Capítulo 22: La Montaña

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Luego del retorno a la cueva de Argis, Nitzu regresó a Aveluz con la promesa de visitarlos frecuentemente, mientras les recordaba que llevaran consigo su pluma cada vez que se aventuraran hacia otros rumbos, mientras los cobijaba bajo sus alas con especial amor.

A la semana siguiente decidieron aventurarse hacia la montaña que se veía a lo lejos del Valle, así que prepararon sus provisiones y tomaron el camino hacia la montaña.

Una vez que llegaron a la cima comenzaron a olfatear un extraño y pestilente olor.

—¡Foo! ¿A qué huele? ¿Qué será ese hedor? ¡Fuchii! ¡Huele a guácala! — comentaban todos entre sí.

—Mmm, ¿tú te bañaste Argis? — preguntó Aqüichi.

—¡Oh, claro que me bañé pequeña! — dijo Argis.

—Es que huele a ti como cuando nos atrapaste —carcajadas.

Como ya estaba anocheciendo, decidieron cenar, compartir un rato y descansar. A la mañana siguiente — luego de desayunar — comenzaron a bajar hacia el otro lado para explorar el lugar. Una vez en las faldas de la montaña, se dieron cuenta que no había gran cosa que explorar, así que decidieron subir la montaña que nacía a las faldas de ésta. Casi al anochecer, al llegar a la cima de la otra montaña, quedaron gratamente sorprendidos al descubrir que cerca de allí vivía un gran grupo de cíclopes.

—¡Ohh Argis, es tu familia! —le decían todos con gran alegría.

—¡Por todos los Dioses, no lo puedo creer! ¡Son los míos, mi clan, mi familia! —exclamaba Argis lleno de felicidad.

—¡Con razón el mal olor! —exclamó Aqüichi, carcajadas.

—Pues les enseñaré que deben bañarse a diario —dijo Argis, carcajadas.

—No imaginas la felicidad que ciento al saber que has encontrado a tu familia —dijo Sophie.

—¡Lo se mi pequeña Sophie! ¡Esto es una bendición de los Dioses! —dijo Argis.

—Pero ¿qué hacemos todavía aquí? ¡Bajemos a conocer a la familia! —dijo Aqüichi.

—No es conveniente que bajemos todos, pues no sabemos cuál puede ser su reacción hacia nosotros —dijo Sophie.

—Sophie tiene razón, es mejor que baje solo, luego los vengo a buscar para que conozcan a la familia —dijo Argis visiblemente emocionado.

—¡Sí, es mejor que Argis baje solo, no vaya a ser que nos convirtamos en el postre familiar! —dijo Aqüichi, carcajadas.

—¡Tú y tus ocurrencias pequeña! —dijo Argis mientras observaba a los cíclopes emocionado.

—¡Bueno! —dijo Aqüichi— ¿te vas a quedar aquí contemplando a tu familia desde lejos o vas a bajar a abrazarlos? —carcajadas.

—Tienes razón pequeña, bajaré de una vez —dijo Argis.

Así que mientras Argis bajaba a reencontrarse con los suyos, los muchachos pendientes observaban desde lo alto de la montaña.

Cuando llegó a la meseta, todos se acercaron mientras lo olfateaban.

—¿Quién eres? —le preguntaron.

—Soy Argis, y estoy muy feliz de haberlos encontrado, llegué a pensar que era el único de mi especie en la faz de la tierra, pero ahora que he descubierto que no es así, me siento inmensamente feliz.

—Sí, te pareces, pero no hueles como nosotros —dijeron entre sí.

—¡Oh, es que me he bañado! —dijo Argis.

Argis, El Cíclope ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora