de los Dioses
Teen Fiction¿Cómo te sentirías si una mañana te despertases y toda tu realidad se desmoronase?¿Qué harías para llegar a descubrir el verdadero sentido de tu vida? ¿Realmente puedes fiarte de un Dios? En estas páginas encontrarás la historia de Tobías, un estudi...