Capítulo 29: Almuerzo

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A veces, luego de una larga sesión de práctica, el joven Matsh pensaba que era intocable.

La música aún recorría su cuerpo y sentía la garganta desgastada, los dedos le ardían y sus oídos zumbaban.

Era una sensación gloriosa.

Ese ínfimo momento de silencio entre el final de la última nota y el inicio de la conversación con sus amigos era su favorito, pues el placer aún invadía sus músculos y con la respiración agitada se daba cuenta de que aquello era lo que realmente amaba.

Más que al alcohol y la sensación de sentirse poderoso al beberlo.

Más que al sexo y al placer que este le generaba.

La música era mejor que cualquier orgasmo.

Escucharla, tocarla, vivirla.

Desde que tocó su primer acorde a los 12 años supo que viviría para ella.

Sonrió mientras se quitaba los audífonos.

Su nueva canción estaba lista, habían arreglado los detalles menores en el último ensayo y habían sido capaces de grabarla.

Estaba tan feliz y satisfecho que casi no le molestó lo tarde que llegó el pelirrojo.

—Lo lamento—

Estaba agitado, era obvio que llevaba un rato corriendo, pero Stan no le dio importancia y tan solo lo saludó como siempre.

—¿No sueles llegar una hora antes?—

Le preguntó con burla mientras le pasaba el menú que le había entregado el mesero minutos antes.

—Normalmente no tengo que lidiar con profesores molestos y sermones interminables —

Suspiró, harto de tener que inventarse cualquier excusa para justificar sus faltas frente a los catedráticos.

—Sigo sin creer que seas un nerd—

El joven Marsh repasó mentalmente la escena en que Kyle le dijo que debía volver a la universidad, e incluso había presumido de sus notas casi perfectas.

El vocalista de Unfortunate no lo habría creído, es decir, era obvio que se trataba de un chico bueno, pero ¿un nerd? ¿ese chico tan lindo? ¿en serio?

Era casi como una broma y aunque sabía que no debía guiarse por los estereotipos, le parecía que Kyle solo le estaba gastando una broma elaborada, porque se suponía que los nerds eran chicos que jamás abandonaban sus habitaciones o las bibliotecas, especialmente en las universidades, por dios, Butters apenas tenía tiempo para la banda mientras estudiaba y sus calificaciones eran bastante promedio.

—No soy un nerd—

Le sacó la lengua con gesto infantil.

Stan rió y entonces tomaron sus órdenes.

La conversación fue amena y siendo honesto, el joven Marsh estaba sorprendido.

Kyle había resultado ser un gran compañero, era bueno hablando y aún más escuchando, se había integrado rápidamente en su grupo, había intimado con Butters e incluso hablaba sin problemas con Kenny.

Hasta había conseguido bromear con Wendy.

Con la gruñona y mandona Wendy.

En solo tres meses. Si alguien debía llevarse algún premio por relacionarse con los demás, sin duda era el pelirroji.

—Entonces, ¿tendrán otro concierto?—

Preguntó el joven Broflovsky, emocionado, recordando como recientemente había conseguido todas las canciones de Unfortunate gracias a Wendy y que ahora formaban parte de su lista de reproducción personal.

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