Capítulo 23: Notas Tristes Parte 3

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Había muchas cosas que Tweek Tweak detestaba, los gnomos, los sonidos fuertes, las aglomeraciones, los lugares cerrados, las iglesias y la lista podía seguir por horas, sin embargo, eso no lo salvaría.

Su estado mental era delicado, sus ataques de pánico eran más frecuentes y de no ser por su trabajo y sus citas semanales con su psiquiatra, su interacción con otros seres humanos se vería reducida hasta casi la inexistencia.

Temiendo que el menor terminara en un aislamiento absoluto, la mujer comenzó a llevar la terapia a un punto más directo.

Le entregó al joven Tweak una lista de metas que debía ir conquistando, la idea era darle objetivos sencillos, que pudiera cumplir fácilmente y de esta manera motivarlo a seguir cumpliéndolos.

Si bien estos actos no eran una medicina mágica que pudiera ayudarlo a superar su estado, sí podían ayudarlo a recuperar su relación con la sociedad, o a no perderla todavía más.

Convencida de que era lo que necesitaba, la mujer citó al mejor amigo del rubia y le entregó la lista de metas, sabiendo que un chico tan optimista y positivo como David lo animaría más que cualquiera de sus consejos.

De está manera el joven Tweak terminó siendo convencido por su amigo de salir aquel sábado por la noche a uno de los bares que solía frecuentar en el pasado.

Sabía que Notas Tristes era un lugar no muy concurrido, un bar-kataoke con un ambiente amigable, donde acudían los jóvenes que no querían lidiar con las luces parpadeantes y las pistas de baile repletas, era el local ideal para tomar una cerveza y conversar solamente, si no te apetecía cantar algo, claro.

—No tenemos que hablar con nadie, exceptuando a los meseros, no tendremos que lidiar con coqueteos, ni pláticas forzadas con clientes—

Sabía que su amigo tenía razón, pero no podía evitar estar nervioso.

—¿Vo-volveremos si no estoy listo?—

David lo miró con una sonrisa y sacudió su cabello.

—Claro que sí, pequeño—

El más bajo suspiró y le sonrió de vuelta, él nunca lo obligaría a hacer nada que no quisiera, le confiaría su vida entera.

—Vale...—

Y así fue como salieron en busca de una noche tranquila y algo de alcohol.

Llegar al bar fue fácil y pasar al portero también, no en vano habían gastado 200 dólares en la identificación falsa del menor, rápidamente encontraron una mesa lo suficientemente alejada de otros para no incomodar tanto a Tweek pero que no les impidiera ver el espectáculo.

Podía notarse que alguno de los actos recientes había sido bastante bueno, pues el ambiente, las conversaciones y las ligeras risas apuntaban a ese hecho, David solo comentó sobre ser capaz de hacerlo mejor que quien quiera que hubiese cantado.

Pidieron un par de cervezas y hablaron sobre las conquistas del latino y de como las chicas morían por los bartenders apuestos.

Tweek rió y le contó sobre sus clases de fotografía y como su profesor había halagado las imágenes que había tomado a las aves en un parque cercano a su departamento.

Era una buena platica, amena y tranquila, tanto que el menor empezaba a cuestionarse por qué no lo había intentado antes, y mientras les llevaban su quinta cerveza, la respuesta a su pregunta apareció, de manera abrupta y con forma de un moreno, de ojos marrones ebrio en medio del escenario, sosteniendo el micrófono como podía y cantando, sorpresivamente bien Believer de Imagine Dragons.

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