NUEVE

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Erik coreografía una respuesta con tanta habilidad que le veo ascendiendo a algo más que ayudante personal dentro de poco. Si los otros reporteros de la Continua sentían alguna lealtad hacia ese hombre, no lo demuestran, y algunos incluso le dan la espalda. Jost me toma suavemente del brazo y me arrastra hacia la sala de espera de la compañía de transposiciones, pero veo cómo los cámaras y reporteros se apartan para dejar paso a los guardias. El hombre que preguntó por mis padres no opone resistencia, aunque mantiene los ojos clavados en mí mientras se lo llevan. 

—Siento lo ocurrido —dice Erik , moviéndose para taparme la visión de lo que está sucediendo en el vestíbulo. 

Hazte la tonta. Veo estas palabras en los ojos de Jost. 

Sacudo la cabeza. 

—Me imagino que no recibiría el memorándum de preguntas a tiempo. 

—Probablemente —Erik sonríe—. Aún tenemos que hacer la sesión fotográfica. Creo que ya está todo reorganizado y listo para que salgas. 

Le sigo de nuevo hacia el silencioso vestíbulo. El equipo de la Continua se reúne a nuestro alrededor mecánicamente, pero nadie habla. Los flashes de las cámaras y las instrucciones apresuradas de mis esteticistas no logran distraerme del sombrío ambiente que reina en el vestíbulo repleto de ecos. Al volverme, veo a mi lado al reportero de mejillas sonrosadas que bromeó durante la entrevista. Le miro a los ojos y sonrío, pero él aparta la mirada. Puede que estos reporteros no hayan evitado que los guardias se llevaran al otro hombre, pero obviamente se sienten heridos. 

Estoy demasiado distraída para disfrutar de la siguiente transposición, sin embargo esta vez, cuando la azafata me ayuda a levantarme del asiento, no me siento mareada, de lo que me alegro porque Cormac me está esperando en la puerta y no quiero que me vea tambaleándome. Inmediatamente me arrastra hacia un pequeño bar situado junto a la sala de espera. Está vacío. Ni siquiera hay camarero, debido a las restricciones en los desplazamientos que ha impuesto el Departamento de Seguridad. Me siento en un taburete de caoba alto y reposo el brazo sobre el fresco mostrador de madera, sintiéndome un poco fuera de lugar. 

—Me han dicho que has tenido un encuentro desagradable —comenta, enderezándose la pajarita negra mientras me examina de manera subrepticia. 

—Algo así —me encojo de hombros como si no me hubiera dado cuenta. 

—No ha sido nada —afirma Erik al tiempo que se acerca a grandes zancadas —. Adelice manejó la situación como una profesional. 

—Apuesto a que sí —responde Cormac—. ¿Dónde está mi mayordomo? 

—Estoy aquí —contesta Jost desde la puerta.

—Bien, prepárame un whisky con soda —ordena Cormac. Volviéndose hacia mí, añade—: Sus cócteles son realmente increíbles. Puedo pedirle que te haga uno. Estoy considerando seriamente reubicar a Jost en un puesto permanente. Es el único mayordomo que sabe cuál es su lugar.

Respondo a su sugerencia con una mirada inexpresiva y logro sacudir la cabeza para rechazar la bebida. No me gusta la idea de que se lleve a Jost lejos del coventri, y me imagino que a él tampoco le hace gracia. 

—Probablemente sea mejor que no bebas. No me gustaría que te presentaras borracha ante los equipos de la Continua. 

No tardo en darme cuenta de que la idea de Cormac de ajustarse a un horario es distinta a la del resto del grupo. Aparentemente, su programa incluye un cóctel rápido seguido de bromas almibaradas con la azafata de largas piernas que cometió el error de acudir a ver si necesitábamos algo. 

LAS TEJEDORAS DE DESTINOS de Gennifer AlbinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora