Capítulo 23: La Luz de Yiraví

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Semanas después del regreso de la montaña, Argis y Aqüichi se encontraban buscando leña mientras hacían reminiscencias de aventuras pasadas.

Sophie, quien desde hace varias semanas sentía un gran tristeza en su alma por la falta de su familia, decidió dar un paseo por las cercanías de la playa donde apareció luego de aquella tormenta.

Cuando llegó a la playa, vio el bote que le había hecho su padre y su hermano y del que ya quedaba muy poco. ¡Por todos los Dioses! ¿Cuánto tiempo ha pasado desde aquel día, cuánto tiempo he estado sin mi familia? Aunque amo de corazón a los muchachos y siento que somos una familia, no puedo dejar de necesitar y extrañar a los míos; mis padres, mis hermanos, los animales de la granja, mi huerto, la comida de mamá, los regaños de papá, las travesuras y juegos con mis hermanos ¡Cuánto los extraño, y cuánto deseo volver! Si pudiera irme nadando hasta casa, lo haría sin pensar, pero no debo hacerlo o perderé mi vida en el intento, eso fue lo que dijo la diosa Derigle hace tiempo.

Pero, ¿Cuánto tiempo más debo esperar? ¿Cuál es la misión que he venido a cumplir y me tiene atrapada en esta isla? ¡Oh Zeus, ya no aguanto más estar sin mi familia! ¡Por favor, dame una señal o guíame a mi misión, para cumplir mi destino!

Y mientras se sentaba en la arena a orilla de la playa, comenzó a llorar con un gran dolor en su alma, no es que me sienta mal aquí Zeus, todos los lugares son mágicos y atrayentes, a los muchachos los quiero como mis hermanos, Argis es como mi padre, pues a su lado me siento protegida y Aqüichi es como mi pequeña hermana bebé; pero siento este vacío en mi alma que me hace querer regresar con mi familia.

Y continuó llorando con gran sentimiento, pues tenía acumulada en su alma aquella tristeza por los suyos. Y tras llorar y llorar sin consuelo, se quedó profundamente dormida.

Cuando Argis y Aqüichi llegaron a casa no encontraron a Sophie, pero pensaron que estaba cerca buscando verduras para la cena. Así que como se sentían un poco cansados, decidieron recostarse un rato mientras llegaba Sophie, pero se quedaron profundamente dormidos hasta la mañana siguiente. Cuando despertaron, buscaron a Sophie y se dieron cuenta que no había regresado la noche anterior. Sumamente preocupados salieron a buscar a los muchachos para saber si alguien la había visto, pero nadie sabía nada sobre su paradero. Así que se organizaron para buscar por aire, tierra y mar.

—¡Por todos los Dioses! ¡Qué no le haya pasado nada, que la encontremos sana y salva! ¡Ohh, gran Zeus, por favor ayúdanos a encontrarla pronto! —dijo Argis.

Al cabo de un rato, papá pelícano con sus pequeñuelos, comenzó a hacer una gran algarabía en el aire.

—¡Allá está! ¡Allá está Sophie! Argis, Aqüichi, vayan todos a la orilla de la playa, ¡Allí está la pequeña! —dijo papá pelícano.

Argis y Aqüichi, al escucharlo salieron corriendo velozmente hacia la playa. Cuando llegaron la encontraron totalmente mojada, inconsciente, y con sus ojos hinchados de tanto llorar.

—¡Oh, pequeña! ¿Qué te ha ocurrido? —dijo Argis, y seguidamente la tomó en sus brazos y la llevó a casa.

Cuando llegaron a la cueva le dijo a Aqüichi:

—Ve con los muchachos y enciende el brasa para calentar a Sophie.

—¡Sí señor! —dijo Aqüichi.

Luego de un rato...

—Ya Sophie está calientita, pero ¡¿Por qué no despierta?! ¿Por qué no nos esperó para ir con nosotros a la playa?

—preguntó Aqüichi.

—¡No lo sé pequeña! —respondió Argis.

—No nos preocupemos, seguro en un rato despierta con ganas de comerse un Aqüichi en salsa de ajo —dijo el señor búho. Carcajadas.

Argis, El Cíclope ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora