Capítulo 18: Culpable

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Craig Tucker era considerado por muchos como un amargado de mierda.

Mantenía el ceño fruncido casi siempre, cuando su rostro no tenía aquella expresión que gritaba a los cuatro vientos lo poco que le importaba la vida y lo mucho que odiaba estar ahí.

Sin embargo era un humano, capaz de mostrar un poco de amabilidad cuando se necesitaba.

Aunque sus amigos no tuvieron la misma opinión cuando lo despertaron a primera hora, cantando a gritos "Feliz cumpleaños" y el les respondió mostrando su dedo corazón y diciéndoles un cordial "Mueranse".

Aquel día habían terminado en un bar luego de que sus amigos lo recogieran en su trabajo para llevarlo a festejar su cumpleaños.

Agradecía que Token lo conociera tan bien, porque lo llevó a su local favorito, donde se encontraba el mejor bartender de la ciudad y la mejor ambientación musical.

Le venía bien relajarse y beber hasta morir luego de toda la presión por parte del concurso. Así que, sin importarle que fuera lunes, decidió que sólo dejaría de pedir cerveza cuando el gerente del lugar lo echara a patadas.

Cuando pidieron la primera ronda, los atendió una linda chica de nombre Porsche quien coqueteó abiertamente con el moreno.

El joven Craig la miró de pies a cabeza y centró su atención sin remordimiento alguno en su culo.

Era un descarado según decían sus amigos, sin saber que él sólo se fijaba en la mancha de mostaza que tenían aquellos shorts.

Para Tucker no había nada atractivo en las chicas, por más lindas que fueran estas o por más que le coquetearan. Sólo era "demasiado gay", como decía Rebbeca en ocasiones.

Para la sexta ronda sus amigos se fueron a la pista de baile y él caminó a la barra. Según sabía, tenía al menos tres horas para que su mente se perdiera y una oportunidad así no se deja ir, especialmente cuando quien iba a pagar estaba atontado bailando entre dos chicas.

—Una Cuba—

Pidió para comenzar en cuanto el bartender se le acercó.

El chico, que era más o menos de su edad y que tenía pinta de haberse metido en una pelea, le preparó el trago y se alejó a seguir atendiendo.

Craig realmente estaba disfrutando la noche, incluso considero ir a la pista de baile un rato, pero en cuanto se puso de pie, uno de los meseros se estrelló en su pecho, golpeándolo con la suficiente fuerza para que derramara el resto de su bebida.

—¡Ve por donde vas, maldita sea!—

Miró con molestia al contrario, quien se escondía detrás de una bandeja de aluminio, temblando.

El joven Tucker escuchaba un leve murmullo por parte del contrario, pero gracias a la música y a que el chico se escudaba con ese trasto, no podía identificar sus palabras.

Para su desgracia, aquel comportamiento ya lo conocía y también ese cabello rubio y despeinado que sobresalía de su escondite.

Le arrebató la bandeja y lo expuso. El mismo chico desesperante que había arruinado su concierto.

—¿Por qué siempre que tengo un buen día apareces tú y lo arruinas?—

Notaba la crueldad en su voz y su mente afectada por el alcohol le recordó como había terminado la noche del concierto.

Como habían bajado del escenario y como lo había entregado a seguridad. Recordó que se retorcía tratando de liberarse del hombre corpulento y que gritaba el nombre de alguien, pidiendo auxilio, pero sobre todo, recordaba su rostro.

Sus ojos enrojecidos por las lágrimas amargas que derramó al verse sin salida, había tanto pánico y miedo en ellos que podía sentir su desesperación.

¡No me dejes!

Recordó que fue su petición a mitad del llanto.

Y él se dio la vuelta.

Si tienes suerte, ese tal David al que tanto llamas, te encontrará con ellos

Y se fue, ignorándole.

Cuando reaccionó, se dio cuenta de que el menor estaba aún frente a él, con la mirada baja, murmurando disculpas sin detenerse, tenía los brazos cruzados y sus uñas se clavaban dolorosamente en su piel, lo sabía porque podían verse algunas manchas de sangre a través de la tela de su camisa.

Quizá fuera por todo el alcohol que había consumido, pero le dio pena verlo de aquella manera.

Iba a dejarlo pasar hasta que el chico levantó la mirada.

Fue apenas por unos segundos, sin embargo, Tucker pudo verlo.

Todo el lado derecho de su cara estaba decorado con hematomas que se veían negros con la poca luz del bar.

Su ojo, pómulo y mejilla derecha estaban pintados del violeta más monstruoso que hubiera visto.

No era que le hubieran golpeado un poco y ya, Craig sabía por experiencia que hasta una piel tan pálida como la de ese rubio necesitaba una verdadera paliza para terminar de ese color.

Por instinto tomó al pequeño del mentón y lo obligó a mirarle.

Además de esos golpes notó que su labio estaba partido y que había algunos otros golpes en el lado izquierdo de su cara, pero sólo uno igualaba a los de la contraparte.

El chico lo alejó con manos temblorosas y el vocalista de Stripe4 aprovechó para tomar estas y revisarlas.

Estaban llenas de golpes también y tenía vendados dos dedos de la mano izquierda.

Sabía que aquello no había sido una pelea, había sido una golpiza brutal.

Antes de que pudiera decir nada el rubio consiguió liberarse de su agarre.

El joven Tucker lo miró fijamente. Aquello ojos ámbar que el sábado anterior estaban llenos de miedo y desesperación, ahora estaban vacíos, carentes de cualquier brillo.

—¡Tweek! ¡Ven un momento!—

El bartender lo llamó y el mesero huyó en cuanto pudo.

Carig Tucker era considerado por muchos como un amargado de mierda, pero incluso él podía sentir compasión por el chico.

Incluso él sabía que algo malo le había pasado ese fin de semana en el concierto.

Incluso él, sabía que era culpable.


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Holaaaa uwu
Aquí está el siguiente capítulo para que disfruten y espero que les haya llegado un poco uwu
Gracias por leer y votar y por sus comentarios <3

•  Unfortunate  • [Style]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora