Capítulo 27: El Laberinto de Wilad

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Una mañana mientras Argis, Sophie y Aqüichi paseaban por lugares no explorados de la isla, se encontraron con un joven ángel llamado Wilad, quien había caído a la tierra mientras contemplaba una estrella. Wilad era un ángel bien parecido, de cabello corto, ojos marrones, cejas pobladas, blanco como la nieve, delgado, de baja estatura y sonrisa espontánea.

-Buen día -dijeron todos.

-Buen día -respondió el ángel adolorido.

- ¿Qué te ocurre? -preguntó Sophie.

-Está madrugada, mientras hacía mi guardia, me quedé anonadado contemplando una hermosa estrella que usaba una delgada túnica, y mientras me esforzaba porque se fijara en mí, tropecé con una densa nube lastimándome una de mis alas, luego perdí el equilibrio y caí a tierra doblándome el tobillo. Pero gracias a los dioses, curiosamente caí cerca de este laberinto donde jugaba cuando era niño.

- ¿Cómo te llamas? -preguntó Aqüichi.

-Me llamo Wilad -respondió el ángel.

- ¿Jugabas aquí de niño? - preguntó Argis.

- ¡Ohh sí! Y hasta un poco más allá de mi adolescencia, lo importante de haber caído justo aquí no es sólo los recuerdos que guardo en mí, sino que dentro del laberinto existe un extraña flor morada que solo nace en esta área y es la única que puede curar mis heridas; pero no puedo volar, tampoco caminar para ir en su búsqueda y no recuerdo dónde está, además necesitaría nueve flores, seis para mi ala y tres para mi tobillo -dijo el ángel.

-No se hable más del asunto -dijo Sophie- nosotros la buscaremos para sanar tus heridas.

-Es muy noble de tu parte pequeña, gracias -dijo Wilad.

- Pero ¿por dónde se entra? -preguntó Aqüichi.

- ¡Oh disculpen! -dijo Wilad- y levantando su mano con dificultad, hizo aparecer tres puertas como por arte de magia.

-Oo-key -dijo Sophie- bueno, creo que hay tres puertas, una para cada uno de nosotros, ¿tú cuál puerta prefieres Aqüichi?

- ¡La del medio! -respondió Aqüichi rápidamente.

- ¿Y tú Argis? -preguntó Sophie.

- ¡La de la derecha! -respondió Argis.

- ¡Okey! Entonces yo iré por la puerta de la izquierda -dijo Sophie.

Así que cada uno entró por la puerta elegida en busca de las flores para Wilad. Después de tanto buscar y buscar y dar vueltas en el laberinto, Sophie encontró la flor y se dio cuenta que muy cerca de allí había una mariposa herida, por lo que con sumo cuidado la tomó en sus manos y le preguntó:

- ¿Cómo te llamas chiquita?

- ¡Soy Zul! -respondió la mariposa.

- ¿Qué te ha ocurrido pequeñita?

-Pues yo venía corriendo, no volando, corriendo -aclaró Zul, la pequeña mariposa- y me tropecé con una piedra, lastimándome una de mis patitas.

- ¿Corriendo? ¿Acaso no es mejor usar tus alas y volar? -preguntó Sophie algo confundida.

- ¡Oh sí, sería mejor! -respondió Zul, la mariposa- pero hace unos días me caí, me lastimé las alas y no puedo volar.

- Mmmm... Qué raro, le ha pasado lo mismo que a Wilad! -Pensó Sophie, y enseguida respondió- ¡Ohh, cuánto lo siento pequeñita, estás hecha una galletita de soda!

-Pero esa flor que tienes en tu mano, y que yo también estaba buscando, me ayudaría a sanar ¿me la podrías regalar? -preguntó Zul, la mariposa.

Argis, El Cíclope ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora