12

99 14 3
                                    

Sábado. Jimin se encontraba algo mejor, los medicamentos y el reposo hicieron efecto y ahora ya se levantaba para caminar por la casa de un lado a otro, tratando de ayudar a los empleados, pero ellos obviamente se negaban a aceptar su ayuda en esas condiciones y le mandaban de vuelta a su cama.

Jimin, resignado, decidió llamar a Tae para poder hablar algo, pero este no contestaba, y fue a por su segunda opción, Jungkook.

Primer pitido.

Segundo pitido.

Tercer pitido.

–¿Hola? –Respondió por la otra línea

–Ya era hora. ¿Qué haces?

–Traumarme.

Jimin dudó sobre lo que su amigo hablaba.

–¿Por qué?

Jungkook comenzó a caminar y a medida que lo hacía se escuchaban ruidos extraños por lo que Jimin pudo captar la indirecta.

–Oookay... Vente a mi casa, mis padres han salido y me aburro mucho.

–¡Corriendo voy!

Y colgó.

En menos de media hora Jungkook ya se encontraba tocando el timbre, y Jimin fue a abrir enseguida.

–Gracias amigo, te juro que me salvas la vida, estaban comenzando con el sadomasoquismo y yo juraba que perdí mis audífonos y no podía más. –Contó lo más deprisa que pudo.

–Eso sobraba querido. –Concluyó Jimin antes de ponerse a estornudar como un loco.

–¿Me has llamado para contagiarme? –Dijo asqueado tapando su boca.

–Porque me aburría. Idiota.







...

–A ver si lo he entendido... Crees que el florista ese ya no viene porque se indignó porque ese día no estuviste en casa y no cogiste su flor?

–¿Qué otra explicación hay?

–¿Se murió?

–¡NO DIGAS ESO! –Gritó Jimin totalmente alterado tapando sus oídos, negándose a creerlo.

–Pero hay algo que no entiendo... ¿Por qué te importa tanto?

Florecer (Yoonmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora