Capítulo 17: ¿Quién Es Ese Señor?

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Una tarde, mientras todos estaban reunidos en la cueva de Argis coordinando los pasos para la liberación de las sirenas, se dieron cuenta que del manantial de la cueva estaba brotando mucha agua y con más fuerza de lo normal.

—¡Qué raro! —dijeron todos.

—¿¡Qué estará pasando ¡? —preguntó Argis.

—¡Mira Argis! —dijo Aqüichi asombrada — hay muchos peces en el pozo.

—¿Peces? —preguntó Argis.

—¡Sí, muchos! —dijo Aqüichi.

—¡Oh sí Argis! —dijo Sophie.

—¿¡Qué estará ocurriendo aquí ¡? — preguntó Argis— vamos, vayamos todos a averiguar qué ocurre.

Cuando salieron de la cueva, se dieron cuenta que afuera todo estaba inundado.

—¡Qué extraño! —dijeron todos.

Argis, tomó a Sophie y a Aqüichi y los subió a su hombro. Los demás se subieron a los contempladores y sobre las aves, para protegerse de la inundación. Luego de caminar por un largo rato, para averiguar qué pasaba todos pararon de repente y quedaron totalmente paralizados y enmudecidos.

—¿Quién es ese señor? —preguntó Aqüichi— ¿Quién es ese señor tan grandote Argis? ¿Es tu papá? Mmmm, ¿Sí o no?

Pero Argis, ni ninguno de los muchachos respondía. Y de repente Aqüichi se dio cuenta que el señor había fijado sus grandes ojos sobre ella y para cerciorarse que era a ella a quien miraba, comenzó a moverse de izquierda a derecha, atrás, adelante, al centro y pensó:

—¡Ops! ¡Sí, creo que me está viendo a mí!

Sin embargo, a pesar del tamaño de aquel señor, Aqüichi no tenía una sola gota de miedo, y por más que pellizcaba a Argis este no respondía.

De repente el señor le preguntó a Aqüichi:

—¿Tienes algo que decirme?

Aqüichi, moviendo sus ojos hacia arriba y levantando sus cejas, le dijo:

—Jummm, ¡No!

—¿Segura que no tienes nada que decirme pequeña? —preguntó nuevamente el señor.

— Mmmm, ¡No! ¡¡Segura que no!! — respondió Aqüichi.

Entonces el señor le dijo:

—Hay algo que tú tienes que me pertenece.

—¡¡Ahh Noo!! ¡Eso sí que no! a mí, mis padres me enseñaron el valor de la honestidad y la honradez, yo no agarro lo que no me pertenece señor, ¡Usted se equivocó de ardilla! ¡¡Jummm!!

—¿Eres Aqüichi verdad? —preguntó el señor.

—¡Sí señor, soy Aqüichi, pero no tengo nada suyo! ¡Ya le dije que no soy una ladrona! ¡¡Jumm!

—No dudo de tu honestidad pequeña, pero a ver —dijo el señor— ¿Reconoces esta piedra?

—Mmmm, se parece a una que encontré cerca del mar, con la diferencia que la otra es más pequeña.

—¡Ahh okey, ya nos estamos entendiendo —dijo el señor— esa piedra me pertenece.

—¡¡Ohh, esa piedra!! —dijo Aqüichi con asombro— pues le cuento que esa piedra cuando me vio, vino solita corriendo hacia mí ¿Verdad? —preguntó a todos, pero nadie le respondió, pues quedaron estupefactos ante la presencia de aquel señor pero bueno, ¿Qué es lo que le ha hecho usted a mis amigos que los ha dejado paralizados? —preguntó Aqüichi.

Argis, El Cíclope ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora