Capítulo 24: Los Farolitos

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Cuando Argis y Sophie estaban cerca de isla Maizul, las aves comenzaron a correr la voz de su llegada y todos llegaron velozmente a la orilla de la playa, para recibirlos con gran emoción.

Cuando ambos llegaron a la orilla, los muchachos se arrojaron sobre ellos y entre besos, abrazos y lágrimas de alegría los recibieron con gran algarabía.

— ¿y Aqüichi, dónde está? —Preguntó Sophie— ¿Por qué no está aquí?

A lo que maíta ardilla, respondió:

—Todos estábamos muy tristes por tu ausencia pequeña, pero Aqüichi y Argis estaban muy deprimidos, ellos eran los más afectados por tu partida. Cuando Aqüichi se enteró que Argis había salido en tu búsqueda, dijo que ella no se iba a quedar de brazos cruzados, ¡y sabes lo necia que es! Así que también salió a buscarte hace como tres días y aún no sabemos nada de ella, estamos muy preocupados por nuestra pequeña.

— ¡Oh Aqüichi, por todos los dioses! ¿Por qué siempre que aparece uno, el otro se pierde? —preguntó Sophie.

— ¡Oh, solo espero que no se haya ido nadando! —dijo Argis.

— ¡No, no! —Dijo paíto ardilla— se fue trepando por los árboles como un mono.

— ¡Ajá! ¿Y cuando ya no haya árboles y se encuentre con la inmensidad del océano? —Dijo Argis—. ¡Oh pequeña! ¿Por qué no te llevé conmigo?

—Tranquilicémonos Argis, Aqüichi es una niña muy lista y astuta, hace apenas tres días que partió, no debe haber llegado a mar abierto, vayamos a buscarla de una vez —dijo Sophie.

— ¡Si, vayamos todos! —dijo papá búho.

Así que como siempre, salieron todos en búsqueda de Aqüichi.

Casi al anochecer, llegaron a mar abierto, sin encontrar señales de Aqüichi, así que decidieron bordear la isla a ver si encontraban alguna pista de la pequeña.

De pronto maíta ardilla vio una extraña luz a lo lejos.

— ¿Qué fue eso que pasó corriendo adelante? —preguntó maíta ardilla.

— ¿Qué cosa? —preguntó el señor búho.

—Es una luz azul que... ¡Esa, esa! ¡Esa luz señor búho! —dijo maíta ardilla.

— ¡Ohh esa luz! —Dijo el señor búho—son farolitos maíta ardilla.

— ¿Farolitos? —preguntó maíta ardilla extrañada.

—Sí, son seres inofensivos y muy juguetones, les encanta hacer cosquillas. Viven cerca de un tronco de árbol que llama Punta Farol. Pasan el día durmiendo y la noche jugando. Se llaman farolitos porque son igualitos a un farol. Ellos tienen pollina hasta debajo de su nariz y el cabello largo; cuando están en grupo se agarran unos a otros como quien sujeta un farol, sus patitas son muy pequeñas, pero no caminan, flotan. Todos son del mismo tamaño y cuando unos hablan los otros hacen eco y a lo único que le temen es al agua —dijo el señor búho.

— ¿Y por qué no nos acercamos a ese tronco y le preguntamos si han visto a Aqüichi? —preguntó maíta ardilla.

— ¡Oh sí, vamos, vamos todos! —dijo Sophie.

Así que caminaron hasta punta farol para preguntar por la pequeña.

— ¡Buenas noches farolitos! —saludó el señor búho

— ¡Buenas noches señor búho!, buo, buo, o, o, o, ¿y sus amigos quiénes son on, on, o, o, o? —preguntaron los farolitos.

—Ellos son Argis, Sophie, maíta ardilla y un grupo de amigos.

— ¡Sean ustedes bienvenidos! Soy el Rey Alcru, padre de los farolitos, ¿qué los trae por aquí?

—Estamos buscando a una hermosa bebé ardilla ¿será que ustedes la han visto por las cercanías? —preguntó el señor búho.

— ¿Será una cosita gordita, cachetona, que usa una minifalda por vestido ido, ido, do, do, do? —preguntó el Rey Alcru.

— ¡Oh sí, es ella! ¿La han visto? —preguntó Sophie entusiasmada.

— ¡Oh sí! Mis farolitos la encontraron llorando en la orilla a punto de zambullirse en el mar, y la trajeron hasta mi presencia. ¡Ahora!, está durmiendo y la tenemos fuertemente vigilada y custodiada ada, ada, da, da, da —respondió el Rey Alcru, mientras exhalaba un suspiro de descanso— ¡Aahhhh!

— ¡Gracias a los dioses! —dijeron todos en coro.

— ¡Pero, ya va! —Dijo Argis— ¿Por qué la tienen fuertemente vigilada?

— ¡Ahh! ¡Es que la chiquita está empeñada en cruzar el océano nadando!, como si se tratara de una piscina olímpica ica, ica, ca, ca, ca.

Ella dice que nadará un rato de perrito, de espaldita, de pechito y mariposita ita, ita, ta, ta, ta. ¡Dime si no está loca la pobrecita ita, ita, ta, ta, ta, es más, gracias a los dioses que cuando mis farolitos la encontraron, no había puesto una patita en el agua, porque si no, estuviera muertita ita, ita, ta, ta, ta —dijo el Rey Alcru.

— ¿Y cómo la hicieron desistir de su idea? —preguntó Argis extrañado— ¡porque la niña es terca!

— ¡Ohh Noo! ¡La chiquita no ha desistido de su idea, lo que pasa es que mis farolitos la trajeron a punta de cosquillas, ¡¡COSQUILLAS!! ¡Illas, illas, llas, llas, llas! —respondió el Rey Alcru.

Y acto seguido, brincaron sobre los muchachos haciéndolos reír hasta que les dolió la barriga.

—Jejeje... Es por eso que la tenemos fuertemente custodiada ada, ada, da, da, da —dijo el Rey Alcru.

— ¿Será que podemos verla? —preguntaron todos a coro, carcajadas.

— ¡Por supuesto esto, esto, to, to, to! —dijo el Rey Alcru.

Seguidamente, los guiaron hasta una camita de arena y palmas que le habían hecho, y la tenían totalmente custodiada por la guardia de honor. .

—Ahora está profundamente dormida —dijo el Rey Alcru en voz baja— y lo mejor es que no la despertemos o armará su berrinche oceánico ico, ico, co, co, co.

— ¡Sí! —Dijeron todos— dejémosla dormir.

Luego de un grato momento a punta de cosquillas y juegos con los farolitos, de pronto se escuchó una fuerte algarabía.

— ¡Oh, oh! Se despertó la atleta oceánica ica, ica, ca, ca, ca —dijeron los farolitos.

— ¡¿Cuántas veces debo explicarles que no me pueden retener contra mi voluntad?! ¡Y que cruzar el océano es un asunto de vida o muerte! —Y entre dientes refunfuñaba— ¿qué parte de vida o muerte será que estas lucecitas no entienden?

— ¡Será de muerte súbita, porque no te vemos más allá de un metro de vida! —dijeron los farolitos que la custodiaban.

—Jejeje... ¡Muy graciosas luce!...

Y de pronto, vio frente a ella a Sophie y Argis, así que pegando un brinco y tumbando a todos los farolitos, saltó sobre Sophie, llorando de felicidad por el reencuentro con sus más grandes y mejores amigos.

Luego de un rato de cosquillas, se despidieron del Rey Alcru y los farolitos, agradeciéndoles el haber cuidado de Aqüichi, con la promesa de visitarlos en otra ocasión.

... Y aunque no todos los días son buenos, recordemos que siempre habrá mejores, y que a veces es mejor buscar la luz de los farolitos y dejar que la vida juegue un rato con nosotros y nos haga cosquillas...

¡¡COSQUILLAS!! 

Argis, El Cíclope ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora