Capítulo 9: El Sentido De la Amistad...

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Bueno mis queridos amigos, suficientes emociones por hoy –dijo Sophie.

—¡Ajá! ¿Y ahora qué hacemos? ¿Podemos buscar nueces para comer? ¡Tengo hambre! —dijo Aqüichi— carcajadas...

—¡Ya sé! ¿Por qué no vamos todos a la cueva? Les prepararé una deliciosa psarosoupa —sopa de pescado cocinada con una amplia variedad de pescados, y varios tipos de vegetales: zanahorias, perejil, apio, patatas, cebolla y aceite de oliva— para el almuerzo.

—¡Mmm!... ¡Sí, sí! ¡Tenemos hambre! —gritaron todos.

Sophie, observó de reojo a la familia búho quienes sigilosamente se iban del lugar, por lo que se acercó y les preguntó discretamente

—¿Y ustedes adónde van?

—Mmm bueno, nosotros preferimos ir a volar, pues no pensamos entrar a esa cueva.

—¿Y eso por qué?

—Porque tiene un hedor penetrante a pescado descompuesto en salsa de azufre ¡puaj!

—Tiene usted toda la razón, huele a ¡fuchii!, pero no se vaya. ¡Yo me encargo!

Y dirigiéndose a todos, les dijo:

—Vamos a organizarnos, necesito ayudantes para limpiar a fondo la cueva.

—Mmm, si de algo sirve nosotros buscaremos las zanahorias y las patatas para el almuerzo —dijo la familia conejo.

—Yo, el perejil —dijo la señorita iguana.

—Yo, los peces —dijo el atractivo y joven pelícano; nosotros también, dijo la familia búho.

—Nosotros vamos por el aceite de oliva —dijo la familia ardilla; pero yo me quedo a ayudar a Sophie —dijo Aqüichi.

—Entonces yo voy por el apio, la cebolla y las hojas de laurel. Y de regreso los ayudo con la limpieza de la cueva —dijo Argis.

—Manos a la obra —dijo Sophie.

Todos estaban tan entretenidos con la búsqueda de los ingredientes para la sopa y la limpieza de la cueva que no se percataron de la ausencia del contemplador...

Una vez que Argis regresó con los vegetales ayudó a sus amigos. Sacaron todos los trastos viejos e inservibles, lavaron las piedras con agua del manantial, quitaron unas cuántas piedras para ventilar la cueva y darle más claridad, y lavaron todos los utensilios. Con la ayuda de Sophie, Argis tomó algunos tablones para colocarlos en el piso y rompió algunas piedras de diversos coloridos para hacer algunos mosaicos que sirvieran de piso flotante, y así evitar que sus nuevos amigos se llenaran de lodo durante su permanencia en la cueva. Sophie tomó varias vasijas rotas y les buscó el mejor lugar entre las piedras del manantial, semejando una fuente.

Aqüichi, salió a buscar algunos racimos de buganvilias y algunas plantas trepadoras de colores intensos como fucsias, moradas y rosas para darle un toque peculiar a las ventanas de la cueva, que estaba quedando de un bello espectacular, con un agradable olor a limpio y aroma a flores. Mientras Argis hacía unas banquetas y un mesón de madera grande, pero bajito, para que sus invitados comieran cómodamente.

Más tarde, llegaron todos con los vegetales y pescados para el psarosoupa y al entrar quedaron visiblemente sorprendidos, pues aquella cueva oscura, fea, temible y maloliente ahora era un acogedor hogar.

Y mientras Argis se disponía a preparar el suculento almuerzo, se percató de la ausencia del contemplador y preguntó:

—¿Alguien ha visto al contemplador?

—¡Oh! ¡El contemplador! ¿Adónde se fue? ¡Hace mucho rato que no lo vemos! —dijeron los presentes.

—Yo saldré a buscarlo —dijo Sophie— ven Aqüichi, acompáñame por favor.

Argis, El Cíclope ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora