Capítulo 24: Límite

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Luego de otro fin de semana descontrolado, lleno de alcohol y resacas al lado de los integrantes de aquella banda, el joven Broflovski tuvo, una vez más, que volver a su aburrida rutina.

Llegó hasta la tercera clase del día fingiendo que se sentía bien y planeando como excusarse o salvarse por no haber avanzado en su proyecto.

Y estaba dispuesto incluso a decir que un perro se había comido su laptop.

Ese día no podía improvisar, no estaba en condiciones de hacerlo y su mente solo repetía una y otra vez el rostro lloroso de Butters al huir del bar.

Suspiró con cansancio, apenas conocía a esos chicos pero, simplemente no podía evitar preocuparse por ellos, eran lo más cercano a amigos verdaderos que tenía.

Cuando su profesor entró al aula, asumió que fracasaría y que se llevaría un sermón al final de la clase sobre la decadencia de su desempeño y como podría volver a ser el mejor del curso, deseó tan solo no haber asistido.

—Muy bien abogados, hoy es el día en el que finalmente me dan una muestra de su futuro, ahora, creo que acordamos que el joven Broflovski empezaría —

Y justo cuando estaba mentalmente preparado para asumir su derrota, el hombre continuó.

—Por desgracia el decano lo solicitó en su oficina en 10 minutos así que, al parecer iniciaremos con Erick Cartman—

Aquello fue como si la suerte le hubiera concedido su bendición y aunque el silencio por parte de su fastidioso compañero debió advertirle que algo no iba bien, estaba demasiado feliz para notarlo.

No tuvo que esperar mucho cuando llegó ante la secretaria, el decano Johnson era un viejo amigo de su padre y siempre había tenido algunos privilegios a la hora de tratarlo.

Para Kyle era como uno de esos familiares lejanos que rara vez visitaban su hogar.

—Buenas tardes señor—

Estrechó su mano y el hombre lo invitó a sentarse con una sonrisa.

—Deja las formalidades Kyle, no soy un extraño—

El joven Broflovski sonrió también.

—No sabía que me había citado hasta esta mañana—

Miró la extensa colección de libros que poseía el hombre y se preguntó si cuando el tuviera su propio despacho sería similar.

—Bueno, fue una situación de emergencia… Más o menos—

La amable sonrisa se borró de su rostro y el joven pelirrojo supo que algo no iba bien.

—¿Ha pasado algo?—

El decano, al ver la reacción que había provocado en su invitado volvió a sonreírle.

—No te preocupes, no es nada que haga peligrar tu matricula, son solo unas… Cosillas que creí que debíamos hablar—

Extrañamente, eso solo logró que el menor se sintiera todavía más intimidado.

—Verás Kyle, esta mañana he escuchado algo poco agradable—

Guardó silencio y espero que el hombre continuara, no porque quisiera escuchar aquello, simplemente su garganta se había cerrado y sabía que cualquier intento por hablar terminaría en un jadeo que prefería evitar.

—Al parecer algunos chicos han estado hablando de ti y, bueno, ellos creen que quizá eres… —

El hombre suspiró.

—Seré directo, ellos piensan que te les insinuaste en una fiesta hace días—

Aquello fue como golpe en la entrepierna, rápido,  contundente e inesperado.

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