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Domingo. Jimin estaba angustiado, iban a ser las ocho de la tarde y seguía sin tener hambre, solo tenía ganas de que la puerta sonase y él pudiese ir a abrir, se sentía como un perro, deseando que su dueño llegase y que le diese mimos. Pero no iba a llegar. A parte, estaba frustrado consigo mismo, y con Yoongi y con todo, le dolía pensar que él podría estar mal y más saber que podría hacer algo por ayudar y que Yoongi no le deje.

Se levantó de su cama y se asomó por la ventana, se sorprendió de que Tae estuviese saliendo de su casa a estas horas, se le veía sonriente y entonces una pequeña bombilla se encendió en la cabecita de Jimin.

Cogió un abrigo y corrió hacia la salida, cogiendo las llaves de casa y saliendo detrás de Tae, sí, siguiéndole. Al principio comenzó a dudar si realmente valdría la pena, pero cuando ya se alejaron bastante de casa, yendo hacia un barrio no muy bueno, comenzó a arrepentirse aún más. Las calles no tenían muchas farolas y, aunque aún fuese de día, comenzaba a oscurecer, las personas llevaban ropas rotas e iban mal arregladas, nadie se paraba a hablar con nadie, como si desconfiasen de los demás, había alguna que otra persona durmiendo en el suelo y Jimin comenzaba a tener escalofríos, ¿Qué hacía su mejor amigo en un lugar como éste? A cada esquina que giraban tenía miedo, cada vez se adentraban más en lo peor y sin querer, al quedarse viendo un escaparate roto mientras unos niños robaban chuches, se dió cuenta de que había perdido a Tae de vista.

Un escalofrío recorrió su cuerpo y lo primero que pensó fue en salir de allí y volver a su casa antes de que anochezca del todo. Con una idea, buscó su móvil en sus bolsillos, pero no estaba, cómo no, lo había olvidado sobre su cama. ¿Se podía ser más estúpido?

A cada paso que daba se le hacía más extraño ese lugar, las calles estaban llenas de basura, literalmente, como si el basurero no pasase, y las personas comenzaban a mirarle atentamente. Sus piernas flaqueaban ligeramente al pensar que algo malo podría sucederle y entonces no le quedó de otra, estaba perdido en un lugar desconocido y tendría que preguntar a alguien cómo volver a su casa. El sol cada vez se escondía más y ya en el cielo se diferenciaban los colores azulados de la noche, tendría que darse mucha prisa si no quería acabar secuestrado, robado o hasta violado.

Suspiró interiormente tratando de calmar su mente "nada malo va a pasarme" se decía una y otra vez aunque a cada segundo se le hacía más difícil creerlo. Las personas comenzaban a deshabitar las calles y no comprendía si eso sería bueno para él o malo. Ya en una situación así, no le quedó de otra que recurrir al "a la próxima persona que encuentre le preguntaré cómo volver a casa". De mientras, trataba de andar por las calles que creía que serían habitadas, aunque sin resultado alguno.

Unos quince minutos de caminata más tarde, halló la voz de alguien por primera vez en ese tiempo. Sin perder ni un segundo más, caminó deprisa hacia la dirección donde cada vez la voz se hacía más fuerte, hasta que sólo tuvo que girar una esquina para estar frente a la espalda de un señor de unos cuarenta años que miraba al suelo fijamente.

-D-disculpe señor.. -Comenzó diciendo Jimin acercándose un poco más.

-¡Pero mira a quién tenemos aquí! -Gritó alegre dándose la vuelta hacia Jimin, con una gran sonrisa en su cara. -¡Otra persona capaz de ver lo patético que es mi hijo! Mira muchacho, ven aquí a ver el espectáculo, esa cosa de ahí la tengo que llamar "mi hijo" ¿Lo ves tú normal?

Jimin pestañeó sorprendido y aquel señor se echó a un lado para dejarle ver la situación. Jimin avanzó unos pasos viendo a un chico en el suelo espatarrado, tirado encima de unas bolsas de basura abiertas, con la mirada gacha y ojos acuosos a punto de comenzar a soltar lágrimas, su ropa estaba horriblemente con agujeros y sucia, como si no se hubiese lavado la ropa en semanas.

Florecer (Yoonmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora